lunes, 27 de abril de 2020

Anatomía del feedback educativo en 11 ideas clave

Me (pre)ocupa mucho la cuestión del feedback educativo, es decir, aquella información que hacemos llegar al alumnado para favorecer su mejora y, por tanto, el aprendizaje. Me (pre)ocupa siempre, pero todavía más en este nuevo contexto de emergencia educativa en el que estamos inmersos. Además, hace poco he leído un fantástico capítulo dedicado al feedback en "¿Cómo aprendemos?" de Héctor Ruiz Martín y, tomando ideas de aquí y de allá, me propongo apuntar algunas ideas clave sobre la retroalimentación para tenerlas bien presentes en mi práctica docente (estos días telemática pero también, cuando llegue, de manera presencial). Cualquier desviación de las ideas propuestas por el autor corre de mi cuenta, faltaría más. Aquí van:
  1. Se trata de una obviedad pero, mejor retroalimentar dentro de una relación sana. Si mi alumnado no me soporta y no aprecia en mí un agente positivo de cambio (o al menos neutro) dar un feedback rico seguramente va a ser una tarea difícil, por no decir imposible. Es importante, por tanto, construir relaciones sanas y cordiales con el alumnado. No solo por el feedback, obvio. Siempre va a haber excepciones o simplemente chavales (y docentes, por supuesto) que no están en el momento adecuado. No pasa nada, pero debemos hacer el esfuerzo de acercarnos a ellos desde la positividad.
  2. El feedback ha de ser una cosa viva. Si solo doy feedback al final del proceso su impacto va a ser mucho menor que si lo incoporo de manera coherente a lo largo del camino. De hecho, la retroalimentación debería permitir al alumnado saber en qué parte del camino se encuentra en relación con los objetivos de aprendizaje. Resulta obvio que si solo lo proporcionamos al final del proceso el margen de mejora y de aprendizaje que ofrecemos es mucho menor.
  3. Relacionado con esto último, la idea sería potenciar el conocimiento del alumnado de cuáles son los objetivos de aprendizaje de cada propuesta. Ello proporciona un "mapa" de trabajo que va a convertir nuestras indicaciones en material de mucho más valor. De lo contrario se nos viene encima de manera irremediable el "profe, ¿esto para qué sirve?"
  4. No me importa tanto la herramienta como el contenido del feedback. Escrito, grabado, en vídeo, en vivo y en directo, combinando recursos... Me da lo mismo. La idea es que llegue al alumnado y, eso sí, que sea rico y completo (ver punto 9). Sin rechazar ninguna aplicación ni recurso, creo que lo importante es el contenido, no la forma.
  5. Adaptar el feedback al tipo de alumnado. No deberá ser idéntica una retroalimentación para un alumnado novel que para otro experto, incluso dentro del mismo grupo clase. Para ello, quizá mejor ofrecer feedback en positivo para los primeros y "negativo" en los segundos. Negativo en el sentido de señalar los puntos débiles de su desempeño y aportando indicaciones para superarlos, por supuesto. Aunque bueno, en este sentido existen muchas otras variables a tener en cuenta (situación personal, materia específica, contexto concreto, etc.)
  6. Conviene dirigir el feedback hacia el proceso de trabajo, no hacia las habilidades del estudiante o incluso al resultado de la tarea. Existen estudios que demuestran que el feedback que apela al esfuerzo favorece la creación de mentalidades de crecimiento en los alumnos y, por tanto, una cultura de aprendizaje más positiva.
  7. El feedback debe ser sostenible. Para el alumnado, por supuesto, pero también para el profesorado. Lo que no podemos hacer es sepultarnos/los en constantes retroalimentaciones que nos saturen a ambos, docentes y alumnos. Escoger los tiempos y momentos adecuados debería ser uno de los grandes retos de la planificación del feedback que aportemos.
  8. La retroalimenación debe ser coherente en el tiempo. Es decir, ni demasiado frecuente ni demasiado escasa. Existen estudios que señalan que a medida que el estudiante se vuelve más competente el feedback debe reducirse para evitar su dependencia. En fin, sentido común y... feedback ongoing.
  9. El feedback debe ser rico y superar ampliamente el terreno de la calificación numérica. Comentarios, sugerencias de mejora, críticas constructivas, preguntas para la reflexión, etc. pueden ser elementos que enriquezcan nuestras retroalimentaciones. Para ello (volver al número 5) deberemos tener en cuenta el perfil del alumando. Seguramente a un alumnado experto podemos proporcionarle un feedback más reflexivo y "evocador" que un pefil más novel, donde quizá puede ser más interesante aplicar una retroalimentación más instructiva y/o directa. Eso sí, en cualquier caso debemos evitar comentarios demasiado genéricos que no aporten información concreta para la mejora, así como simplemente centrarnos en la nota final del trabajo.
  10. Debemos intentar convertir la retroalimentación en un elemento motivador para el alumnado. Si el alumnado tiene miedo a recibir el feedback, mal. Si no lo considera necesario, casi peor. En cambio, si lo percibe como un espacio de aprendizaje y le genera motivación, sin duda, la victoria está más cerca.
  11. Y, por último, recoger SU feedback. Su opinión sobre los procesos de trabajo, sobre el feedback recibido y, en definitiva, sobre el resto de elementos que intervienen en la acción educativa. Al final, si ellos son el centro de todo, deberemos estar bien atentos a su valoración para mejorar nuestras propuestas de retroalimentación.
Pues eso, seguro que hay más ideas interesantes sobre la retroalimentación. ¿Te animas y las compartes en comentarios?



