La semana pasada iniciamos las microsesiones de formación interna que hemos programado para este curso. La idea es bien sencilla: aprovechar la experiencia de los miembros del equipo para hacer pequeñas demostraciones de determinados aspectos aplicados en el aula por cada docente. Hemos colgado un calendario en blanco en la sala de profes y la idea es que, periódicamente, cada uno de nosotros realice una breve presentación (no más de 20-30 minutos) de aquel aspecto que, por diversos motivos, quiera destacar de su práctica en el aula: una herramienta nueva, una estrategia de evaluación novedosa, un trabajo específico... En definitiva, se trata de compartir nuestros aciertos y errores para crecer con la experiencia de los compañeros.
Y es que, ya lo hemos dicho por aquí, a menudo nos empeñamos en encerrarnos en nuestra cueva. Demasiadas veces nos cuesta compartir nuestro trabajo y ese, en mi opinión, es un gran error. Con la idea de romper esta tendencia al aislamiento, el año pasado acordamos crear un espacio para forzarnos a abrir nuestra dinámica de trabajo y compartir nuestra práctica en el aula. Le llamamos, exageradamente quizá, Com innovem? (¿cómo innovamos?) con la idea de romper el miedo a probar nuevas herramientas y metodologías y de hacer cambios para generar dinámicas más favorables al aprendizaje por parte de nuestro alumnado. Así pues, cada tantos viernes nos vamos a sentar un rato a escuchar al compañero de turno para que nos explique sus (exitosas o frustradas) "innovaciones".
Y digo exitosas o frustradas porque no todo va a ser perfecto, claro. Si son casos de éxito, estas sesiones nos servirán para coger ideas y propuestas y llevárnoslas a nuestro terreno, además de realizar un reconocimiento colectivo a las compañeras que se rompen la cabeza en buscar alternativas y soluciones a los problemas existentes en el aula. Y es que siempre se agradece el aliento del equipo. Por contra, si son experiencias frustradas, seguro que van a generar grandes dosis de aprendizaje en el grupo.
Ya lo dicen por ahí: unas veces se gana y otras se aprende. Pues eso, que cuando ganemos merece la pena explicarlo y cuando perdamos resulta imprescindible compartir nuestro aprendizaje con los compañeros de nuestro centro. Al final, el trabajo codo con codo es el que nos va a permitir resolver situaciones difíciles y generar unas condiciones de aprendizaje óptimas para un alumnado, el de los centros de adultos, cada vez más complejo y difícil, al menos en nuestro entorno. Abrir las puertas de nuestra aula y crear espacios donde compartir nuestras experiencias puede ser un buen primer paso para ello. Seguro que en muchos de vuestros centros ya lleváis tiempo trabajando en esta idea. ¿Compartes por aquí vuestra experiencia?
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