Si trabajas en un centro donde:
a) Tenéis integrado el uso de las TIC en vuestro día a día, tanto en aula como en el posible trabajo en casa que realice la chavalada.
b) En vuestro centro, TODO el alumnado dispone en casa de acceso a dispositivos electrónicos y conexión a la red.
c) Trabajáis de manera coordinada en equipos docentes (o cualquiera que sea vuestra unidad organizativa de referencia para trabajar el nivel).
Cierra la ventana y huye sin mirar atrás, este post no es para ti. (Pero bueno, ya que estás, antes de cerrar, pásate por comentarios y comparte la experiencia de estos días de trabajo. Seguro que resultará interesante leerte).
Si, por contra, no cumples como mínimo dos de los tres condicionantes anteriores, seguramente estarás más o menos de acuerdo en que la dinámica de "formación a distancia" que estamos desarrollando a lo largo de las últimas semanas no funciona. Y escribo "formación a distancia" entre comillas porque, desde luego, lo que estamos haciendo no tiene nada que ver con la formación a distancia real. Me refiero a propuestas formativas diseñadas ex profeso para ser implementadas on line. Y que no funcione es lógico, claro. Hemos iniciado el curso con un reparto de cartas y unas instrucciones precisas y, a mitad de curso, nos cambian la mano y nos dicen que las reglas del juego son otras. Prefiero, pues, hablar de "formación de emergencia", un concepto que he leído por ahí (perdón, no recuerdo dónde ni a quién) y que creo que se ajusta mejor a lo vivido estos días.
No obstante, creo que además de lo arriba mencionado, existen tres factores clave que permiten afirmar que el trabajo desarrollado estas semanas va a tener, como mínimo, un impacto limitado en el aprendizaje perseguido con las propuestas que se nos están llevando horas y horas de trabajo.
En primer lugar, está el propio perfil del alumnado. Durante los últimos años he tutorizado decenas de formaciones a distancia y, en general, he experimentado un porcentaje de abandono significativo en casi todas las propuestas desarrolladas (y el perfil de público ha sido de lo más diverso, os lo puedo asegurar). Alguien podría pensar que soy un pésimo tutor de formación on line (lo cual seguramente es cierto), pero os aseguro que los porcentaje de abandono de mis grupos han ido siempre en consonancia con los de mis compañeros/as tutores/as. Dicho sea de paso, sorprendentemente (o no), las formaciones con más
abandono/absentismo que he tutorizado son las dirigidas a docentes. Pero bueno, a lo que iba. Si en propuestas dirigidas y planteadas en origen para ser desarrolladas a distancia, en general, nos encontramos con tasas de abandono importantes, ¿qué podemos esperar de una formación desarrollada en etapas obligatorias con alumnado adolescente? No sé cuál será vuestra experiencia estos días, pero los grupos de bachillerato están respondiendo en participación y trabajo mucho mejor que los de la ESO. Son 3-4 años de diferencia en los que la madurez y la responsabilidad adquiridas ofrecen un plus de compromiso que puede significar un impacto mayor en términos de aprovechamiento y de aprendizaje. O no.
Otro motivo por el que podría no funcionar esta modalidad on line sobrevenida es el tipo de propuestas de aprendizaje planteadas. Y es que ha habido un guirigay importante en términos de diseño de trabajos on line. Ya hablamos de ello por aquí. En muchos casos se ha querido/debido improvisar modelos y plataformas nuevos donde no había una dinámica de trabajo previa en este sentido. Y claro, generar nuevas modalidades con medio grupo conectado, un tercio desaparecido y el otro en babia pues se torna de lo más complicado. Si le añades que la coordinación entre el equipo docente no sea el punto fuerte del centro y le sumas las dosis propias de estrés y tensión de una situación como la actual, pues ahí tienes un caldo de cultivo estupendo para cocinar un fantástico derroche de recursos al dente.
Y, por último, otro elemente clave quizá sea en la formación docente. Estamos formados (o deberíamos estarlo) para la formación presencial. Somos docentes de aula. Si bien es cierto que el mundo actual requiere de competencias digitales y que deberíamos integrarlas en lo posible en nuestra práctica diaria, estamos acostumbrados a programar y diseñar propuestas para el trabajo en clase. El paradigma de formación on line es muy distinto, por cuestiones obvias, al presencial. En la incapacidad de muchos docentes para transitar de uno a otro seguramente radique también una de las claves del asunto.
Pero, en cualquier caso, no nos engañemos. Las claves de este supuesto fracaso de la "formación de emergencia" que estamos llevando a cabo está en los tres puntos arriba mencionados. Si como docentes no tenemos integradas las TIC en nuestra práctica diaria, si no trabajamos de manera coordinada con el resto del equipo y, sobre todo, esto es de perogrullo, nuestro alumnado no está conectado pues todo este castillo de apps y plataformas multicolor que hemos montado va a servir entre poco y nada. Aunque aquí niego la mayor, si ha servido para acercarnos al menos a parte de nuestro alumnado y ofrecer algo de calor y proximidad en estos días complicados pues oye, seguiremos intentándolo. Al final, sin duda, lo de menos estos días sea lo académico. Ahora bien, ¡que no nos vendan motos ni nos engañen, que nos digan la verdá!
Sobre el punto 3 también habría que hablar de las herramientas de coordinación online que o bien se tenían antes o bien se han generado con esta formación de emergencia. Podría ser que, cuando la formación era presencial, se tuviera una buena coordinación con el resto de claustro mediante herramientas presenciales pero al pasar a la formación en línea se perdieran estos y no se tuvieran herramientas online de coordinación docente como alternativa. Eso ha pasado en mi centro (y sé que en muchos otros) y quizás es algo que haya que valorar tener en el futuro.
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