jueves, 23 de abril de 2020

¿Por qué no funciona la educación on line?

Si trabajas en un centro donde:
a) Tenéis integrado el uso de las TIC en vuestro día a día, tanto en aula como en el posible trabajo en casa que realice la chavalada.
b) En vuestro centro, TODO el alumnado dispone en casa de acceso a dispositivos electrónicos y conexión a la red.
c) Trabajáis de manera coordinada en equipos docentes (o cualquiera que sea vuestra unidad organizativa de referencia para trabajar el nivel).

Cierra la ventana y huye sin mirar atrás, este post no es para ti. (Pero bueno, ya que estás, antes de cerrar, pásate por comentarios y comparte la experiencia de estos días de trabajo. Seguro que resultará interesante leerte).

Si, por contra, no cumples como mínimo dos de los tres condicionantes anteriores, seguramente estarás más o menos de acuerdo en que la dinámica de "formación a distancia" que estamos desarrollando a lo largo de las últimas semanas no funciona. Y escribo "formación a distancia" entre comillas porque, desde luego, lo que estamos haciendo no tiene nada que ver con la formación a distancia real. Me refiero a propuestas formativas diseñadas ex profeso para ser implementadas on line. Y que no funcione es lógico, claro. Hemos iniciado el curso con un reparto de cartas y unas instrucciones precisas y, a mitad de curso, nos cambian la mano y nos dicen que las reglas del juego son otras. Prefiero, pues, hablar de "formación de emergencia", un concepto que he leído por ahí (perdón, no recuerdo dónde ni a quién) y que creo que se ajusta mejor a lo vivido estos días.

No obstante, creo que además de lo arriba mencionado, existen tres factores clave que permiten afirmar que el trabajo desarrollado estas semanas va a tener, como mínimo, un impacto limitado en el aprendizaje perseguido con las propuestas que se nos están llevando horas y horas de trabajo.

En primer lugar, está el propio perfil del alumnado. Durante los últimos años he tutorizado decenas de formaciones a distancia y, en general, he experimentado un porcentaje de abandono significativo en casi todas las propuestas desarrolladas (y el perfil de público ha sido de lo más diverso, os lo puedo asegurar). Alguien podría pensar que soy un pésimo tutor de formación on line (lo cual seguramente es cierto), pero os aseguro que los porcentaje de abandono de mis grupos han ido siempre en consonancia con los de mis compañeros/as tutores/as. Dicho sea de paso, sorprendentemente (o no), las formaciones con más abandono/absentismo que he tutorizado son las dirigidas a docentes. Pero bueno, a lo que iba. Si en propuestas dirigidas y planteadas en origen para ser desarrolladas a distancia, en general, nos encontramos con tasas de abandono importantes, ¿qué podemos esperar de una formación desarrollada en etapas obligatorias con alumnado adolescente? No sé cuál será vuestra experiencia estos días, pero los grupos de bachillerato están respondiendo en participación y trabajo mucho mejor que los de la ESO. Son 3-4 años de diferencia en los que la madurez y la responsabilidad adquiridas ofrecen un plus de compromiso que puede significar un impacto mayor en términos de aprovechamiento y de aprendizaje. O no.

