No todo va a ser coronavirus. Se inicia un nuevo curso y los profesores estrenamos con ilusión proyectos y actividades para desarrollar con nuestro alumnado en las aulas. En muchas ocasiones, queremos compartir nuestros diseños y propuestas en las redes con (eso que hemos dado a llamar) nuestro claustro virtual, así que estos días pueden descubrirse prototipos e ideas de lo más variopinto.
Personalmente, me llaman especialmente la atención algunos proyectos de gamificación (últimamente, no sé por qué, ambientados en propuestas cinematográficas de los ochenta) que, a mi juicio, presentan historias y narrativas auténticamente increibles. No pongo en duda el trabajazo que hay detrás de muchos de ellos (el esfuerzo de edición de materiales es titánico). No van por ahí los tiros. Mi duda, la de muchos profesionales creo, es si es necesario enmascarar de tal modo los objetivos de aprendizaje con el consabido mantra de "hay que generar motivación en el alumnado".
Y que conste que soy el primero en tratar de que mis clases (tono, materiales, planteamientos, propuestas, actividades, relación con el alumnado, etc.) sean lo más dinámicas y motivadoras posibles pero, no sé dónde, en algún punto debe haber una de esas famosas líneas rojas que no sé si deberíamos cruzar. Por supuesto, cada docente trabaja como mejor le parece y no juzgaré yo los métodos de nadie, faltaría más. Ahora bien, leo las recompensas que algunos de estos proyectos ofrecen a su alumnado por realizar bien las tareas y me surgen muchas, muchísimas dudas. Transcribo a continuación algunas de ellas:
- Ganar un turno extra para poder volver a hacer la actividad para poder conseguir la máxima puntuación (sic).
- Ganar el derecho a masticar chicle en clase y poder regalarle ese privilegio a algún compañero.
- Conseguir el privilegio de convertirte en ayudante del/la maestro/a durante una clase.
- Tener derecho a escuchar música en tu tablet durante la clase (con auriculares, eso sí).
- Poder jugar con el ordenador en clase durante 30 minutos.
- Poder tomar un zumo, cola-cao o snack ligero mientras estás en clase.
- Optar a hacer algún juego físico en clase (signifique eso lo que signifique).
- Tener la opción de cambiar de encargado (de grupo, se entiende).
- Jugar con un/a amigo/a durante toda la mañana a los juegos de clase.
- Jugar con tu móvil una o dos sesiones y escuchar música con los auriculares (el chico al que hace referencia la tarjeta se declara adicto al móvil).
- Derecho a cambiarte de equipo de trabajo durante una semana.
- Poder inventar un baile, juego o cualquier actividad que se te ocurra en clase.
- Derecho a ir una vez al lavabo (¡!)
- Sentarse al lado del profe durante una semana entera (Te sentirás profe y vivirás la experiencia de ser profesor, sic).
- Poder recuperar un examen.
- Disfrutar durante una hora del patio.
- Poder sumar un punto extra en un examen.
Este tipo de recompensas me generan una cierta inquietud porque, a mi modo de ver, no tienen demasiado que ver con lo que la ciencia nos dice sobre el aprendizaje. Y no me quiero poner estupendo al respecto, pero muchas de las recompensas señaladas se me antojan una manera de "bienquedar" con nuestro alumnado permitiendo normas de conducta, a priori, alejadas de las propias de un espacio de aprendizaje. Y, obviamente, no estoy poniendo el grito en el cielo por tomar un zumo en clase o por comerte una barrita de chocolate. Simplemente me pregunto si ese tipo de acciones están alineadas con el resto del equipo docente o se orientan, seguro que involuntariamente (lo digo sin ironía, de verdad), a destacarnos como docentes ante el resto de nuestros compañeros.
Podríamos analizar otros aspectos como la narrativa de muchas historias, el espíritu competitivo que presentan muchas de ellas o la banalización de contenidos, por abrir algunos debates más. Como digo son muchas las preguntas que me surgen al ver algunas de estas propuestas. ¿Cómo lo véis vosotros?, ¿juzgáis que este tipo de recompensas no tienen mayor importancia?, ¿las usáis en vuestras propuestas?
Me parece más propio de una película distópica, Ramón. Ya lo empezamos a lamentar, ya,que todo esto sube para arriba y un día te encuentras así en el quirófano a corazón abierto mientras bailan la conga.
ResponderEliminarY te pegan unos post its en las entrañas... EN fin, es lo que hay, Manu! Un abrazo!
EliminarConsidero muy interesante tu cuestionamiento y algunas veces me la he hecho yo mismo al poner en práctica algunas recompensas sino iguales si muy similares, sin embargo al final todo dependerá de tus alumnos y los resultados que observes en tu clase.
ResponderEliminar