Nuestra última junta de evaluación fue un experimento. Frente al cante (jondo) de notas y calificaciones habitual, decidimos reflexionar conjuntamente sobre nuestro trabajo en el aula y sus resultados generales sin demasiados números de por medio. Así pues, abolimos la tradicional sesión de Bingo de final de trimestre y la sustituimos por una jornada de trabajo mucho más productiva y enriquecedora. Seguro que muchos otros centros lo llevan haciendo ya mucho tiempo, pero nosotros lo pusimos en práctica esta última semana. Y la verdad es que no estuvo nada mal.
Tampoco es que fuera demasiado complicado, la verdad. Simplemente se trataba de dejar de lado la típica cantinela de aprobados y suspensos para pasar a hablar de metodologías, sistemas de evaluación, actividades, enfoques y, por supuesto, alumnos pero, eso sí, sin notas de por medio. Nada de Fulano, siete, Mengano, cuatro. Prohibido. Hablamos de alumnos pero en términos de evaluación, que siempre es mucho más interesante que la simple calificación.
¿Y cómo lo hicimos? Pues la sesión en cuestión era de graduado en educación secundaria, así que lo que planteamos fue un repaso de cada uno de los módulos desarrollados durante el trimestre donde cada profesor detallaba un mapa de la asignatura parecido a esto: metodología(s), sistema de evaluación, actividades de interés desarrolladas, resultados generales y, obviamente, evolución del alumnado. Así pues, estuvimos un par de horas hablando sobre nuestro día a día del último trimestre, compartiendo problemáticas, aciertos y, por supuesto, también errores. La sesión finalizó con la creación de un sencillo documento compartido donde se reflejan las conclusiones generales de la sesión de evaluación y los aspectos más relevantes planteados en ella, a fin de tenerlos en cuenta para posteriores módulos.
Es cierto que lo reducido del claustro facilita enormemente el tinglado, claro. Pero hasta ahora no lo habíamos planteado así. ¿Ventajas? Conocemos mejor el trabajo de nuestros compañeros, compartimos experiencias positivas y errores cometidos y, sobre todo, tenemos una perspectiva general de la evolución del alumnado alejada de un número, de una cifra concreta. Porque evaluar debe ser algo más que asociar personas y números. Además, nos sirve para abrir un poco el aula y dar a conocer experiencias de éxito o, al contrario, prácticas que no han funcionado por diversos motivos. ¿Inconvenientes? Pues que parece que el fin del cante jondo se acerca, y los que entienden de esto aseguran que se trata de "puro sentimiento". Lástima...
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El cante jondo es un puro trámite y no tiene nada de evaluación. Me encanta vuestro experimento, enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, María José. Ha sido un paso pequeñito pero algo es algo... Un abrazo!
EliminarLa evaluación formativa es el presente!
ResponderEliminarNo sé yo, pero bueno... Poco a poco!
EliminarGenial Ramón, m'agrada l'experiment, visca els experiments a la sala de profes! visca el sortir de la zona de confort! visca el compartir amb els mestres de la mateixa escola! i visca avaluar amb sentit i criteri!
ResponderEliminarGràcies, Joan. Com a mínim va servir per valorar tot plegat amb l'equip. Seguim! Una abraçada!
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