Otro motivo por el que podría no funcionar esta modalidad on line sobrevenida es el tipo de propuestas de aprendizaje planteadas. Y es que ha habido un guirigay importante en términos de diseño de trabajos on line. Ya hablamos de ello por aquí. En muchos casos se ha querido/debido improvisar modelos y plataformas nuevos donde no había una dinámica de trabajo previa en este sentido. Y claro, generar nuevas modalidades con medio grupo conectado, un tercio desaparecido y el otro en babia pues se torna de lo más complicado. Si le añades que la coordinación entre el equipo docente no sea el punto fuerte del centro y le sumas las dosis propias de estrés y tensión de una situación como la actual, pues ahí tienes un caldo de cultivo estupendo para cocinar un fantástico derroche de recursos al dente.

Y, por último, otro elemente clave quizá sea en la formación docente. Estamos formados (o deberíamos estarlo) para la formación presencial. Somos docentes de aula. Si bien es cierto que el mundo actual requiere de competencias digitales y que deberíamos integrarlas en lo posible en nuestra práctica diaria, estamos acostumbrados a programar y diseñar propuestas para el trabajo en clase. El paradigma de formación on line es muy distinto, por cuestiones obvias, al presencial. En la incapacidad de muchos docentes para transitar de uno a otro seguramente radique también una de las claves del asunto.

Pero, en cualquier caso, no nos engañemos. Las claves de este supuesto fracaso de la "formación de emergencia" que estamos llevando a cabo está en los tres puntos arriba mencionados. Si como docentes no tenemos integradas las TIC en nuestra práctica diaria, si no trabajamos de manera coordinada con el resto del equipo y, sobre  todo, esto es de perogrullo, nuestro alumnado no está conectado pues todo este castillo de apps y plataformas multicolor que hemos montado va a servir entre poco y nada. Aunque aquí niego la mayor, si ha servido para acercarnos al menos a parte de nuestro alumnado y ofrecer algo de calor y proximidad en estos días complicados pues oye, seguiremos intentándolo. Al final, sin duda, lo de menos estos días sea lo académico. Ahora bien, ¡que no nos vendan motos ni nos engañen, que nos digan la verdá!


domingo, 19 de abril de 2020

La hora de los maestros (otra vez en verano)

Leo esto de Ignasi Aragay, director adjunto del Ara, y aunque es domingo, estoy de muy buen humor y, en definitiva, no tengo ningún motivo para sentirme aludido, no puedo evitar que aflore en mi confinado ser cierto sentimiento de rabia y decepción. Aunque teniendo en cuenta la línea editorial del Diari Ara en temas educativos lo mismo no debería sorprenderme demasiado. No quisiera personalizar las siguientes líneas en la figura del señor Aragay, el cual se ha mostrado de lo más educado en el debate en las redes sociales. Lo digo sin ironía alguna. Por eso, por no personalizar, digo, hablaremos de "el autor" para así referirnos a todas aquellas voces que en los últimos tiempos usan los argumentos empleados por el director adjunto del Ara emplazándonos al "esfuerzo veraniego docente".

Primero, presentamos la tesis de "el autor". Aragay viene a decir que este verano nos toca a los maestros arrimar el hombro. Como tenemos (los de la pública) trabajo asegurado, sueldos dignos y mucho descanso ("no solo durante los meses de calor"), considera que este verano deberíamos sumarnos a la causa para echar un cable a las familias y, sobre todo, a las criaturas que lo están pasando peor.

"El autor" olvida que un porcentaje importantísimo de trabajadores de la escuela pública son interinos y viven en una situación de precariedad importante. Dan tumbos de centro en centro, NO tienen trabajo asegurado y pueden ser enviados muy lejos de casa de un día para otro.

