El confinamiento lo puso todo patas arriba. Todo el mundo encerrado y sin saber cómo iba a evolucionar el asunto. Y cuando ya estábamos plenamente adaptados a la nueva situación (unos más que otros, cierto) nos llega esta desescalada por fases que ha vuelto a descolocarnos un poco. Pero tranquilidad, que aquí está un servidor para daros las claves de la desescalada docente que se nos viene encima. Tú no te preocupes. Sigue lo siguientes pasos y te aseguro que este proceso de desconfinamiento será lo menos doloroso posible. Obviamente, te lo divido en fases porque la "nueva realidad" se vive así, en fases.
Fase 0
Nada de nada, más de lo mismo. No te preocupes. Después de pelearte con Zoom, Jitsi, Meet y demás aplicaciones de videoconferencia ya has llegado a la conclusión que lo mismo me da una que otra si, total, se conectan cuatro gatos. Has decidido dejar de dar "tirabuzones didácticos" y te has dado cuenta que, como dirían los futboleros, mejor "cortita y al pie". No te complicas la vida y vas trampeando como puedes, lo cual ya es mucho dada la situación. Además, coño, ya puedes sacar un poco a los monstruos niños a que les dé el aire y tú te puedes ir a trotar un ratito de buena mañana (siempre que no tengas videoconferencia de equipo docente programada). No has corrido en tu vida pero la nueva normalidad es así. Ahora te pones mallas, camisetas florescente y corres.
Fase 1
Igual que la 0 pero con tufillo a problemas. Ya se permiten las reuniones, abre el comercio y, seguramente, las noticias sobre la inminente apertura de los centros se intensifican. Para hacer una toma de contacto con el alumnado, dicen. ¡Pero si lo que hay que hacer es evitarlo! (el contacto, se entiende) Sí, podrás tomarte algo en una terracita o ir al cine (si no tienes monstruos niños pequeños o tienes dónde colocarlos) pero cada vez estás más cerca de la nueva normalidad. Y eso, querido/a docente, tiene más peligro que un alumno con el jeto de un profesor/a en la pantalla de su PC.
Fase 2
Ya la tenemos liada. Se abren los centros para refuerzo, cuidado de menores de seis años y selectividad. Eso va a ser un coladero. Las imágenes del primer día de oleadas de padres y madres saliendo en estampida con sus churumbeles o de ráners y deportistas varios corriendo en tropel como si estuvieran en el abismo de Helm se van a quedar en nada. Ya tendremos los centros de nuevo abiertos para una toma de contacto inicial. Pero no hay de qué preocuparse. Como toda la chavalada está tan concienciada se va a respetar perfectamente ese nuevo concepto (en estas nuestras tierras) que viene siendo la "distancia social". Mi hija Martina es muy fan de la "distancia social". De quebrantarla, quiero decir. El otro día llegábamos a casa del paseo y se lanzó a abrazar al vecino (al cual no conocemos de nada) como si no hubiera un mañana. Pero seguro que cuando llegué a su clase de P3 va a estar muy concienciada porque, como diría aquel, "estamos trabajando en ello".
Fase 3
La fase que todo no-docente estaba deseando que llegara. Por fin un verano con todos los profesores y profesoras trabajando en los centros. Oh, eso sería un gustazo para los oidos de media España. Esos comentarios de "este año te has quedado sin los tres meses de vacaciones, ¿eh?", "ahora ya sabes lo que es bueno, ¿eh?" (leánse, por supuesto, con tonillo). Esos artículos de El País comentando la justicia y la idoneidad de la medida: "Expertos en educación consideran un acierto que los docentes trabajen en verano". Docentes de España, qué digo de España, ¡del mundo!, sacrifiquémosnos por esa media España que nos desea un verano laboral y por los periodistas que cubren la información educativa de El País. Démosles una alegría y acudamos de buena gana a nuestros centros este verano a generar aprendizaje con la chiquillería. Ellos (los cuñados y El País) lo necesitan y a nosotros no nos viene de un verano. Además, con el calorcito que vamos a pasar allí, los kilos del desconfinamiento se volatilizan en un pispas. Pensároslo. De verdad que no es mala opción.
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