miércoles, 23 de mayo de 2018

Decir "No" no es suficiente

La semana pasada me ventilé "No is not enough" (Decir "No" no es suficiente), el último libro de la autora canadiense Naomi Klein. En él, Klein realiza un perfecto análisis de los factores que han favorecido el ascenso de Trump a la Casa Blanca y de los mecanismos que tenemos los ciudadanos para tratar de hacer frente a las políticas neoliberales impuestas desde gobiernos como el del multimillonario americano. Aunque bien, no solo eso...

La tesis del libro, como reza el título, va un poco más allá. Klein considera que la oposición frontal a las políticas impuestas por el sistema ultraliberal son necesarias pero no son suficientes para frenar su impacto. La autora argumenta que la simple oposición no acaba con el problema. Propone, pues, que desde la sociedad civil (también desde la esfera política) propongamos alternativas eficaces y realistas para abrir nuevas vías de desarrollo alejadas de los postulados netamente neoliberales. Pone como ejemplo, en este sentido, el "Leap Manifesto" elaborado por parte de la sociedad civil canadiense para tratar de hacer frente a los desmanes llevados a cabo en los distintos frentes social, mediambiental y económico a lo largo de los últimos años.

Leía yo a Klein y reflexionaba sobre nuestro posicionamiento como docentes ante EL SISTEMA educativo. Lo mismo me equivoco pero me temo que en nuestro día a día a menudo caemos en la crítica frontal (con mayor o menor fundamento) y nos alejamos de posicionamientos más constructivos y proactivos. Que nadie entienda esto como una defensa al sistema, ni mucho menos. Existen toda una serie de problemas estructurales que deben ser solventados lejos de nuestro ámbito de actuación profesional. No obstante, considero (coincidiendo con Klein) que la crítica por defecto (sin propuestas de actuación) no contribuye a salir de la parálisis en la que nos puede ubicar el sistema, mientras que la elaboración y el diseño de alternativas de trabajo, además de ofrecer nuevas vías de desarrollo, nos da aire para coger nuevas fuerzas y hacer frente a las imposiciones e injusticias del propio sistema. 

Así pues, hago míos los consejos de Klein para el ámbito social y, llevándolos al terreno educativo, propongo reforzar la relación entre los dististos agentes de la comunidad para ofrecer nuevos modelos de trabajo que permitan atender debidamente a nuestro alumnado en condiciones óptimas. Y es que en el fondo quizá tenemos más fuerza de la que creemos...

PD: Recomiendo totalmente la lectura del libro, aunque reconozco que soy muy fan de Klein. Por aquí tienes otra lectura (desde el punto de vista educativo) de su libro, ya clásico, La doctrina del shock


martes, 15 de mayo de 2018

Proyectos más allá de las aulas

Me llega este tuit de la compañera María José Chordá y me pongo muy contento:


Si abrís el enlace llegaréis a la pagina del centro de formación de adultos donde trabaja, el FPA Torrent, donde este jueves van a presentar en sociedad "Orienta't i camina" la propuesta en la cual llevan trabajando a lo largo de los últimos meses. Se me escapan muchos detalles del proyecto, pero por lo que sé se trata de una propuesta de trabajo transversal en la que participan distintas asociaciones y entidades de la zona con el objetivo de ofrecer asesoramiento académico, formativo y laboral al alumnado de distintos grupos de su centro de formación de personas adultas. Se trata de una propuesta que ha trabajado codo con codo con @FolGuillermo (me imagino que con mucha otra gente más) y que por fin va a ver la luz este jueves.

