domingo, 20 de febrero de 2022

Urge recuperar el control del debate educativo

Desde hace unos días los docentes volvemos a estar en el punto de mira mediático, y no precisamente por motivos agradables. La publicación del nuevo calendario escolar en Cataluña, el cual avanza varios días el inicio de las clases, y la consecuente reacción de los sindicatos amenazando con varios días de huelga ha activado un debate educativo, a mi modo de ver, totalmente superficial y alejadísimo de las verdaderas urgencias de un sistema en evidente crisis.

El nuevo calendario, con inicio del curso el 5 de septiembre para primaria y el 7 en la educación secundaria y postobligatoria, ha sido presentado por parte del Departament como una medida dirigida a favorecer la conciliación, la igualdad y a corregir los déficits pedagógicos y/o de aprendizaje que se derivan de unas vacaciones de verano excesivamente prolongadas, todo ello bajo una perspectiva "feminista" (signifique eso lo que signifique).

La medida ha causado estupor e indignación a partes iguales entre la comunidad educativa, especialmente entre los profesionales del sector. Una semana después del anuncio de un cambio curricular significativo (recibido a mitad de curso para ser aplicado ya a inicios del próximo septiembre), direcciones y cuerpo docente nos desayunábamos hace unos días con la noticia de marras. No se trata de un cambio baladí. Cualquiera que haya pisado un centro en septiembre es consciente de la importancia de esos días previos al inicio de curso en los cuales se recibe al profesorado nuevo y se activa la maquinaria para coordinar los múltiples programas que implica el funcionamiento de un centro educativo. Es por ello que la medida ha generado muchísimas dudas e indignación entre el profesorado. Dudas que se derivan de las necesidades organizativas de cualquier centro escolar e indignación por lo unilateral de la decisión y lo inoportuno del momento. Todo ello, además, ha ido acompañado de un eco mediático sorprendentemente afín a los panteamientos del Departament d'Educació.

Así pues, la propuesta ha tenido un claro efecto: poner en el foco mediático la cuestión del calendario escolar y, de rebote, las condiciones laborales de los profesionales de la educación. Que si las vacaciones son excesivamente largas, que si los docentes se quejan por iniciar el curso antes, que si deberían trabajar el mes de julio... Sin duda, el debate del calendario escolar es un melón por abrir. Y tocará hacerlo en un momento o otro. Pero debería hacerse con rigor y con la voluntad de buscar soluciones para beneficiar a la comunidad educativa en su conjunto, especialmente, por supuesto, al alumnado. Ahora bien, pretender que adelantar el curso cinco días soluciona los problemas pedagógicos del actual calendario escolar o la espinosa cuestión de la conciliación familiar solo puede tener sentido en la mente de alguien que desconoce por completo el funcionamiento de un centro educativo.

Y mientras el debate se centra en si empezamos el curso cinco días antes o después no hablamos de las verdaderas lacras del sistema: subinversión crónica, ratios elevadísimas, infraestructures insuficientes, discutibles políticas de contratación, inexistencia de una planificación estratégica coherente... Dicho esto, la actuación errática de los sindicatos, no ya en estos días, sino a lo largo de los últimos años, y la ancestral división e individualismo del cuerpo docente, tampoco han contribuido demasiado a trasladar el debate en torno hacia las auténticas urgencias del modelo educativo.

Y es que urge recuperar el control del debate educativo. Mientras sea el Departament, y sus voceros mediáticos, quines lo tengan solo vamos a conseguir una mayor rechazo social a una profesión ya de por sí denigrada en los últimos años. Urge poner sobre la mesa que trabajamos en precario, que no existe una planificación coherente; que la mayoría de centros están masificados; que muchos han perdido laboratorios, bibliotecas y aulas específicas para ceder espacio a aulas ordinarias; que faltan profesores en muchas especialidades; que hay alumnos que estudian toda la primaria y la secundaria en barracones; que hay centros con goteras y en estados lamentables; que no hay diálogo con la comunidad educativa, que se imponen los cambios de un día para otro. Todo esto es de lo que deberíamos hablar con las familias, no de si empezamos cinco días antes o después. Porque mientras no tengamos el control del debate el relato es suyo. Y mientras controlen el relato no hay nada, pero nada que hacer.

