Todos los caminos llevan al aula. Se fueron las grúas dejándonos, entre otras catástrofes, unas cifras de desempleo escandalosas, un mercado laboral raquítico y la desaparición del sector de la construcción, maná salvador de varios ministros de empleo de unos y otros. En un contexto tan complicado como el actual, la vuelta al aula se ha convertido en una alternativa muy recurrida por un número cada vez mayor de personas. El reciclaje profesional, el refuerzo y complementación de los estudios ya adquiridos o el acceso a estudios elementales que permitan acceder a un (más supuesto que real) mercado laboral son algunos de los motivos de este retorno a las aulas.
Año tras año, quienes trabajamos en centros de adultos vemos como existe un interés cada vez mayor en las formaciones desplegadas en nuestras escuelas. Cursos de alfabetización e idiomas, la preparación de las pruebas de acceso a ciclos formativos y a la universidad, el graduado en educación secundaria o formaciones profesionalizadoras de distintas características son solo algunas de las propuestas desarrolladas por los centros de formación de personas adultas. Además, los perfiles de los estudiantes se han diversificado y, en consecuencia, las escuelas de adultos deben hacer frente, no siempre con los recursos necesarios, a las demandas de este nuevo público.
Si bien la situación es complicadísima, la experiencia de gran parte de nuestro alumnado nos anima y nos hace confiar en el poder de la educación y la formación para revertir determinadas situaciones sociolaborales. Sin querer tirar del tópico de la educación como ascensor social (metáfora apta para otros tiempos), sí creemos en la formación permanente y en las nuevas posibilidades que ésta puede brindar.
Sobre todos estos aspectos se pretende reflexionar en este blog. Sin ninguna respuesta, eso sí, pero con mucho interés sobre todas las implicaciones derivadas de la "vuelta" a las aulas del alumnado adulto.
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