Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Tribu (del latín tribus) 1. f. Cada una de las agrupaciones en las que algunos pueblos estaban divididos. 2. f. Grupo social primitivo de un mismo origen, real o supuesto, cuyos miembros suelen tener en común usos y costumbres. 3. f. coloq. Grupo grande de personas con alguna característica en común. 4. f. Biol. Cada uno de los grupos taxonómicos en que se dividen muchas familias y que, a su vez, se dividen en géneros.
No se me ocurre un trabajo más social que el de profesor. Estamos rodeados constantemente de gente que, de hecho, es quien da sentido a nuestra labor profesional. A diario preparamos actividades, exámenes, dinámicas, debates, pruebas, salidas y excursiones pensando en nuestro alumnado. Trabajamos, pues, para la gente pero ¿trabajamos con la gente? Me explico.
Por pequeño que sea nuestro centro educativo, compartimos espacio, tiempo y (sobre todo) alumnado con otros profesionales. Antes de impartir nuestra clase de historia, una profesora de ciencias habrá explicado senos y cosenos y, después de la pelea con la revolución industrial, se oirán los acordes del verbo to be o, con excepcional suerte, los rudimentos del first conditional. Compartimos, pues, espacio, tiempo y alumnado, pero me temo que en la gran mayoría de situaciones eso es lo único que tenemos en común. De hecho, quizás más que compartir lo que hacemos sea compartimentar.
Desde bien antiguo el ser humano ha trabajado en grupo. Nuestros ancentros ya colaboraban en el desarrollo de las tareas que proporcionaban su sustento. El trabajo de los distintos miembros de la tribu iba dirigido al mismo objetivo: la provisión de alimento para la supervivencia. En este sentido, parece demostrado que las distintas especies de homínidos del paleolítico cazaban en grupo. Cazar un bisonte encabronado parece una tarea algo más asumible (¡!) con cuatro o cinco tipos que te cubran las espaldas, ¿cierto?
No pretendo equiparar al alumnado con bisontes paleolíticos (ahí queda la idea), sino reflexionar sobre las ventajas que puede aportar el trabajo colaborativo entre profesionales de un mismo centro. Cooperar con nuestros compañeros nos enriquece como profesionales y mejora nuestra práctica docente. Seguidamente se apuntan tres ventajas que puede ofrecer la colaboración del claustro.
1. Transmisión de experiencia y conocimiento. Seguro que nuestros compañeros tienen vivencias, conocimientos, formación y experiencias formidables, ya sean en el campo de la docencia o en otros campos profesionales. Buscar espacios (formales e informales) para compartir esas experiencias y conocimientos es fundamental para nuestro enriquecimiento profesional y, en consecuencia, para la mejora de la práctica docente del centro.
2. Creación de productos educativos más completos y sugerentes. Fruto de la colaboración entre distintas áreas pueden surgir ideas y proyectos muy originales y, por tanto, mucho más sugerentes para el alumnado. Limitarnos al desarrollo curricular por asignaturas y/o por disciplinas científicas produce "conocimientos estancos" propios de un sistema inmovilista carente de flexibilidad y dinamismo.
3. Frente común ante los retos por venir. Si todos estamos de acuerdo en que la prioridad es la caza del bicho, la "bisonte burguer" ya está mucho más cerca. En cambio, si cada uno se preocupa de sus propios objetivos lo más probable sea que pasemos hambre. Así pues, trabajando todos a una y definiendo los principales retos de manera conjunta vamos a estar mucho más preparados y, seguramente, vamos a ser también mucho más efectivos y eficaces.
Educar para la tribu y desde la tribu. Suena bien, ¿eh?
Estupenda reflexión. No sólo comparto lo que expresas, también la delicadeza al contarlo, al sentirlo, al vivirlo. Gracias
ResponderEliminarGracias! No se me ocurre nada mejor que colaborar para conseguir una educación mejor. Gracias por pasarte por aquí! Un abrazo!
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