"El autor" olvida también, o desconoce (casi es peor), que los docentes estamos trabajando duro estos días. Ayer sábado a las 8 de a tarde estaba resolviendo dudas a mis estudiantes de segundo de bachillerato. Y yo, como comprenderá Ignasi, no soy ninguna excepción. De hecho, hoy me tocará conectarme un buen rato para preparar la semana que entra, devolver unas tareas y acabar de organizar unos materiales. No lo digo con pesadumbre, ni con el afán de colgarme no sé qué medalla. He desarrollado muchos trabajos (algunos no demasiado agradables) a lo largo de mi vida como para no sentirme un auténtico privilegiado por realizar la labor que puedo ejercer hoy en día. Además, tampoco quiero darme aires de grandeza ni sobrevalorar nuestro trabajo en estos tiempos complicados. Soy consciente que nuestra labor, siendo importantísima, queda relegada a un segundo plano por la ejercida por otros colectivos que están en primera línea ofreciendo servicios esenciales. Pero de ahí, a dar la sensación de que desde la escuela no se está trabajando o de que somos auténticos privilegiados hay un trecho inmenso. Nos ganamos el sueldo como cualquier trabajador que se precie.

"El autor" no sabe, o no quiere saber (casi es peor, again), que esta circunstancia horaria no es excepcional en tiempos de confinamiento. Quiero decir, es cierto que con la nueva situación nuestro horario ha saltado por los aires. Pero no lo es menos que esto no es nada extraño, es una característica inherente de nuestra profesión. Cuando accedo a trabajar en un centro de enseñanza lo hago sabiendo las condiciones laborales de trabajo, horarios y sueldo. Si me las cambian a mitad de la partida lo mínimo que espero son argumentos sólidos y propuestas con sentido, no generalidades banales e incoherentes.

"El autor", como es habitual, no precisa en qué va a consistir ese "verano educativo". Y esto es un hecho común entre las propuestas de este tipo. Que alguien concrete, por favor, quién va atender al alumando, en qué condiciones, qué planes se van a desarrollar, cómo se va a compaginar eso con la planificación del siguiente curso, en qué espacios, con qué recursos... Dando respuesta a todos estos interrogantes lo mismo nos podemos sentar a hablar.

Y, por último, considero que "el autor", antes de analizar la llegada de "la hora" de otras profesiones, podría reflexionar sobre si no ha llegado "la hora" de la suya, del periodismo (mi vocación frustrada, por otra parte).  Y es que lo mismo ha llegado la hora de hacer un periodismo serio y riguroso, que afronte los debates de manera sosegada y responsable. Que aporte análisis y puntos de vista amplios y con recorrido. Vamos que lo mismo "ara també és l'hora del periodisme".




jueves, 16 de abril de 2020

Movimiento en la formación de personas adultas: 8 conclusiones del primer educhat

Estas semanas está habiendo movimiento importante en la comunidad de docentes de formación de personas adultas. La semana pasada realizamos un encuentro virtual entre varios docentes de la etapa (aunque un servidor está en "excedencia") sobre los retos a los que los centros de formación de personas adultas se enfrentan en la actualidad. Fueron cerca de dos horas de charla on line que más de treinta personas siguieron en directo haciendo aportaciones de verdadero interés. Si eres docente de formación de personas adultas (o de cualquier otra etapa, los contenidos debatidos en muchos casos son totalmente transferibles a otros ámbitos de la educación) puedes ver la charla más abajo.


Por otro lado, hace unas horas hemos llevado a cabo desde @fadultos el primer educhat (#fadultoschat1) sobre educación de personas adultas. La idea era debatir sobre los siguientes ejes...
... ¡y vaya si lo hemos conseguido! 75 participantes y más de mil tuits en la hora escasa de debate. Aquí tienes acceso al debate (casi) completo (ver cadena de tuits).

