Aún estamos los centros educativos catalanes en plena resaca de la noticia del nuevo currículum para el curso que viene (ya veremos la fecha de publicación definitiva) cuando el Departament d'Educació se descuelga con una nueva bomba para septiembre: las clases se iniciarán el 5 de septiembre dada "la necesidad pedagógica de mejorar los resultados de los alumnos" ya que "la desconexión demasiado larga del verano puede repercutir negativamente en los resultados de aprendizaje". Y es que "la educación es el pilar fundamental de la sociedad", añade el Honorable. Sobre el nuevo currículum ya se habló aquí ("El nuevo currículum en Cataluña o cómo conducir con un mono con una ballesta al lado") pero lo de hoy supera todas las expectativas. Aunque bien pensado, conociendo a los guionistas del Departament, el penúltimo giro de guión está por llegar.
Empezar el curso el próximo 5 de septiembre no es serio. No lo es, en primer lugar, por cómo se comunica la noticia a los profesionales de la educación catalanes. A salto de mata, como siempre, y de cualquier manera. Desde los centros debemos sintonizar TV3 para enterarnos de cuándo, cómo y qué vamos a enseñar a nuestro alumnado el siguiente año. Un despropósito.
No es serio porque una medida que se vende con el objetivo de favorecer la conciliación (loable propósito) atenta contra el que debería ser el principal objetivo de un centro educativo: favorecer unas condiciones óptimas para el aprendizaje. Nadie que conozca mínimamente el funcionamiento de un centro escolar tomaría una medida como esta, dejando apenas un puñado de días para organizar el curso en septiembre. Incluso aceptando que la plantillas estarán cerradas en junio (permitánme que lo dude, aun esperamos a los substitutos COVID de infinidad de docentes) no existe tiempo material para cerrar todos los programas, coordinaciones y demás en condiciones óptimas. Y ya que estamos, spoiler, la conciliación no llegará empezando el curso el cinco de septiembre (es de locos), sino tomando medidas para que en este país haya, de una vez por todas, horarios laborales decentes. Vamos, que se trata de una medida basada en el mero cálculo político, en ningún caso pensando en el buen funcionamiento de los centros. Además, si las plantillas se cierran en junio, ¿significará que los interinos cobrarán julio y agosto? Insisto, permítanme que lo dude.
En definitiva, no solo no es serio empezar el 5 de septiembre sino que es preocupante. Y lo es porque la sensación de "aparcamiento de alumnos" que pende sobre los centros educativos es cada vez mayor. Un centro educativo representativo de un "model d'èxit", que es lo que vende la Generalitat de Cataluña, no puede convertirse en un parquin de estudiantes. Es obligación del Departament ofrecer las condiciones óptimas para organizarse de manera efectiva y eficaz, y eso no se va aconseguir aprobando decretos de hoy para mañana y tomando medidas populistas y de corto alcance.
Entiendo que desde una parte significativa de la comunidad educativa se acepta el debate sobre el calendario, los horarios y la jornada de los docentes. Faltaría más. Ahora bien, un sistema educativo robusto, con recursos y bien organizado podría empezar el curso el 5, el 12 o el 1 de septiembre. El problema es que no hay plan, no existe planificación estratégica alguna, una "hoja de ruta" que marque el camino. Y mientras tanto se nos está desmontando el tinglado ante nuestras narices y, dicho sea de paso, con una pasividad alarmante por parte nuestra como docentes. Aunque bien pensado, lo mismo tenemos lo que nos merecemos.
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