martes, 9 de febrero de 2016

Innovación y competición en educación

Leo con sumo interés el artículo de Enric Prats, Els cants de sirena de les innovacions educatives, publicado en El Diari de l'educació. En él, Prats plantea un escenario donde el creciente interés de los centros educativos por la innovación metodológica está generando una cierta competitividad entre centros por conseguir una mayor visibilidad y por generar proyectos únicos y singulares. Todo ello en un contexto donde las administraciones educativas se ponen de perfil y donde el profesorado (o parte de él) y algunos equipos directivos se lanzan, con mayor o menor fundamento, sentido y gracia, a  la ardua tarea de renovar el tinglado y de hacer las cosas de otra manera. De esta manera, afirma el autor, "el sistema educativo ha caído en el juego neoliberal de la competitivitad entre escuelas obligadas a situar un producto singular y necesariamente novedoso en el mercado de la educación".

Pues seguramente no le falte razón a Prats. No dudo que habrá centros que miren de reojo los proyectos de sus vecinos, que estén al caso de la matrícula de unos y otros, que se esfuercen por visibilizar su trabajo y por presentarse a la comunidad como espacios educativos singulares. Seguro que entre estos habrá proyectos de cartón-piedra; proyectos que no resistirán el paso del tiempo y que puede que estén orientados más al objetivo cortoplacista de asegurar un volumen de matrícula determinado que a afianzar un nuevo proyecto educativo sólido y eficaz. No digo yo que no, por supuesto. Pero me parece que la realidad general es otra bien distinta.

Yo interpreto que el profesorado, los equipos directivos y los  centros, en general, tienden a compartir más que a competir. Al menos esa es mi experiencia personal desde que inicié mi andadura como director. Recuerdo con gran gratitud el tour que me autoplanifiqué por varios centros de adultos cuando asumí la dirección de mi escuela. Allí iba yo con mis tablas de preguntas bajo el brazo y muchos compañeros y compañeras sacaron tiempo, seguramente de donde no lo tenían, para echar un cable al novato de turno. Igual hemos hecho nosotros en no pocas ocasiones en las que se nos ha visitado o invitado a contar nuestra experiencia como centro o a presentar alguno de los proyectos de innovación (o lo que sea) que hemos implementado. Ésta es nuestra realidad, cierto, pero se trata de una dinámica que aprecio también en otras instituciones, de mayor relevancia o más humildes, siempre dispuestas a compartir y a enseñar su trabajo. Por supuesto que de todo hay en la viña del señor, pero si tuviera que conjugar un verbo que se ajustara a la realidad me atrevería a usar compartir por encima de competir.

Diré más, esto que aprecio a nivel de dirección lo traslado también al ámbito docente. No son pocos los proyectos y/o actividades ideados por otros compañeros que hemos llevado a cabo con mis alumnos. Proyectos de profesionales innovadores que deciden  compartirlos de manera totalmente desinteresada. Redes de profesionales que amplían el espacio del claustro y lo extienden fuera del centro, contribuyendo a generar nuevos modelos más ricos y variados, en mi opinión.

No obstante, haremos bien en prevenirnos de esta competición que apunta Prats. El ámbito educativo debe ser un espacio donde compartir experiencias y aprendizaje, no solo entre la propia comunidad sino también entre centros. No podemos caer en el error de convertirnos en competidores, de ninguna manera. Debemos complementarnos, colaborar, compartir experiencias, pero para ello necesitamos una administración que se ponga las pilas, que genere espacios de intercambio, que dote de recursos a los centros, que acabe con desigualdades que son lastres para algunas instituciones educativas. En definitiva, creo que debemos poner el foco y, sobre todo, la lucha en presionar a quien puede tomar decisiones para mejorar la situación y no en competir por las migajas de un pastel que, a fin de cuentas, se acaban zampando los mismos de siempre. 

2 comentarios :

  1. Totalment d'acord. Pel que observo i conec del meu entorn en general el "centre competeix i el docent comparteix". Desgraciadament els centres que comparteixen són menys dels que haurien. L'autonomia de centre i els criteris d'adscripció de zona han fet molt mal alhora de crear o generar espais per crear i compartir.

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    1. Hem de perseverar, doncs, i potenciar aquesta col·laboració entre centres. No obstant això, em sembla que la responsabilitat de tot plegat està clara, així que ens toca apretar a les administracions per tal que espabilin. Gràcies per passar per aquí, mestre!

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