No obstante, me gustaría resaltar 8 grandes conclusiones que un servidor extrae de ambos encuentros.
  1. La clave, ahora mismo, está en el acompañamiento al alumnado. Lo académico es secundario. Se trata, pues, de estar ahí para ofrecer el apoyo necesario a las familias que se dirigen a los centros. Y, eso sí, cuando las circunstancias lo permitan, profundizar en el aprendizaje con las estrategias y recursos que tengamos a mano. Pero lo primero es lo primero: toca apoyar.
  2. La diversidad de situaciones y de casuísticas que tienen lugar en los centros de adultos no es óbice para que las administraciones no aborden la problemática de los CEPAS de una manera integral, ofreciendo respuesta a las distintas realidades. Una vez más, la práctica totalidad de las administraciones se ha olvidado de la situación de los centros de adultos.
  3. La brecha digital está castigando especialmente a los centros de adultos, sobre todo a las personas de mayor edad. Aunque no únicamente. El colectivo inmigrante también sufre una brecha que, no lo olvidemos, tiene mucho de desigualdad socioeconómica. Las administraciones tienen tarea, pues, también en ese campo.
  4. Trabajar con el entorno va a resultar fundamental para dar respuesta a las necesidades de la comunidad educativa en los centros de adultos. El trabajo transversal con ayuntamientos e instituciones va a ser un asidero clave para resolver situaciones ciertamente comprometidas con el alumnado adulto.
  5. Debemos poner en el punto de mira lo digital. Esta crisis ha puesto de manifiesto la existencia de centros (y docentes, si se me apura, de "dos velocidades). Hay que estar preparados para ofrecer altenativas on line, aunque sin olvidar que hablamos de centros presenciales y que la verdadera fortaleza de los centros de adultos se halla en el contacto con las personas e instituciones del entorno,
  6. Mejor trabajar en equipo que ser un francotirador docente, un forajido. El trabajo en red siempre ofrece mejores resultados que la suma de trabajos individuales. Para ello, propongo directrices muy claras y una planificación ambiciosa pero pragmática desde los equipos directivos.
  7. Los docentes de la educación de personas adultas (y de cualquier etapa, de hecho) debemos dar un paso al frente. No siempre la pelota está en tejado ajeno. Esta situación de crisis ha puesto de manifiesto las carencias que tiene el sistema, pero también las nuestras como docentes. Se trata, pues, de un momento excelente para analizar nuestra práctica y mejorar como profesionales.
  8. Hay ganas de marcha. En la educación de personas adultas se detectan muchas ganas de crear red y de compartir el trabajo realizado (y el que está por venir). Pues eso, ahí estaremos a título personal y como @fadultos. Sin duda.
Seguro que tú has sacado tus propias conclusiones. Te animo a dejarlas aquí en el apartado de comentarios o a compartirlas en #fadultoschat1 en Twitter. ¡Un abrazo!


sábado, 11 de abril de 2020

8 tipos docentes que han surgido durante el confinamiento (y alguno más, a petición popular)

La crisis del coronavirus ha puesto a todo el sistema de vuelta y media. No hay sector que no haya sufrido las restricciones del confinamiento (ya sea por exceso o por defecto) y, en este sentido, la educación no ha sido ninguna excepción. Del análisis y experiencia personal en las redes a lo largo de estas últimas semanas, me atrevo a elaborar 8 perfiles de tipos docentes que han surgido durante el confinamiento. Vamos a ello.

Los primeros días-semanas fueron las de los docentes motivados. El docente motivado es una especie que se hace fuerte ante la incertidumbre. Fueron los primeros en innundar las redes con mensajes positivos, compartir sus elaborados materiales, pintar arcoiris por doquier y afirmar insistentemente que todo iría bien. Últimamente se les ve actuar con cierta pesadumbre y desespero, cierto. Aparecen despeinados y en pijama en sus últimas selfies pero, qué queréis, mantener la motivación en picos tan altos durante más de un mes es tarea casi imposible incluso para un verdadero docente motivado.

Esos primeros días también fueron ecosistemas cómodos para el docente descreido. El docente descreido no pone en valor la opinión de las autoridades médicas ni de las decisiones políticas. Él sabe que todo esto es un invento de China (o de Trump, o de China y Trump) para acabar con la hegemonía mundial de Estados Unidos (o de China, o de Estados Unidos y de China). Que no le engañan... Fácilmente identificable por sus perpetuas críticas a políticos, periodistas y cualquier autoridad que se precie.

Un tercer tipo es el docente solidario. Siempre dispuesto a ayudar y a dejarse la piel, el docente solidario te va a ofrecer su ayuda incondicional, sus trabajos y recursos varios y hasta su hombro para llorar en él. No habrá día que no tuitee o postee su voluntad de ayuda para con la comunidad universal y para con la docencia, en particular. Solidarízate con él/ella y déjate ayudar, anda, le vas a hacer un favor.

