El pasado domingo se armó la mundial con la emisión del especial de Salvados, "Operación Palace". El falso documental elucubraba sobre una supuesta conspiración de las principales fuerzas políticas en el golpe de estado del 23F con el objetivo de consolidar la naciente y débil democracia española. A pesar de que algunas ideas eran sobradamente disparatadas (lo de Garci como director escénico del golpe es de traca), la factura impecable del documento llevó a algunos (muchos, de hecho) al engaño. El programa finalizaba con unos títulos de crédito en los que se explicaba que, obviamente, todo era un montaje y se denunciaba la dificultad de acceder a la documentación necesaria para esclarecer los entresijos de todo el tinglado.
Pues lo dicho, se armó bien gorda. En los tres días que han pasado desde entonces, unos y otros se tiran los trastos a la cabeza al respecto del documental fake. Los de un lado, porque con temas tan serios (¡!) no se puede hacer broma, porque se desprestigia (¡!) la labor de los medios de comunicación... Los del otro, por considerar que fue una brillante denuncia sobre la posible manipulación de los medios ante la opacidad informativa de las instituciones... En fin, quizá no haya para tanto. Personalmente no me pareció uno de los programas más brillantes de Évole (del que me declaro fan), pero tampoco creo que sobrepasara ninguna línea ética o moral.
En cualquier caso, pensando sobre la ocurrente idea del equipo de Salvados de usar un falso documental para llevar al público su mensaje, me hice la siguiente pregunta: ¿no estaremos inmersos en un sistema educativo fake?
Creo que si a gran parte de la comunidad educativa le preguntaran cuáles serían las principales características de "su" modelo educativo ideal, la mayoría de las respuestas hablarían de sistemas educativos flexibles, dinámicos, adaptados a las necesidades reales del alumnado -no solo a las academicistas. Pensarían en sistemas que atendieran la diversidad, basados en la integración y el respeto a la diferencia y dotados de los recursos necesarios. Modelos donde los profesionales recibieran una formación adecuada a las necesidades del desempleo de su oficio y disfrutaran de condiciones laborales que dotaran de estabilidad a las plantillas de los centros para poder implementar proyectos a medio y largo plazo. Seguramente vendrían a la mente escuelas donde las familias se implicaran y fueran parte activa en el desarrollo de las distintas actividades, donde se aprovecharan los recursos del entorno y se formara al alumnado en algo más que en contenidos.
Me temo que aún queda un buen trecho por andar hasta generalizar el modelo apuntado arriba. Quiero pensar que estamos transitando por un "modelo fake" de camino hacia una "educación real" que mejore las actuales condiciones de enseñanza y aprendizaje. Mientras tanto, propongo relativizar los debates secundarios y poner el foco en los temas verdaderamente importantes cosa que, por cierto, Salvados acostumbra a hacer una semana tras otra. Obviemos, pues, las proclamas de Tejero ("¡Quieto todo el mundo!") y pongámonos en marcha para empujar, cada uno desde la parte que nos toque, para contribuir al cambio.
Totalmente de acuerdo, hay que ponerse en marcha!
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