jueves, 10 de febrero de 2022

Por qué no es serio empezar el curso el día 5 de septiembre

Aún estamos los centros educativos catalanes en plena resaca de la noticia del nuevo currículum para el curso que viene (ya veremos la fecha de publicación definitiva) cuando el Departament d'Educació se descuelga con una nueva bomba para septiembre: las clases se iniciarán el 5 de septiembre dada "la necesidad pedagógica de mejorar los resultados de los alumnos" ya que "la desconexión demasiado larga del verano puede repercutir negativamente en los resultados de aprendizaje". Y es que "la educación es el pilar fundamental de la sociedad", añade el Honorable. Sobre el nuevo currículum ya se habló aquí ("El nuevo currículum en Cataluña o cómo conducir con un mono con una ballesta al lado") pero lo de hoy supera todas las expectativas. Aunque bien pensado, conociendo a los guionistas del Departament, el penúltimo giro de guión está por llegar.

Empezar el curso el próximo 5 de septiembre no es serio. No lo es, en primer lugar, por cómo se comunica la noticia a los profesionales de la educación catalanes. A salto de mata, como siempre, y de cualquier manera. Desde los centros debemos sintonizar TV3 para enterarnos de cuándo, cómo y qué vamos a enseñar a nuestro alumnado el siguiente año. Un despropósito.

No es serio porque una medida que se vende con el objetivo de favorecer la conciliación (loable propósito) atenta contra el que debería ser el principal objetivo de un centro educativo: favorecer unas condiciones óptimas para el aprendizaje. Nadie que conozca mínimamente el funcionamiento de un centro escolar tomaría una medida como esta, dejando apenas un puñado de días para organizar el curso en septiembre. Incluso aceptando que la plantillas estarán cerradas en junio (permitánme que lo dude, aun esperamos a los substitutos COVID de infinidad de docentes) no existe tiempo material para cerrar todos los programas, coordinaciones y demás en condiciones óptimas. Y ya que estamos, spoiler, la conciliación no llegará empezando el curso el cinco de septiembre (es de locos), sino tomando medidas para que en este país haya, de una vez por todas, horarios laborales decentes. Vamos, que se trata de una medida basada en el mero cálculo político, en ningún caso pensando en el buen funcionamiento de los centros. Además, si las plantillas se cierran en junio, ¿significará que los interinos cobrarán julio y agosto? Insisto, permítanme que lo dude.

En definitiva, no solo no es serio empezar el 5 de septiembre sino que es preocupante. Y lo es porque la sensación de "aparcamiento de alumnos" que pende sobre los centros educativos es cada vez mayor. Un centro educativo representativo de un "model d'èxit", que es lo que vende la Generalitat de Cataluña, no puede convertirse en un parquin de estudiantes. Es obligación del Departament ofrecer las condiciones óptimas para organizarse de manera efectiva y eficaz, y eso no se va aconseguir aprobando decretos de hoy para mañana y tomando medidas populistas y de corto alcance. 

Entiendo que desde una parte significativa de la comunidad educativa se acepta el debate sobre el calendario, los horarios y la jornada de los docentes. Faltaría más. Ahora bien, un sistema educativo robusto, con recursos y bien organizado podría empezar el curso el 5, el 12 o el 1 de septiembre. El problema es que no hay plan, no existe planificación estratégica alguna, una "hoja de ruta" que marque el camino. Y mientras tanto se nos está desmontando el tinglado ante nuestras narices y, dicho sea de paso, con una pasividad alarmante por parte nuestra como docentes. Aunque bien pensado, lo mismo tenemos lo que nos merecemos.

sábado, 5 de febrero de 2022

El nuevo currículum en Cataluña o cómo conducir con un mono con una ballesta al lado.

Perdón por el título, que me ha quedado largo. Pero resume a la perfección la sensación que tenemos muchos en los centros educativos de Cataluña desde hace tiempo. El Departament d'Educació de la Generalitat de Cataluña ha decidido implementar una serie de cambios curriculares para el año próximo. Desde modificaciones más o menos cosméticas de los sistema de calificación, hasta aspectos más estructurales como la propia organización del bachillerato, los cambios tienen su miga y pretenden ejecutarse ya durante el siguiente curso 2022-2023. ¿Confianza de un servidor en los supuestos beneficios que pueda aportar el nuevo currículum? Absolutamente ninguna. ¿Por qué? Vamos con algunos motivos.

