Estimado alumnado,
Mañana se inicia el curso 2015-16 en los centros de formación de personas adultas de Cataluña y, seguramente, ya habrá empezado o estará a punto de hacerlo en el resto de España.
Profesores y alumnos compartimos nervios e ilusión en el inicio del nuevo curso. Nosotros, por un lado, porque ponemos por fin rostros a los grupos para los que hemos pensado y repensado mil y una actividades durante los últimos meses. Vosotros, por el otro, porque retomáis vuestros estudios después de meses e incluso años de haber estado alejados del mundo académico.
Para aquellos que hace años que no pisáis un aula sabemos que es un momento complicado. Volver a adquirir rutinas y hábitos de trabajo en relación al estudio puede resultar un pelín estresante, especialmente en aquellos casos en los que debéis compaginar el curso con trabajos, hijos y otras obligaciones propias de la vida adulta. No obstante, nuestra experiencia nos dice que el esfuerzo, el trabajo y la ilusión que dedicáis en esta vuelta a las aulas puede asegurar el éxito de la empresa.
Conocemos, pues, las dificultades derivadas del regreso a las aulas, pero también las motivaciones que os mueven. Son muchas las personas que pasan por nuestros centros cada año. Cada una de ellas con realidades y situaciones personales totalmente diferentes. Aunque tienen un denominador común: la inquietud que os empuja a complementar vuestra formación con miras a acceder, en la gran mayoría de casos, a una mejora profesional.
Es posible también que a muchos de vosotros no os haga falta ningún título. Pero esa inquietud os ha traído hasta un centro de formación de adultos para estudiar algo que os complemente, que os divierta, que os entretenga, que os refresque la memoria o que os acompañe. Nosotros, evidentemente, estaremos a vuestro lado. Porque sea cual sea la meta, estudiar os hace grandes, os fortalece el espíritu. Y porque, en definitiva, el (re)aprendizaje tiene muchas caras, muchas respuestas a una sola pregunta, muchos héroes que luchan para conseguir un mismo objetivo: la voluntad de ser mejores personas.
Nosotros, los docentes, tenemos compromisos que van más allá de impartir clases. Para empezar, el compromiso con vosotros, los alumnos. En vuestro recorrido educativo, cada uno tenéis una serie de experiencias repletas de éxitos y de fracasos. Los profesores somos conscientes de ello y debemos ayudaros a volver a ese recorrido desde donde lo dejasteis, aprovechando vuestras aptitudes, fortaleciendo vuestras debilidades con el fin de construir un aprendizaje de futuro. Pero, además, y durante la construcción de vuestro recorrido, hay que cultivar el aprendizaje autónomo, el desarrollo del espíritu crítico y la conciencia social como herramientas de soporte de la educación para toda la vida.
Para cumplir con este compromiso, los docentes utilizaremos metodologías que rompan con las maneras tradicionales, que se alejen de lo que hayáis vivido con anterioridad en el aula. No podemos repetir esquemas de fracasos anteriores, necesitáis retos que os impliquen en vuestro aprendizaje. Los profesores os queremos despiertos, abiertos, motivados. Por eso, debemos originar auténticas experiencias educativas, colaborativas e impactantes tanto dentro como fuera del aula.
Y es que las aulas no son celdas. Todas deberían tener las puertas abiertas. Y en ese sentido, otro de los compromisos que debemos cumplir los docentes es establecer puentes con la sociedad, con la comunidad educativa, con las entidades cívicas, sociales y culturales del entorno. Durante vuestra estancia en los centros de adultos, pasáis de ser alumnos a creadores de conocimiento, os convertís en agentes activos de la comunidad. Sois portavoces de la educación de kilómetro 0, la que se genera en las aulas, la que se expande por el barrio y la que, finalmente, se comparte con vuestro municipio o ciudad para proporcionar cultura de proximidad.
En conclusión, para que este curso sea un éxito, todos debemos comprometernos al máximo. Y juntos haremos de este duro camino un paseo compartido. Porque entre tanto aprendizaje, compromiso y tal, hay que disfrutar del paisaje, pasarlo bien, hacer unas risas con los compañeros, con los profesores, con las administrativas, con las señoras de la limpieza del centro. Si estamos contentos, estamos motivados. Y aprendemos. Y eso es lo que, al fin y al cabo, queremos todos.
Mañana se inicia el curso 2015-16 en los centros de formación de personas adultas de Cataluña y, seguramente, ya habrá empezado o estará a punto de hacerlo en el resto de España.
Profesores y alumnos compartimos nervios e ilusión en el inicio del nuevo curso. Nosotros, por un lado, porque ponemos por fin rostros a los grupos para los que hemos pensado y repensado mil y una actividades durante los últimos meses. Vosotros, por el otro, porque retomáis vuestros estudios después de meses e incluso años de haber estado alejados del mundo académico.
