Antes sí que hacía frío en invierno. Y calor en verano, claro. Con Franco se vivía mucho más seguro, dónde va a parar. Y no había tanto paro. Los tomates de antes sí que tenían sabor, como el resto de frutas y hortalizas. También la carne y el pescado. Y los chavales eran mucho más educados y atentos. El pan estaba riquísimo, tierno hasta pasados dos días. Y el agua del grifo sabía mejor, no como ahora que es imbebible. Los electrodomésticos de antaño eran mucho más resistentes y eficaces. Las bombillas duraban mucho más. ¿Y la ropa? Antes sí que era duradera y de calidad. Ahora un par de lavados y ya parecen prendas de temporadas anteriores. La televisión del pasado sí que era interesante, con todos esos debates sesudos y análiticos. Documentales, teatro y demás programas culturales colapsaban las ondas hertzianas ilustrando a jóvenes y mayores. No como ahora, donde todo son patochadas superficiales sin ningún tipo de aporte cultural e intelectual. Incluso los dibujos animados de antes transmitían valores y conocimiento, no como los actuales, todo ruido, gritos y tensión y violencia gratuitas. El periodismo de antes sí que era riguroso y objetivo. En la actualidad ya no sabes de quién fiarte.
¿Y qué me decís de la escuela? La escuela del pasado sí que instruía y formaba ciudadanos críticos y responsables. Aprendizaje a porrillo presto para ser difundido entre todos y todas. Una escuela al servicio del pueblo. Los docentes de antes sí que eran rigurosos y estaban formados y bien preparados para el ejercicio de la enseñanza. Gente responsable, profesional e implicada con su trabajo. Los contenidos de antes sí que calaban en los estudiantes, impregnándolos de saberes útiles y enriquecedores. ¿Y el alumnado? Chavales y chavalas implicados con el aprendizaje y con su crecimiento personal, tanto académico como ciudadano. La escuela de antes sí que era eficaz en su cometido de generar aprendizaje. Seguro que gracias a que los profesionales que trabajaban en ella, especialmente los equipos directivos, tenían el rigor y la planificación estratégica de sus proyectos como hojas de ruta inquebrantables e insoslayables. En fin, la escuela del pasado era una ESCUELA así, en mayúsculas.
O no.
Te quejarás tú del sabor de los tomates que te trajo el mitger, bribón (teorías del trabajo a parte)
ResponderEliminarNinguna queja! A eso mismo me refiero! 😍🍅
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