lunes, 18 de julio de 2022

Programación y robótica en educación: cuestión de prioridades

El pasado 12 de julio, durante el Debate sobre el estado de la nación, el presidente Sánchez anunció, entre otras medidas de distinto calado y en ámbitos diversos, la aprobación del Programa Código Escuela 4.0 por el cual se incorporarán las asignaturas de programación y robótica en la Educación Infantil, Primaria y ESO (Educación Secundaria Obligatoria). Según algunos medios, el programa prevé una inversión de 356 millones de euros durante los próximos dos años y contempla la incorporación de auxiliares de programación a las aulas para dar apoyo al profesorado en los procesos de enseñanza de ambas disciplinas.

Qué duda cabe que ambas disciplinas ofrecen interesantes oportunidades de aprendizaje para nuestro alumnado y que su estudio permitirá, vuelvo a palabras de presidente, “desarrollar su competencia digital, así como su pensamiento computacional”. Un nuevo lenguaje comunicativo, de presente y de futuro, nuevos nichos profesionales, la competencia digital, tanto profesional como ciudadana, etc. son los lugares comunes que siempre aparecen cuando se habla de la incorporación de ambas disciplinas al marco escolar. Y no seré yo quien niegue su valor e importancia, insisto. Ahora bien, no sé si los profesionales de la educación las situaríamos en nuestro top 3 de necesidades-urgentes-que-requieren-de-millones-de-euros-de-inversión-para-solventar-problemas-urgentes del sistema educativo español. Y es que, cuando los recursos son limitados, tendría sentido priorizar unas líneas de inversión por encima de otras. Así que, a riesgo de ser acusado de demagogo (spoiler: va a ocurrir), apunto algunas líneas de inversión alternativas que, a mi juicio, que tendrían una mayor incidencia en la formación y capacitación de nuestro alumnado.

En primer lugar, como ya te habrás imaginado viendo el tono del párrafo anterior, la primera línea de inversión, la inversión urgentísima, iría destinada hacia LA MEDIDA que la gran mayoría de docentes demandamos con fruición: la (archimencionada)reducción de ratio. ¿Y cómo se reduce la ratio?  Básicamente por dos vías. Una, la contratación de más profesionales; dos, la creación-recuperación de nuevos espacios de aprendizaje. Y es que muchos centros educativos: a) están saturadísimos desde hace años; b) han perdido aulas específicas como talleres, laboratorios, aulas de visual y plástica, aulas de música, etc.; y c) han visto proliferar los módulos prefabricados (según la administración)-barracones (según el común de los mortales).

Esto nos lleva directamente a una segunda línea de inversión centrada en la mejora, adecuación y ampliación de los espacios de aprendizaje. Un ejemplo. Hace unos días el Departament d'Educació de Cataluña presentaba el nuevo plan lector, un plan que muchos centros deberían ejecutar en un contexto de desaparición de las bibliotecas escolares por falta de espacio. En mi centro, sin ir más lejos, hace años la Biblioteca se convirtió en un aula ordinaria más. Y me consta que no es precisamente una situación excepcional. Además, ya no se trata tan solo de los espacios. El nuevo contexto climático seguramente va a hacer imprescindible un replanteamiento de gran parte de las instalaciones educativas. Vuelvo al caso de Cataluña. Durante las últimas semanas de curso, en plena ola de calor, desde la Conselleria se nos instó a hacer clase en los espacios exteriores del centro para evitar las horas de más calor en el interior de las aulas. Cómo ubicar a más de 800 alumnos en los 100 metros cuadrados de sombra que tenemos en los patios es algo que nadie nos supo resolver. Y es que una replanificación arquitectónica seria y rigurosa de los espacios escolares no sería ninguna tontería.

Y una tercera línea de inversión prioritaria, esto ya es neura personal, la dirigiría hacia la mejora de la comprensión lectora de nuestro alumnado. Llámenme básico, pero a la vista de los resultados en comprensión lectora en todo tipo de pruebas nacionales e internacionales, se me antoja necesario y elemental invertir para mejorar este aspecto tan crucial del aprendizaje. Entiendo que no es tan molón como hablar de competencias digitales del siglo XXI o de pensamiento computacional pero conseguir niveles de excelencia en comprensión lectora me parece mucho más estratégico y urgente. Planes de lectura (realistas, ya puestos) que contemplen la adecuación de espacios, creación de materiales, formación del profesorado, convenios con autores e instituciones culturales, etc. podrían abrir líneas de inversión en este sentido.

¿Significa esto que no deba invertirse en incorporar la programación y la robótica en los centros? No, por supuesto, está claro que son materias que pueden ser importantes en los planes de estudio actuales. Pero, eso sí, siempre que se hayan solventado algunos de los problemas de base que presenta nuestro sistema educativo, más todavía en un contexto de escasez de recursos. Y es que parece que lo que se pretenda sea ofrecer una imagen de aparente modernidad y actualización sin tener en cuenta la mejora estratégica del sistema en su conjunto atacando los problemas elementales del modelo. Eso o simplemente que el ministerio de educación y yo no coincidimos en el análisis de las verdaderas prioridades del sistema. 😏

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