viernes, 28 de agosto de 2020

Recompensas en el aprendizaje: propuestas de gamificación y premios al alumnado

No todo va a ser coronavirus. Se inicia un nuevo curso y los profesores estrenamos con ilusión proyectos y actividades para desarrollar con nuestro alumnado en las aulas. En muchas ocasiones, queremos compartir nuestros diseños y propuestas en las redes con (eso que hemos dado a llamar) nuestro claustro virtual, así que estos días pueden descubrirse prototipos e ideas de lo más variopinto. 

Personalmente, me llaman especialmente la atención algunos proyectos de gamificación (últimamente, no sé por qué, ambientados en propuestas cinematográficas de los ochenta) que, a mi juicio, presentan historias y narrativas auténticamente increibles. No pongo en duda el trabajazo que hay detrás de muchos de ellos (el esfuerzo de edición de materiales es titánico). No van por ahí los tiros. Mi duda, la de muchos profesionales creo, es si es necesario enmascarar de tal modo los objetivos de aprendizaje con el consabido mantra de "hay que generar motivación en el alumnado".

Y que conste que soy el primero en tratar de que mis clases (tono, materiales, planteamientos, propuestas, actividades, relación con el alumnado, etc.) sean lo más dinámicas y motivadoras posibles pero, no sé dónde, en algún punto debe haber una de esas famosas líneas rojas que no sé si deberíamos cruzar. Por supuesto, cada docente trabaja como mejor le parece y no juzgaré yo los métodos de nadie, faltaría más. Ahora bien, leo las recompensas que algunos de estos proyectos ofrecen a su alumnado por realizar bien las tareas y me surgen muchas, muchísimas dudas. Transcribo a continuación algunas de ellas:

  • Ganar un turno extra para poder volver a hacer la actividad para poder conseguir la máxima puntuación (sic).
  • Ganar el derecho a masticar chicle en clase y poder regalarle ese privilegio a algún compañero.
  • Conseguir el privilegio de convertirte en ayudante del/la maestro/a durante una clase.
  • Tener derecho a escuchar música en tu tablet durante la clase (con auriculares, eso sí).
  • Poder jugar con el ordenador en clase durante 30 minutos.
  • Poder tomar un zumo, cola-cao o snack ligero mientras estás en clase.
  • Optar a hacer algún juego físico en clase (signifique eso lo que signifique).
  • Tener la opción de cambiar de encargado (de grupo, se entiende).
  • Jugar con un/a amigo/a durante toda la mañana a los juegos de clase.
  • Jugar con tu móvil una o dos sesiones y escuchar música con los auriculares (el chico al que hace referencia la tarjeta se declara adicto al móvil).
  • Derecho a cambiarte de equipo de trabajo durante una semana.
  • Poder inventar un baile, juego o cualquier actividad que se te ocurra en clase.
  • Derecho a ir una vez al lavabo (¡!)
  • Sentarse al lado del profe durante una semana entera (Te sentirás profe y vivirás la experiencia de ser profesor, sic).
  • Poder recuperar un examen.
  • Disfrutar durante una hora del patio.
  • Poder sumar un punto extra en un examen.

Este tipo de recompensas me generan una cierta inquietud porque, a mi modo de ver, no tienen demasiado que ver con lo que la ciencia nos dice sobre el aprendizaje. Y no me quiero poner estupendo al respecto, pero muchas de las recompensas señaladas se me antojan una manera de "bienquedar" con nuestro alumnado permitiendo normas de conducta, a priori, alejadas de las propias de un espacio de aprendizaje. Y, obviamente, no estoy poniendo el grito en el cielo por tomar un zumo en clase o por comerte una barrita de chocolate. Simplemente me pregunto si ese tipo de acciones están alineadas con el resto del equipo docente o se orientan, seguro que involuntariamente (lo digo sin ironía, de verdad), a destacarnos como docentes ante el resto de nuestros compañeros.

Podríamos analizar otros aspectos como la narrativa de muchas historias, el espíritu competitivo que presentan muchas de ellas o la banalización de contenidos, por abrir algunos debates más. Como digo son muchas las preguntas que me surgen al ver algunas de estas propuestas. ¿Cómo lo véis vosotros?, ¿juzgáis que este tipo de recompensas no tienen mayor importancia?, ¿las usáis en vuestras propuestas? 

martes, 18 de agosto de 2020

Crónica de una chapuza anunciada: inicio del curso educativo 2020-2021

Desde que el 13 de marzo se cerraron los colegios en Cataluña se veía venir que el inicio del curso 2020-2021 iba a ser de lo más problemático y conflictivo. Pasado el aturdimiento inicial, fueron muchas las voces que destacaron la necesidad de priorizar la planificación y organización del siguiente curso para evitar lo que a quince días de inicio del mismo parece ya inevitable: una chapuza de dimensiones colosales. 