El docente desaparecido es el cuarto fenotipo descubierto. Se trata de una categoría identificada, como puedes imaginarte, por su ausencia. Igual que en el centro, claro. ¿Sabes ese docente que desaparece en la guardia, salida y/o tarea compartida durante el curso? Pues igual ahora. No lo busques en las redes porque no, te aseguro que no lo vas a encontrar.

El videoconferenciante docente sería el quinto modelo identificado. Jitsi, Meet, Zoom... no hay aplicación de videoconferencia que se le resista. A lo largo de las últimas semanas ha hablado más con su alumnado que con los familiares con los que se encuentra confinado a los cuales, por supuesto, también se dirige mediante videoconferencias de habitación en habitación. Desde aquí solicito especial atención para con este tipo de cara a los próximos meses. Y es que, viviendo como pez en el agua en el mundo de la docencia on line, al videoconferenciante docente la vuelta a la presencialidad le va castigar de lo lindo...

Otro tipo son los docentes en formación. Son gentes comprometidas e implicadas que, disfrutando del tiempo libre de las últimas semanas, han decidido formarse en distintos ámbitos para crecer profesionalmente. Sin duda, docentes muy profesionales y, también sin duda, solteros/as o sin niños y niñas que les entretengan con sus adorables travesuras durante todo el puto el día.

Por contraste, tenemos al docente en barbecho. A diferencia del desaparecido, el docente en barbecho sí que se encuentra presente pero ha decidido tomarse estas semanas-meses para oxigenarse. Total, si el curso está perdido. El docente en barbecho va a hacer como ese ciclista reventado que sube el último repecho para dejarse ir cuesta abajo sin pedalear. Pues eso, a oxigenarse.

Y, por último, se encuentra el docente legalista, el cual se preocupa por mantener la legalidad del chiringuito, incluso en tiempos de confinamiento. Los contenidos y la evaluación son los principales caballos de batalla del docente legalista. ¿Cómo dejar de dar contenidos?, ¿cómo dejar de evaluar el tercer trimestre? Si quieres provocar una reacción alérgica de magnitudes colosales en un docente legalista, acerca sigilosamente tus labios a su oído y susúrrale suavemente las siguientes palabras: "aprobado general"... Vas a ver lo que es bueno. Además, según @aquímonroy, el docente legalista está preocupadísimo/a por no usar ninguna aplicación que no haya implementado su propia administración. Como las de la administración no funcionan y hasta el mail es pecado, este tipo de docente no tiene contacto con su alumnado pero, eso sí, es muy legal.

Pues estos son los fenotipos que un servidor ha encontrado. Seguro que vosotros habéis detectado alguno más. ¿Alguien se atreve a seguir con la clasificación?

PD.: viendo lo brillante de vuestras sugerencias, las voy incorporando al artículo.

