martes, 18 de agosto de 2020

Crónica de una chapuza anunciada: inicio del curso educativo 2020-2021

Desde que el 13 de marzo se cerraron los colegios en Cataluña se veía venir que el inicio del curso 2020-2021 iba a ser de lo más problemático y conflictivo. Pasado el aturdimiento inicial, fueron muchas las voces que destacaron la necesidad de priorizar la planificación y organización del siguiente curso para evitar lo que a quince días de inicio del mismo parece ya inevitable: una chapuza de dimensiones colosales. 

A la dificultad intrínseca de gestionar una situación tan complicada como la generada por la pandemia (eso no hay quién lo discuta), se le suma una gestión de lo más errática por parte de las administraciones educativas de turno, que no han sabido tomar decisiones valientes y que han dejado en manos de los equipos directivos la gestión del marrón. Unos equipos directivos, no lo olvidemos, atados de pies y manos ante la falta de recursos y de directrices claras.

Borradores y protocolos imprecisos, informaciones filtradas a los medios contradictorias con las proporcionadas a las direcciones, falta de recursos y de inversión, plantillas insuficientes, incapacidad para dialogar con los ayuntamientos de una manera eficaz y ausencia de espacios necesarios son algunos de los grandes errores de la administración educativa catalana (me temo que sería extensible al resto del estado) en la planificación del ejercicio 2020-2021. A todos ellos se le suma la incapacidad de tomar decisiones valientes (seguramente impopulares) con las cuales hacer frente al nuevo curso con ciertas garantías. Insisto, nadie dice que sea fácil, pero gestionar implica mojarse y tomar decisiones aun a riesgo de equivocarse.

Cualquiera que conozca mínimamente el sistema educativo público de este país sabe que estamos al borde del colapso, tanto a nivel de infraestructuras y de espacios como de personal. Con cifras de inversión muy por debajo de las que establece la propia ley educativa desde su aprobación, es imposible que sin un incremento de los recursos pueda hacerse frente a una situación que claramente demanda de más contrataciones de personal y, sobre todo, de más espacios. Todo lo que no sea incrementar de manera notable (no simplemente cosmética) la inversión se me antoja una auténtica farsa administrativa.

Por otro lado, leemos estos días (¡a 16 de agosto!) que el Departamento de Salud y el de Educación se emplazan a reunirse esta semana para evaluar las ratios, el uso de mascarillas y las cuarentenas. ¿En serio? ¿A menos de dos semanas del inicio de curso aún estamos con estas? En mi opinión, un auténtico despropósito, la verdad. En fin, veremos como evoluciona todo pero me temo que volvemos a un escenario todavía peor que el del 13 de marzo, con una comunidad educativa muchísimo más estresada y con un entorno socioeconómico que se va a ir degradando progresivamente a lo largo de los próximos meses. Desde el ámbito del profesorado intentaremos estar a la altura de las circunstancias pero la verdad es que no nos lo están poniendo nada, pero nada fácil.

Empieza la cuenta atrás. ¡Ánimo a todas!


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