A la dificultad intrínseca de gestionar una situación tan complicada como la generada por la pandemia (eso no hay quién lo discuta), se le suma una gestión de lo más errática por parte de las administraciones educativas de turno, que no han sabido tomar decisiones valientes y que han dejado en manos de los equipos directivos la gestión del marrón. Unos equipos directivos, no lo olvidemos, atados de pies y manos ante la falta de recursos y de directrices claras.

Borradores y protocolos imprecisos, informaciones filtradas a los medios contradictorias con las proporcionadas a las direcciones, falta de recursos y de inversión, plantillas insuficientes, incapacidad para dialogar con los ayuntamientos de una manera eficaz y ausencia de espacios necesarios son algunos de los grandes errores de la administración educativa catalana (me temo que sería extensible al resto del estado) en la planificación del ejercicio 2020-2021. A todos ellos se le suma la incapacidad de tomar decisiones valientes (seguramente impopulares) con las cuales hacer frente al nuevo curso con ciertas garantías. Insisto, nadie dice que sea fácil, pero gestionar implica mojarse y tomar decisiones aun a riesgo de equivocarse.

Cualquiera que conozca mínimamente el sistema educativo público de este país sabe que estamos al borde del colapso, tanto a nivel de infraestructuras y de espacios como de personal. Con cifras de inversión muy por debajo de las que establece la propia ley educativa desde su aprobación, es imposible que sin un incremento de los recursos pueda hacerse frente a una situación que claramente demanda de más contrataciones de personal y, sobre todo, de más espacios. Todo lo que no sea incrementar de manera notable (no simplemente cosmética) la inversión se me antoja una auténtica farsa administrativa.

Por otro lado, leemos estos días (¡a 16 de agosto!) que el Departamento de Salud y el de Educación se emplazan a reunirse esta semana para evaluar las ratios, el uso de mascarillas y las cuarentenas. ¿En serio? ¿A menos de dos semanas del inicio de curso aún estamos con estas? En mi opinión, un auténtico despropósito, la verdad. En fin, veremos como evoluciona todo pero me temo que volvemos a un escenario todavía peor que el del 13 de marzo, con una comunidad educativa muchísimo más estresada y con un entorno socioeconómico que se va a ir degradando progresivamente a lo largo de los próximos meses. Desde el ámbito del profesorado intentaremos estar a la altura de las circunstancias pero la verdad es que no nos lo están poniendo nada, pero nada fácil.

Empieza la cuenta atrás. ¡Ánimo a todas!


sábado, 1 de agosto de 2020

"La guerra no tiene rostro de mujer", algunas propuestas de trabajo en el aula

Acabo de leer "La guerra no tiene rostro de mujer", tremenda obra de Svetlana Alexievich donde la premio Nobel bielorrusa da voz a las mujeres que combatieron con el ejército soviético durante la segunda Guerra Mundial. Se trata, como no puede ser de otra manera, de un libro de impacto donde aparecen centenares de experiencias de lo más diversas que dibujan un panorama absolutamente brutal y desolador de los años de la guerra a lo largo y ancho del frente oriental. La obra es una clara muestra del original y característico estilo de Alexievich, donde los testimonios en primera persona se suceden a ritmo vertiginoso analizando distintos ámbitos de la guerra desde una perspectiva femenina, signifique eso lo que signifique.

Tal y como me ha ocurrido con la lectura de otros libros de la autora (recomiendo encarecidamente"El fin del homo sovieticus" y "Voces de Chernóbil"), las obras de Alexievich tienen, a mi entender, el valor de mostrar la condición humana en toda su complejidad. Y es que la riqueza y diversidad de los testimonios recopilados es tan amplia, rica y variada que hablar de una única perspectiva ante los hechos narrados resulta nada menos que una quimera. Es por ello que el principal valor de las obras de la premio Nobel radica, como se ha señalado en innumerables ocasiones, en convertirse en "la voz de los sin voz", en este caso en la de centenares de miles de mujeres rusas que se jugaron y dejaron la vida (o parte de ella) en el frente durante el conflicto contra la Alemania nazi. Mujeres que, lamentablemente, a la vuelta de la guerra se toparon con el olvido y la indiferencia, cuando no directamente el desprecio, de un estado y de un pueblo por el que ejercieron tales sacrificios.