1. Por la manera de comunicarlo a los centros. Un día antes de informar a los centros se filtra la noticia y la concreción de las medidas por varias vías. Es ya es un clásico en la administración educativa catalana que las direcciones de los centros se enteren de aspectos de relevancia por los medios de comunicación. Al día siguiente de la filtración, vía conferencia telemática, se informa de toda un serie de modificaciones curriculares que entrarán en vigor el próximo curso. Eso sí, se dan unos días (¡!) para realizar aportaciones al borrador. En plena gestión de la pandemia y con la que está cayendo en los centros. Sensibilidad cero y ganas de escuchar propuestas menos aún.

2. Por lo intrascendente de los mismos. Ninguno de los caballos de batalla de la educación catalana se atiende con el nuevo borrador. Cero referencias a los presupuestos ni, por supuesto, al incremento de la inversión de acuerdo a lo definido en la Llei d'Educació de Catalunya. ¿La ratio?... ya si eso, tal. ¿Las instalaciones?... oye, que tampoco estamos tan mal. (Yo sé de un centro que recibe 4-5 módulos prefabricados en breve). ¿Dotar de más plazas de FP al sistema?... está por ver. ¿Ampliar la plantilla de profesionales?... ídem de lo mismo.  "Model d'èxit", lo llaman.

3. Por el calendario establecido. Se envía un borrador a los centros en enero (con más de 120.000 personas de la comunidad educativa confinadas), para aprobarlo en junio y ejecutarlo en septiembre. O quién diseña el calendario no tiene ni idea del funcionamiento de un centro educativo o es un psicópata de la gestión educativa. ¿Cómo orientamos, por ejemplo, al alumnado de cuarto de ESO que quiere acceder al bachillerato?, ¿con el nuevo borrador de marras o con la normativa vigente? Un cachondeo se mire por dónde se mire.

y 4. Porque no se atisba ningún tipo de planificación estratégica en las decisiones del Departament. O si se atisba, no es precisamente con el objetivo de reforzar y de robustecer al sistema de educación público. Todo lo contrario, de hecho. La sensación desde los centros (si hay alguien que no esté de acuerdo aquí tiene los comentarios para dar su opinión) es que las condiciones de trabajo son cada vez más precarias. Y precisamente en un momento especialmente sensible con la que nos ha liado la pandemia.

En definitiva, que no sé si se trata de las mejores fechas para realizar cambios que, no solo no dan respuesta a las necesidades más urgentes del sistema, sino que ponen a los centros, especialmente a las direcciones, en un brete constante. Lo mismo alguien debería darle una vuelta y poner un poco de cordura en este asunto, pero me temo que el vuelo ya ha despegado y lo pilotamos, como en aquel anuncio de hace años, (que no se me ofenda nadie) con un mono con una ballesta a nuestro lado.

viernes, 4 de febrero de 2022

Manifiesto ALVA (Aprendizaje a lo Largo de la Vida Adulta)

 ¿Sirven de algo los manifiestos? Bueno, está claro que resultan más útiles son los presupuestos, las leyes consensuadas, la planificación estratégica... Pero cuando todo eso no está en tu mano, quizá sí que sea interesante sentarse y decir qué necesitas, cómo te gustaría hacerlo y hacia dónde quieres dirigir tus pasos. Eso es exactamente lo que hicimos cientos de docentes el año pasado en el marco del I Congreso de Educación de Personas Adultas. Y eso es exactamente lo que recoge el siguiente documento: una serie de propuestas (utópicas) si se quiere pero que, como diría Galeano, nos sirven como horizonte hacia el cual seguir caminando. Os recomiendo una lectura sosegada del mismo y un posicionamiento constructivo y, sobre todo, crítico con las propuestas recogidas en él. Y si os dejáis caer por aquí para dar vuestro punto de vista pues ya perfecto. Un abrazo a todas las que aportásteis vuestras ideas y experiencia, a Luis y Anna por el diseño y la imagen, y por supuesto a los compas de @fadultos y en especial a @maxialgar, que se ha pegado un trabajazo del bueno.😘 ¡Seguimos en la lucha!

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