  • El docente renacido/desaparecido (por @Jaimejoalon): el que en el instituto no se relaciona, se escaquea, pasa de todo... Y ahora no para de participar en el grupo de WhatsApp, de mandar correos por doquier, de preocuparse por la legalidad... Especie poco común, por otro lado.
  • El docente analógico (por @mizqart): "pues yo no tengo Internet en casa, que me lo pague la Consejería; pues yo no tengo ordenador en casa, que me lo dé el colegio; pues yo no tengo smartphone para la app del centro, que me las envíen por correo postal".
  • El docente liante (en honor a @diegoredondo13): que no solo no tiene suficiente con el trabajo extra generado por la nueva situación, sino que además encuentra tiempo y ganas de liar a los amiguetes en mil y un saraos educativos.
  • El docente veleta (por @alecava2001): Indica la dirección de lo que se puede hacer, pero no se mueve de su sitio.
  • El docente jubilado (por y en honor a @peralias):  aquellos docentes que nos hemos reactivado y hacemos clases virtuales con nuestros nietos y sus amigos, una gran experiencia durante el confinamiento que nos tiene activos en nuestra vocación docente.
  • Los docentes New Age (por @followero): variantes del motivado, que se relacionan con su alumnado a través de montajes de vídeo preciosos a los que atribuye verdadero poder sanador del tremendo estrés de los pobrecitos nenes y arrastran al resto del claustro para hacer sus vídeos.
  • El docente superempático (por @followero): que no manda actividades aunque el niño, aburrido como una ostra, se las pida, pero que mantiene su acompañamiento haciendo vídeo-quedadas con los alumnos. Con los que tienen internet, claro. 
  • El docente autoinmolado (por @followero): que si antes trabajaba 10 horas, ahora trabaja 15 haciendo vídeos didácticos en la vana esperanza de que los alumnos vean en esto una oportunidad, no una crisis.
  • MI FAVORITO, el docente bloguero 🙋 (por @jordi_a): no se sabe qué hace salvo escribir en su blog sobre lo que hacen los demás docentes, a menudo para criticarlos, a veces irónco y divertido, otras amargo.
  • El docente desconcertado (por @salvaoret): que hace lo que puede.
  • El docente alquimista (por @eztabai): siempre buscando la piedra filosofal, experimentando cada día, mezclando técnicas, experiencias que recoge de Twitter, consejos de amistades, propuestas del alumnado, mezclando, aleando, uniendo reactivos, exponiéndose a explosiones varias.
  • El docente bombero o apagafuegos (por @joanpadros): docente metido a tareas directivas (que quién le mandaba a él) que se pasa el día intentando descifrar los enigmáticos códigos que envia la administración y resolviendo los pollos que le montan algun@s compañer@s de claustro. 


jueves, 9 de abril de 2020

Lo que de verdad importa: la situación de los sanitarios ¡Denuncia!

Comparte un amigo por whatsapp ,el comunicado publicado ayer por el comité de empresa del hospital de El Vendrell, hospital de referencia de nuestra zona de residencia. El documento muestra a las claras la situación límite que está viviendo el personal sanitario en esta localidad en concreto pero seguro que también a lo largo y ancho del país: sin controles ni prevención en condiciones y sin material de protección para hacer frente a la atención a un volumen de población creciente además durante estos días de Semana Santa (quedaos en vuestra puta casa, de verdad). 50 profesionales están de baja y, si no cambian las tornas, el número se va a ir incrementando.

Está en catalán, pero se entiende a la perfección. Os invito a leerlo (clic en la imagen).




El documento acaba así: "Nosotros no os abandonaremos, no permitáis que nos abandonen a nosotros". Pues eso, comparte, denuncia, protesta... No lo podemos permitir ni lo podemos normalizar. Cuando todo esto acabe va a llegar el momento de que nos pongamos las pilas y salgamos a apretar para que desde la política se priorice lo verdaderamente importante. ¡Un abrazo a todos los que estáis trabajando fuera de casa estos días y, sobre todo, a los sanitarios!

domingo, 5 de abril de 2020

Algunas propuestas desde la trinchera para el tercer trimestre (modestia aparte)

Leo últimamente en las redes reflexiones varias acerca de si el curso está perdido o sobre la dificultad para encontrar motivos o líneas de trabajo para los meses que nos esperan por delante. Servidor está planificando la vuelta a las aulas (es un decir) para después de las vacaciones de Semana Santa (en breve publicaremos post al respecto) y, personalmente, creo que hay muchos alicientes para retomar el trabajo después del receso vacacional. Es obvio, que en los centros educativos de toda España encontramos situaciones de lo más diversas. Mientras que algunos contextos han soportado perfectamente el test de estrés que ha supuesto el confinamiento, otros todavía están noqueados intentado entender de dónde ha venido el gancho que les ha llevado a dar de bruces con la lona.

Sea como sea, creo que no podemos hablar de curso perdido. Ni mucho menos. Con dos tercios del curso escolar cumplidos, considero que el año ha dado bastante de sí, al menos a nivel personal. Y no olvidemos que nos queda por delante, sin duda, la parte más difícil y compleja pero, por qué no decirlo, también más interesante del curso 2019-2020. En fin, que buscando motivos para volver al tajo en unos días se me ocurren cuatro grandes líneas de actuación a desarrollar desde el ámbito escolar. Me temo que no invento la sopa de ajo, pero en estos tiempos de incertidumbres no estaría mal tener claras cuatro ideas bien definidas para desarrollar nuestra labor a lo largo de los próximos meses de manera coherente.