Para aquellos que hace años que no pisáis un aula sabemos que es un momento complicado. Volver a adquirir rutinas y hábitos de trabajo en relación al estudio puede resultar un pelín estresante, especialmente en aquellos casos en los que debéis compaginar el curso con trabajos, hijos y otras obligaciones propias de la vida adulta. No obstante, nuestra experiencia nos dice que el esfuerzo, el trabajo y la ilusión que dedicáis en esta vuelta a las aulas puede asegurar el éxito de la empresa.
Conocemos, pues, las dificultades derivadas del regreso a las aulas, pero también las motivaciones que os mueven. Son muchas las personas que pasan por nuestros centros cada año. Cada una de ellas con realidades y situaciones personales totalmente diferentes. Aunque tienen un denominador común: la inquietud que os empuja a complementar vuestra formación con miras a acceder, en la gran mayoría de casos, a una mejora profesional.
Es posible también que a muchos de vosotros no os haga falta ningún título. Pero esa inquietud os ha traído hasta un centro de formación de adultos para estudiar algo que os complemente, que os divierta, que os entretenga, que os refresque la memoria o que os acompañe. Nosotros, evidentemente, estaremos a vuestro lado. Porque sea cual sea la meta, estudiar os hace grandes, os fortalece el espíritu. Y porque, en definitiva, el (re)aprendizaje tiene muchas caras, muchas respuestas a una sola pregunta, muchos héroes que luchan para conseguir un mismo objetivo: la voluntad de ser mejores personas.
Nosotros, los docentes, tenemos compromisos que van más allá de impartir clases. Para empezar, el compromiso con vosotros, los alumnos. En vuestro recorrido educativo, cada uno tenéis una serie de experiencias repletas de éxitos y de fracasos. Los profesores somos conscientes de ello y debemos ayudaros a volver a ese recorrido desde donde lo dejasteis, aprovechando vuestras aptitudes, fortaleciendo vuestras debilidades con el fin de construir un aprendizaje de futuro. Pero, además, y durante la construcción de vuestro recorrido, hay que cultivar el aprendizaje autónomo, el desarrollo del espíritu crítico y la conciencia social como herramientas de soporte de la educación para toda la vida.
Para cumplir con este compromiso, los docentes utilizaremos metodologías que rompan con las maneras tradicionales, que se alejen de lo que hayáis vivido con anterioridad en el aula. No podemos repetir esquemas de fracasos anteriores, necesitáis retos que os impliquen en vuestro aprendizaje. Los profesores os queremos despiertos, abiertos, motivados. Por eso, debemos originar auténticas experiencias educativas, colaborativas e impactantes tanto dentro como fuera del aula.
Y es que las aulas no son celdas. Todas deberían tener las puertas abiertas. Y en ese sentido, otro de los compromisos que debemos cumplir los docentes es establecer puentes con la sociedad, con la comunidad educativa, con las entidades cívicas, sociales y culturales del entorno. Durante vuestra estancia en los centros de adultos, pasáis de ser alumnos a creadores de conocimiento, os convertís en agentes activos de la comunidad. Sois portavoces de la educación de kilómetro 0, la que se genera en las aulas, la que se expande por el barrio y la que, finalmente, se comparte con vuestro municipio o ciudad para proporcionar cultura de proximidad.
En conclusión, para que este curso sea un éxito, todos debemos comprometernos al máximo. Y juntos haremos de este duro camino un paseo compartido. Porque entre tanto aprendizaje, compromiso y tal, hay que disfrutar del paisaje, pasarlo bien, hacer unas risas con los compañeros, con los profesores, con las administrativas, con las señoras de la limpieza del centro. Si estamos contentos, estamos motivados. Y aprendemos. Y eso es lo que, al fin y al cabo, queremos todos.
¡Feliz inicio de curso!
PD. Esta carta ha sido escrita conjuntamente con el compañero Josep Miquel Arroyo. No te pierdas su blog, Didàctic, donde vas a encontrar gran parte de su interesante trabajo en el aula.
Puedes encontrar más entradas sobre formación de adultos haciendo clic aquí.
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Hola. Feliz inicio de curso para todos.!
ResponderEliminarIgualmente, Marta! Un abrazo!
EliminarClara y directa. Felicidades por esta carta. Ahora sólo falta que la lean los alumnos. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Alberto! Lo importante, en cualquier caso, es que tengamos bien presentes nuestros compromisos reflejados en la carta. A partir de ahí seguro que todo va rodado! ;-) Un abrazo!
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