Obviamente, la lista de barbaridades descrita por las protagonistas a lo largo del libro deja al lector completamente helado. No han sido ni una ni dos, las veces que se ha dejado reposar el libro en la mesilla para coger un poco de aire. No hablamos precisamente de una lectura veraniega. No obstante, se trata de una obra donde también hay espacio para la luz y la esperanza. Y es que, como se dice a menudo, las situaciones más dramáticas que enfrenta el ser humano son terreno abonado para las reacciones extremas, para la bondad desinteresada, pero también para la maldad más despreciable.

En definitiva, un libro que escapa al concepto de historia militar y que se adentra por terrenos mucho más amplios y ricos que van desde la psicología a la antropología, pasando por la filosofía, etc. Es por ello que durante la lectura un servidor, deformación profesional mediante, ha ido pensando en posibles usos y/o propuestas de trabajo para desarrollar en el aula a partir de la obra (hicimos algo similar con "Facha", de Jason Stanley). Aquí van, a modo de esquema, algunas de ellas. Unas son quizás más exclusivas de las ciencias sociales pero diría que todas pueden presentar un enfoque transversal y abierto.
  • Carteles para la paz: la cartelería propagandística de guerra ha sido un eje de estudio ampliamente analizado por la historiografía. Existe una producción riquísima, en este sentido.  La propuesta, en este sentido, pretende alterar la motivación del producto, en este caso de los carteles. En base a una selección de diseños elaborada por el profesor se instaría al alumnado a elaborar su propia cartelería para, en ver de llamar a la movilización y a la resistencia, invitar a la ciudadanía a promover la paz y evitar el conflicto. Algo así como "no queremos que te alistes, queremos que no lo hagas y te diremos el porqué".
  • Una acción muy básica pero que puede generar interesantes dinámicas de reflexión es la lectura dialógica de pasajes del libro por bloques temáticos en función de aquello que se quiera trabajar (papel de la mujer en la guerra, relación con los prisioneros alemanes, cómo recibe la sociedad civil a las mujeres una vez licenciadas del ejército, qué diferencias existen respecto los hombres, conceptos de bondad, sacrificio, patria, etc.) A partir de estas selecciones de materiales podrían establecer conversaciones en grupos de pequeño, medio y gran formato sobre los temas seleccionados.
  • Establecer una comparativa entre el papel y la movilización de la mujer rusa y la española durante la Guerra Civil. ¿Cuántas mujeres fueron movilizadas en uno y en otro país?, ¿qué papel jugaron en uno y otro bando durante la Guerra Civil española? La presentación de resultados podría ser en distintos formatos: infografía, podcasts breves, cartelería, mapas, gráficos, etc.
  • Estudio de la propaganda de guerra y el impacto en la sociedad del momento. Podría ser interesante la lectura del panfleto "Mata" de Ilya Ehrenburg, donde el autor ruso-judío, enemigo acérrimo de la Alemania nazi insta a los soldados rusos a "arrancad por la violencia el orgullo racial de las mujeres alemanas!…¡Violad, destruid, matad!”. No acaba aquí la cosa, Ehrenburg no se corta un pelo: "[...] Si no puedes matar a un alemán con una bala, mátalo con la bayoneta. Si hay calma en tu parte del frente o esperas la lucha, mata a un alemán mientras tanto. Si matas un alemán mata a otro y a otro… –no hay nada más diverido para nosotros que un puñado de cadáveres alemanes. No cuentes los días ni los kilómetros, cuenta solo el número de alemanes que has matado. Mata al alemán –eso es lo que os piden vuestras abuelas ¡mata a los alemanes!- esa es la oración de tu hijo. ¡Mata a los alemanes! –tu patria te lo pide. No falles, no desistas ¡Mata!”. Un texto, sin duda, que da para mucho.
  • Debate conjunto sobre si existe, en la época tratada en la obra, una perspectiva femenina de la guerra. En caso de que se considere que es así, ¿qué la diferencia de la masculina?, y hoy en día?, ¿cuál dirías que es la situación, en este sentido? 
  • La perspectiva geográfica siempre me resulta enormemente interesante. En este sentido, se podría elaborar una cartografía de la obra que muestre los avances de uno y otro ejército en base a los testimonios aportados. La geolocalización de espacios por equipos de trabajo a partir de una selección de materiales asignada por el/la docente podría ser posible una vía de trabajo para mostrar aspectos cruciales de cualquier guerra (estrategia militar, aprovisionamiento, políticas de gestión territorial, etc.).
Pues bien, son algunas propuestas pensadas y redactadas a bote pronto una vez finalizada la lectura. En cualquier caso, recomiendo sin dudarlo la lectura de "La guerra no tiene rostro de mujer" y que saques tus propias conclusiones. !Y ya si las compartes por aquí pues será genial! 😜