En primer lugar, centraría los esfuerzos de todo el claustro en el acompañamiento del alumnado. Con esto no me refiero simplemente al hecho de estar en contacto con él para enviar tareas de cada materia más o menos de manera puntual. Que también, claro. Se trata, a mi modo de ver, de acompañar no solo el aprendizaje, sino también el cuidado emocional de la chavalada y, de paso, también de las familias. Podemos hacer lo que podemos hacer. Los medios que tenemos son limitados, pero con una buena coordinación en cada equipo docente y un buen trabajo de tutoría deberíamos tratar de estar lo más cerca posible de las familias. Me consta que es la línea de trabajo de la mayoría de centros. Pues vamos a reforzarla y a mantenerla.

En segundo lugar, resulta fundamental recuperar al alumnado "desconectado", sobre todo a aquel que lo está por culpa de la brecha digital. Muchos centros no tenían controlado este aspecto. Bueno, pues esta crisis nos va a permitir solventar esta situación, al menos a nivel de detección de situaciones conflictivas. Me imagino que todos los centros educativos estarán poniéndose a ello. Luego está cómo vamos a afrontar esas difíciles circunstancias de trabajo. Seguramente la respuesta venga desde la coordinación de la comunidad educativa en su conjunto. Si las administraciones educativas autónomicas no dan señales de vida en este sentido (está pasando), una vez más será comunidad educativa local la que deba encontrar soluciones para afrontar la crisis. El papel de los ayuntamientos, en este sentido, será fundamental. Me consta que muchos ya se están organizando para ofrecer el apoyo necesario. Por otro lado, también está el alumnado "desconectado" pero no precisamente por la brecha digital. Tener Internet en casa puede permitirte seguir los estudios en línea o marcarte un 24/7 de Fornite perpetuo. El apoyo de las familias en este sentido va a resultar fundamental para reconducir determinadas situaciones. Y por último tenemos la peliaguda cuestión de la atención a la diversidad, donde se nos complica todo exponencialmente. Dotar de los recursos humanos y de una organización coherente con las necesidades de cada centro no me parece una idea desdeñable, precisamente. Se dice pronto, lo sé. Pero de momento es lo que hay...

Otra línea de trabajo fundamental, a mi modo de ver, resulta la planificación de las propuestas educativas a desarrollar. Las tareas, vamos. Obviamente, aquí va a depender de la organización de cada centro. Propongo, en la medida de lo posible, coordinación entre equipos para no saturar al alumnado y para que las actividades sean coherentes tanto en volumen como en objetivos. Por otro lado, los docentes debemos adaptarnos a un nuevo esquema de trabajo donde se ha eliminado el componente presencial. Tengamos ello en cuenta para elaborar nuestras propuestas. Personalmente, considero que el contexto actual proporciona infinitas oportunidades para ligar el trabajo curricular con la realidad que estamos viviendo. No sería mala cosa, a mi modo de ver, realizar un esfuerzo de diseño en este sentido.

Y por último, me centraría en la planificación del siguiente curso. Como decía más arriba, este curso nos ha noqueado como sistema educativo. De aquí en adelante se abre un panorama de incertidumbre que nos va a obligar a trabajar en nuevos escenarios hace semanas imposibles de imaginar por muchos. Parece evidente que el componente tecnológico va adquirir una dimensión fundamental. Habrá que organizarse teniendo en cuenta todo el aprendizaje adquirido a lo largo de estas semanas (y el que vendrá, por supuesto).

Vaya, que mucho rollo para explicar lo que dije hace unas horas en Twitter. Por cierto, muchas gracias a @daniel_durantes por abrir el debate (seguramente sin voluntad de ello):
PD: Puntualización, no hablo de las administraciones educativas porque están, a mi modo de ver, todavía más noquedas que los centros y que el profesorado. Llegado el momento, considero que nos va a tocar arremagarnos y saltar al barro para exigir soluciones a muchas de las situaciones que estamos viviendo a lo largo de las últimas semanas. Pero eso, cuando todo esto pase (eh, Pac?) ¡Un abrazo y ánimo para estos días!