Leo en El Periódico que la Generalitat de Cataluña ha aprobado un decreto que en breve será publicado en el Diari Oficial mediante el cual se fija el establecimiento de medidas intensivas en los centros educativos dirigidas al alumnado con necesidades educativas especiales, el cual representa en torno al 5% del total de estudiantes en un colegio ordinario. El decreto, que había estado paralizado por eternos problemas presupuestarios, parece que va a facilitar una atención más intensiva a este colectivo. Así pues, los estudiantes con necesidades especiales contarán con un plan de apoyo
individualizado basado en las valoraciones de los equipos docentes
sobre las medidas y actuaciones que el estudiante necesite. La idea es establecer una detección precoz para poder trabajar con la mayor antelación posible y de manera coordinada entre los distintos profesionales presentes en los centros.
Según datos publicados por El Periódico, en Cataluña existe un total de 25.000 alumnos con necesidades educativas especiales, de los cuales unos 7.000 se encuentran escolarizados en centros de educación especial. Tras la aplicación del decreto, se calcula que 2.000 de estos 7.000 podrían pasar a estudiar en centros ordinarios, con los consiguientes beneficios a nivel de integración y de adaptación social para este alumnado. En definitiva, parece que se trata de buenas noticias, aunque habrá que estar atentos a su despliegue y aplicación a lo largo de los próximos cursos.
Por otro lado, habrá que ver qué plantea ese decreto en relación a los centros de formación de personas adultas. Mucho me temo que de los 142 millones que preveen aplicarse en su implementación la cantidad invertida en las escuelas de educación permanente va a ser igual a cero. Y no se trata de un problema menor, en ningún caso. Una parte significativa del alumnado que nos está llegando, quizá especialmente el alumnado procedente del fracaso escolar, presenta necesidades educativas especiales y, desde los centros de adultos, carecemos en la gran mayoría de casos de las especialistas y de la formación adecuada para hacer frente a estas situaciones. Sin duda que es necesario invertir esfuerzos en fomentar la inclusión en infantil, primaria y secundaria, pero no lo es menos que miles de estudiantes adultos necesitarían también de más recursos para favorecer la creación de situaciones de aprendizaje más inclusivas y óptimas para su desarrollo personal y académico.
En fin, estaremos atentos a la publicación del decreto y espero que nos calle la boca, aunque mucho me temo que tendremos que seguir insistiendo a las administraciones de turno para conseguir los recursos necesarios para trazar un marco de trabajo más inclusivo en las escuelas de educación permanente. ¡Ahí seguiremos!
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