lunes, 29 de julio de 2019

Banca, business y educación: ¿el signo de los tiempos?

Escribo estas líneas con muchas dudas y sin ninguna respuesta absoluta, pero hace tiempo que me llama la atención la actitud, en mi opinión, acrítica de muchos profesionales de la educación para con el papel que pretenden jugar la banca y otras grandes empresas multinacionales en el sistema educativo. Obviamente, cada cual es libre de reirle las gracias a quien más le interese o convenga pero me parece que las personas que nos dedicamos a esto de la educación deberíamos tener una perspectiva más amplia y coherente del asunto. Me explico.

No son solo las tortas para ganar "los Goya de la educación" (sic), los mil y un retuits de los vídeos molones del banco de turno entrevistando a las stars del panorama mediático o el hecho de abrir sin cortapisas las puertas de los centros a los programas formativos del sector. Ahora (bueno, hace un tiempo ya) también se da la promoción directa de determinadas campañas de bancos y/o otros negocios, en principio bastante alejados del ámbito educativo, por parte de profesionales de la educación, en su mayoría, por supuesto, con amplia ascendencia en redes sociales.

Insisto en que cada uno puede promocionar los productos y empresas que quiera y ganarse unos euros extras (o repercusión mediática, o encargos varios, o pago en especies, o lo que sea) como le dé la gana, faltaría más. Pero me da que deberíamos ser un poco más coherentes con todo esto. Me chirría enormemente que haya profesionales que durante nueve meses al año se presenten como adalides del sistema de educación público e inclusivo y luego se dediquen a promocionar a instituciones que favorecen de manera innegable la existencia de desigualdades sociales, desequilibrios mediambientales y situaciones de explotación de diversa índole.

Recuerdo que hace años, cuando este blog llegó a tener cierto volumen de lectores, una de las grandes distribuidoras editoriales del país contactó conmigo para proponerme publicitar su servicio de venta de libros de texto. Supongo que no habían leído algún que otro post publicado por aquí ("¿Cuántos libros de texto comprarías con 100.000 euros?, por ejemplo") y no tenían ni idea de mi postura respecto al uso de estos materiales. La verdad es que no me habría venido nada mal un dinerillo extra, pero decliné la oferta amablemente. La empresa insistió en que si me lo pensaba volviera a contactar con ellos y así quedó el asunto. 

Cada uno tendrá sus propias contradicciones (un servidor no se libra, por supuesto), pero en este sentido me parece que debemos ser muy coherentes con lo que decimos pero, sobre todo, con lo que hacemos. No puedo trabajar con mi alumnado conceptos de responsabilidad, coherencia, justicia social, cooperación, igualdad y demás para luego promocionar o reirle las gracias a instituciones que no están precisamente del lado de los valores que preconizamos a diario. Me parece que normalizar este tipo de situaciones contribuye a resquebrajar algunos diques que (todavía, mal que bien) sostienen a la educación pública. Y cuando quien contribuye a derribarlos es la propia acción del profesorado pues ya ni te cuento. Aunque me temo que se trate del signo de los tiempos...

En fin, lo dicho, que estamos "de vuelta" con el asunto. 

PD: ¡Había ganas! 😉


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