Seguro que va a ser todo un éxito pero lo importante, desde mi punto de vista, ya está hecho: conseguir enlazar la realidad de nuestro alumnado (el suyo, mejor dicho) con su entorno y con los recursos necesarios para ofrecer alternativas de aprendizaje. Me lleva esto a pensar en un artículo que publicamos por aquí titulado Proyectos de entorno: 10 motivos para abrir los centros a la comunidad y me permito recuperar estos diez puntos que hacen interesante el hecho de trabajar en paralelo con nuestro entorno:
  1. Porque nos permite incidir en nuestro entorno, aportando soluciones o simplemente haciéndonos preguntas sobre las necesidades de la comunidad.
  2. Porque nos obliga a escuchar a otros agentes del territorio y, por tanto, nos permite tener una visión más completa de la realidad al salir de nuestra burbuja académica.
  3. Porque al abrir las puertas del centro permitimos que "pasen cosas", que se establezca una nueva relación con el entorno que puede ofrecer posibilidades y alternativas que ni siquiera imaginamos.
  4. Porque nos facilita esquivar los roles tradicionales de estudiantes-docentes y nos permite trabajar desde otras perspectivas mucho más enriquecedoras.
  5. Porque originamos propuestas de trabajo transversales y mucho más completas.
  6. Porque al estar en contacto con la realidad de nuestro entorno favorecemos la creación de situaciones de aprendizaje más motivadoras y sugerentes para el alumnado (y para los equipos docentes).
  7. Porque facilitamos el trabajo entre distintas etapas y formaciones, lo cual contribuye, sin duda, a fortalecer la cohesión social y a enriquecer las propuestas de aprendizaje.
  8. Porque nos mostramos como una institución abierta e innovadora, atenta a las necesidades e intereses de la comunidad.
  9. Porque abriéndonos al entorno podemos descubrir (y aprovechar) recursos que quizá no sabíamos que existían.
  10. Y, por último, porque, como hemos dicho, exponiéndonos a nuevas situaciones y retos, corriendo mayores riesgos, nos exponemos a equivocarnos. Y ahí, me temo, está el verdadero aprendizaje.
Me parece que va a haber mucho de esto en "Orienta't i camina". Espero que lo compartáis para aprender, una vez más, de vosotros. ¡Suerte! 😘😘


domingo, 13 de mayo de 2018

La mejor innovación de la historia de la educación (o acaba la frase como quieras)

Estos días mi mujer ha asistido a un congreso internacional sobre oncología. Ya de vuelta y charlando durante la cena, me explicaba los contenidos de varias de las ponencias que más le habían llamado la atención. Entre ellos, destacaba una anécdota ocurrida con el doctor Gregorio Marañón, seguramente una de las eminencias médicas más importantes de la historia de nuestro país, la cual creo que puede tener una estrecha conexión con el panorama educativo actual. De hecho, con cualquier profesión que implique el desarrollo de un servicio a las personas. 

Pues el tema es que al doctor Gregorio Marañón, ya entonces figura reconocida en el ámbito de la medicina internacional, le preguntaron cuál era, en su opinión, la innovación más relevante del panorama médico de los últimos años. Imagino al preguntador en cuestión (desconozco si periodista o estudiante, hombre o mujer) totalmente desconcertado ante la sorprendente respuesta del doctor: "La silla, sin duda". "¿La silla?, ¿cómo que la silla?". "Sí, la silla que nos permite sentarnos al lado del paciente, escucharlo y explorarlo", respondió tajante el médico madrileño.

Ya, lo sé. Mucho estaréis pensando en lo naif de la respuesta del doctor Marañón. Sí claro, tiempo para escuchar, para conocer. ¿Y qué? El tiempo no cura, dirán algunos. En cambio, los antibióticos sí. ¿Y qué hay de la anestesia? Eso sí que es un gran invento, una gran innovación. O la teoría de los gérmenes, o los rayos X. Pues sí, sin duda que se trata de inventos fundamentales en la historia de la medicina. Por supuesto. Pero lo de pararse a escuchar, a explorar y a comprender no me parece en absoluto una mala idea por lo que implica en cuanto a la atención emocional al otro, en este caso paciente, pero podríamos referirnos sin duda a otros ámbitos de la vida.

Y es que me parece que en el panorama educativo estamos un poco en ese punto. Uno tiene la sensación de que el ritmo de propuestas metodológicas (innovadoras o no) es frenético y que el día a día de los centros no favorece, precisamente, que nos centremos en lo verdaderamente importante: cubrir las necesidades de aprendizaje de nuestro alumnado. Ya escribimos algo sobre esto en ¿Estirando más el brazo que la manga?: el día a día de los centros educativos. En un mundo cada vez más robotizado y virtualizado, quizá estemos arrinconando la atención emocional a las personas con las que trabajamos (alumnos, pero también compañeros). Se trata, pues, de no dejarnos llevar por la corriente, por el frenesí del día a día, y tratar de buscar espacios para "sentarnos" con aquellos con los que compartimos espacio vital. Lo mismo hasta conseguimos centrarnos y descubrir sus  verdaderas necesidades. En fin, aquello de no permitir que lo urgente se coma a lo verdaderamente importante. Y sí, suena naif, pero me importa una mierda (o acaba la frase como quieras). 😏