martes, 19 de junio de 2018

El docente perezoso

El docente perezoso es un especimen en plena expansión en los últimos tiempos. Podrás encontrarlo, sin duda, en el sistema público de enseñanza a lo largo y ancho de la geografía española. Rara vez asoma por la escuela privada, no hablemos ya en academias virtuales y canales de Youtube, donde la pereza, qué duda cabe, no tiene cabida. No existen diferencias sustanciales entre machos y hembras, ambos sexos tienen la queja por bandera y contribuyen al fracaso educativo en la misma medida.

Como decimos, el docente perezoso tiene la fea costumbre de quejarse por todo. Por las ratios, por la falta de recursos, por las desigualdades entre centros, por las condiciones de trabajo... Y es que cualquier tontuna es válida para montar un buen cipostrio. Se han dado casos de docentes perezosos organizados a tal extremo que han llegado a montar manifestaciones multitudinarias. El docente perezoso puede llevar camisetas verdes, amarillas o, independientemente de su atuendo, participar en hashtags como #mequejo en las redes sociales.

La presa predilecta de los docentes perezosos son, sin duda, los estudiantes de los centros educativos españoles. Los docentes perezosos se abalanzan sobre ellos con sus afilados prejuicios e incapacidades profesionales para frenar su aprendizaje y expulsarlos del sistema. Suerte que los chicos y chicas acaban huyendo a las estepas de las academias privadas donde docentes altruistas y bien formados les ofrecen la oportunidad de redimirse y adquirir un verdadero y auténtico aprendizaje.

De hecho, otra víctima del docente perezoso son los docentes del sistema privado y "guruses" educativos varios, gente trabajadora y disciplinada. Ante cualquier atisbo de crítica, los docentes perezosos se organizan con la disciplina de la que carecen en su práctica educativa para aplastar sin piedad al enemigo, el cual, pobre víctima, queda indefenso y sometido al escarnio público.

En fin, vigila a tu alrededor y si te encuentras con un/a perezoso/a huye y no mires atrás. Recuerda que su queja es contagiosa y que pueden fácilmente arrastrarte al fango de lo educativo. Y un buen docente no está dispuesto a eso, ¿verdad? 😉


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