Leo últimamente en las redes reflexiones varias acerca de si el curso está perdido o sobre la dificultad para encontrar motivos o líneas de trabajo para los meses que nos esperan por delante. Servidor está planificando la vuelta a las aulas (es un decir) para después de las vacaciones de Semana Santa (en breve publicaremos post al respecto) y, personalmente, creo que hay muchos alicientes para retomar el trabajo después del receso vacacional. Es obvio, que en los centros educativos de toda España encontramos situaciones de lo más diversas. Mientras que algunos contextos han soportado perfectamente el test de estrés que ha supuesto el confinamiento, otros todavía están noqueados intentado entender de dónde ha venido el gancho que les ha llevado a dar de bruces con la lona.
Sea como sea, creo que no podemos hablar de curso perdido. Ni mucho menos. Con dos tercios del curso escolar cumplidos, considero que el año ha dado bastante de sí, al menos a nivel personal. Y no olvidemos que nos queda por delante, sin duda, la parte más difícil y compleja pero, por qué no decirlo, también más interesante del curso 2019-2020. En fin, que buscando motivos para volver al tajo en unos días se me ocurren cuatro grandes líneas de actuación a desarrollar desde el ámbito escolar. Me temo que no invento la sopa de ajo, pero en estos tiempos de incertidumbres no estaría mal tener claras cuatro ideas bien definidas para desarrollar nuestra labor a lo largo de los próximos meses de manera coherente.
En primer lugar, centraría los esfuerzos de todo el claustro en el acompañamiento del alumnado. Con esto no me refiero simplemente al hecho de estar en contacto con él para enviar tareas de cada materia más o menos de manera puntual. Que también, claro. Se trata, a mi modo de ver, de acompañar no solo el aprendizaje, sino también el cuidado emocional de la chavalada y, de paso, también de las familias. Podemos hacer lo que podemos hacer. Los medios que tenemos son limitados, pero con una buena coordinación en cada equipo docente y un buen trabajo de tutoría deberíamos tratar de estar lo más cerca posible de las familias. Me consta que es la línea de trabajo de la mayoría de centros. Pues vamos a reforzarla y a mantenerla.
En segundo lugar, resulta fundamental recuperar al alumnado "desconectado", sobre todo a aquel que lo está por culpa de la brecha digital. Muchos centros no tenían controlado este aspecto. Bueno, pues esta crisis nos va a permitir solventar esta situación, al menos a nivel de detección de situaciones conflictivas. Me imagino que todos los centros educativos estarán poniéndose a ello. Luego está cómo vamos a afrontar esas difíciles circunstancias de trabajo. Seguramente la respuesta venga desde la coordinación de la comunidad educativa en su conjunto. Si las administraciones educativas autónomicas no dan señales de vida en este sentido (está pasando), una vez más será comunidad educativa local la que deba encontrar soluciones para afrontar la crisis. El papel de los ayuntamientos, en este sentido, será fundamental. Me consta que muchos ya se están organizando para ofrecer el apoyo necesario. Por otro lado, también está el alumnado "desconectado" pero no precisamente por la brecha digital. Tener Internet en casa puede permitirte seguir los estudios en línea o marcarte un 24/7 de Fornite perpetuo. El apoyo de las familias en este sentido va a resultar fundamental para reconducir determinadas situaciones. Y por último tenemos la peliaguda cuestión de la atención a la diversidad, donde se nos complica todo exponencialmente. Dotar de los recursos humanos y de una organización coherente con las necesidades de cada centro no me parece una idea desdeñable, precisamente. Se dice pronto, lo sé. Pero de momento es lo que hay...
Otra línea de trabajo fundamental, a mi modo de ver, resulta la planificación de las propuestas educativas a desarrollar. Las tareas, vamos. Obviamente, aquí va a depender de la organización de cada centro. Propongo, en la medida de lo posible, coordinación entre equipos para no saturar al alumnado y para que las actividades sean coherentes tanto en volumen como en objetivos. Por otro lado, los docentes debemos adaptarnos a un nuevo esquema de trabajo donde se ha eliminado el componente presencial. Tengamos ello en cuenta para elaborar nuestras propuestas. Personalmente, considero que el contexto actual proporciona infinitas oportunidades para ligar el trabajo curricular con la realidad que estamos viviendo. No sería mala cosa, a mi modo de ver, realizar un esfuerzo de diseño en este sentido.
Y por último, me centraría en la planificación del siguiente curso. Como decía más arriba, este curso nos ha noqueado como sistema educativo. De aquí en adelante se abre un panorama de incertidumbre que nos va a obligar a trabajar en nuevos escenarios hace semanas imposibles de imaginar por muchos. Parece evidente que el componente tecnológico va adquirir una dimensión fundamental. Habrá que organizarse teniendo en cuenta todo el aprendizaje adquirido a lo largo de estas semanas (y el que vendrá, por supuesto).
Vaya, que mucho rollo para explicar lo que dije hace unas horas en Twitter. Por cierto, muchas gracias a @daniel_durantes por abrir el debate (seguramente sin voluntad de ello):
Muy de acuerdo. Propongo seguir trabajando para:
— Ramón Paraíso (at 🏠) (@monparaiso) April 4, 2020
1) Acompañar al alumnado.
2) Tratar de recuperar a los “desconectados”, especialmente por causa de la brecha.
3) Proponer iniciativas de aprendizaje vinculadas a la situación que estamos viviendo.
4) Planificar el siguiente curso.
PD: Puntualización, no hablo de las administraciones educativas porque están, a mi modo de ver, todavía más noquedas que los centros y que el profesorado. Llegado el momento, considero que nos va a tocar arremagarnos y saltar al barro para exigir soluciones a muchas de las situaciones que estamos viviendo a lo largo de las últimas semanas. Pero eso, cuando todo esto pase (eh, Pac?) ¡Un abrazo y ánimo para estos días!
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