miércoles, 13 de enero de 2016

Alumnado alumnizado

Recupero un concepto que leí a Jordi Domènech citando a Débora Kozak (siendo amigos, me perdonarán si la cita no fuera correcta) para explicar un hecho que se me presenta en los últimos tiempos cada inicio de trimestre. Se trata del concepto o idea de "alumnado alumnizado". Entiéndase por alumno o alumna alumnizado, en el género que corresponda, (al menos ésa fue mi interpretación) aquel que, metodológicamente hablando, no se anda con demasiadas historias. Me explico. Se trata, en líneas generales, de un tipo de alumnado de libro de texto, apuntes y examen final, con su recuperación y tal. Al alumnado alumnizado no le marees con proyectos ni problemas cercanos a su realidad cotidiana. Tampoco es demasiado amante de las rúbricas ni de la autoevaluación ("pon la nota tú, profe, que para eso te pagan"). Huye, también, de los trabajos en grupo y del rol central del aprendiz en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En definitiva, al alumnado alumnizado ofrécele una buena explicación del tema, plantifícale a final de trimestre un buen examen final -ristra de actividades preparatorias mediante- y aquí paz y después gloria.

En Cataluña, el curso de graduado en educación secundaria para personas adultas  se organiza mediante módulos trimestrales. Ello permite que, cada tres meses, nuevos alumnos se incorporen a nuestros centros para cursar esta formación. Así pues, estos primeros días de clase nos dedicamos, como es lógico, a presentar los contenidos, metodologías y sistemas de evaluación que vamos a poner en práctica durante los próximos meses. En los últimos tiempos venimos ensayando nuevas maneras de trabajar con estos grupos. Ya hemos dicho por aquí en más de una ocasión que determinadas formaciones de los centros de adultos están siendo copadas por alumnado expulsado -literalmente, en muchos casos-, de manera más o menos reciente, de los centros de educación secundaria. Decidimos pues, hace unos años, optar por metodologías más o menos activas que favoreciesen otra relación del alumnado con el aprendizaje. En ello seguimos.

¿Cuál es la respuesta general de un alumnado acostumbrado a años y años de apuntes, resúmenes, lecturas obligatorias y exámenes finales cuando, de repente, se encuentra con la desaparición del libro de texto, con el encargo de desarrollar una audioguía literaria, diseñar una guía de viaje, crear su propio medio de comunicación, realizar un anuncio televisivo o crear una obra artística? Pues, en general, la primera reacción es de sorpresa, claro. Y la segunda, normalmente, es la de preguntar por el examen. La gran mayoría, a pesar de las reticencias iniciales, acaba entrando al trapo y disfrutando del proceso de trabajo (y, huelga decirlo, aprendiendo muchísimo). En líneas generales, pues, estamos contentos. Muchísimas cosas a mejorar pero buenas sensaciones. Además, el número de graduados en los últimos años ha crecido notablemente, aunque no se trata tan solo de cifras. Lo más interesante es apreciar las dinámicas colaborativas que se generan en el aula y, sobre todo, la recuperación de la confianza perdida a lo largo de años y años de ostracismo académico de muchos de nuestros estudiantes. No obstante, siempre queda quien recela y pide una vuelta a estrategias y metodologías, digámoslo así, más tradicionales.

Y es más que lógica, y lícita, esta demanda, por supuesto. Se trata de dinámicas de trabajo interiorizadas intensamente por la fuerza del tiempo. De tal manera, con tal intensidad, de hecho, que nos resulta de lo más normal que el principal mecanismo de evaluación presente en los centros educativos, cada vez en etapas más tempranas, dicho sea de paso, sea responder con bolígrafo -azul o negro- sobre un papel cuestiones de distinta índole. Exámenes, le llamamos, y al parecer su superación resulta una prueba inequívoca de conocimiento y capacidades varias. 

En fin, que no se me ocurre mayor agente "alumnizador" de nuestros alumnos que el propio profesorado ("profesorizado", añadiría). Quizá sea el momento de mirarnos al espejo y buscar nuevas vías de trabajo que permitan "desalumnizar" a nuestro alumnado y, de paso, "desprofesorizarnos" un pelín, nosotros también. "Palabros" al margen, no me parece ninguna tontería, la verdad.

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6 comentarios :

  1. Tu entrada me ha recordado a un post, charla, tuit...? (no recuerdo el origen) que explicaba que un alumno le había soltado una vez: "no nos hagas pensar profe!"

    Si ya es complicado intentar realizar cambios en el aula, cuando es el propio alumnado el que se pone de espaldas (por no nombrar otra parte de la anatomía humana) aún se hace más complicado salir adelante. Pero igual que hay profesorado que prefiere el método tradicional, también habrá alumnado que lo prefiera? Debemos "pinchar" a ambos para que salten de su silla cómoda y tradicional? Yo creo que sí!

    Bona reflexió Ramón!

    Anna

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    1. Muy de acuerdo, Anna. Respetando todas las opciones, yo también creo que es el momento de empezar a cambiar cosas para generar nuevos modos de trabajo. No nos vendrá nada mal "desproferizarnos" un poco, la verdad. Un placer la visita!
      ;-)

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  2. Ramón,

    Quina reflexió per començar el dia. Nosaltres també hem notat aquest tipus d'alumnat. Ara bé, com diem en català: tants caps, tants barrets.

    Jo des de fa un temps que tinc mostres d'alumnes que em demanen que no canviï el mètode perquè s'ho passen bé a classe. No ho escric per fardar, sinó que em fa gràcia que ara els alumnes confessin els avantatges de metodologies actives.

    Potser una solució és el mètode Josep Miquel Arroyo (@jmab76) de les píndoles blava i vermella... Em temo, però, que haurem de tenir el "pantone" a mà perquè ens caldran més píndoles.

    Felicitats per l'article!

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    1. Al loro amb les píndoles, "que las carga el diablo"! ;)
      Continuem actius, doncs. Aprendrem igual i em fa l'efecte que ens ho passarem millor!
      Una abraçada, Jaume!

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  3. ¿Qué tal, Ramón?uy buen post. Este curso he vuelto a la universidad para estudiar Magisterio y no he encontrado en ella muchos cambios con Bolonia. Profesorado profesorizado que forma a futuros docentes de una etapa en la que jamás han dado clase (son especialistas en Historia, Pedagogía o en Psicología, como yo ... aún no he dado con maestros formando a maestros ...). Por cierto, voy a mirar fechas de exámenes de mayo corriendo. Sí, me estoy convirtiendo en un un alumno alumnizado más ... Difícil es que rompamos este círculo ... Un abrazo

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    1. Gracias, Alberto! Así que te has animado con magisterio! Yo lo he pensado muchas veces pero, claro, da un poco de pereza. Cierto, no parece fácil romper el bucle, pero perseveraremos, verdad? Abrazos de vuelta!

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