miércoles, 24 de diciembre de 2014
Out of the office
martes, 23 de diciembre de 2014
En resumen...
Publicado por
Ramon P.
Se acaba el año y con su final aparece esa (enfermiza) necesidad que tenemos los seres humanos de poner orden al caos natural de las cosas. Así pues, hacer balance de lo vivido y marcar los propósitos para el año que empieza se convierte en todo un clásico navideño. La segunda parte, la de los propósitos, vamos a dejarla de lado. Siempre pensé que es mejor hacer que hablar, ejecutar que proponer. En cambio, sí que me apetece hacer un poco de resumen de lo aquí expuesto durante los últimos diez meses, más que nada por recopilar algo de lo aprendido durante este tiempo y recuperar algunas de las ideas y planteamientos generados a partir de lecturas, comentarios en la red o directamente de mi experiencia en el aula o en mi centro. Aquí van algunas de esas ideas, pues.
En DE VUELTA se ha hablado, siempre desde la duda (véase, Dudas docentes), sobre la labor del profesorado. Uno se encuentra en su día a día con muchos obstáculos, problemas y cuestiones sobre las que se ha reflexionado por aquí. Me quedo con la importancia de valorar El lado oscuro del alumnado y, quizá también con ¿De qué se habla en los claustros? por las reflexiones generadas en torno a la importancia del claustro como arma de construcción masiva (o no). Hay también algunas entradas donde se ha reflexionado sobre innovación educativa, signifique eso lo que signifique. Me gustaría destacar 8 mantras para la mejora de la práctica docente, no por nada en concreto, simplemente porque durante este curso representa de alguna manera la pauta de mi trabajo en el aula. Ahora que lo pienso, quizá se ha hablado demasiado del profesorado y poco del alumnado. Habrá que ponerle remedio en en el futuro. ;)
También me preocupan las relaciones entre la educación y el mundo del trabajo. En el difícil contexto en el que estamos y trabajando en un centro de adultos no podía ser de otra manera. De esa preocupación han salido algunos posts que puedes leer aquí. Cambios de tendencia, oportunidades derivadas de la educación o el papel de los centros de adultos en la mejora de la ocupabilidad de las personas son algunas de las cuestiones planteadas en esta serie de posts.
Y, por último, hemos hablado, y mucho, sobre formación de adultos. De hecho, visibilizar la educación permanente pretende ser uno de los objetivos centrales de este blog. De ahí su título: DE VUELTA (a las aulas). Puedes ver todas las publicaciones sobre educación y formación de adultos aquí, pero quizá yo destacaría la siguientes. En Orientación en educación de adultos hablamos sobre cómo creemos en nuestro centro que deben ser los servicios de orientación académica de personas adultas. Muchas personas encuentran importantes dificultades a la hora de retomar sus estudios por desconocimiento de las alternativas y opciones a su alcance, así que consideramos que la orientación es un aspecto fundamental de nuestro trabajo en los centros de educación permanente. En De la invisibilidad de la educación permanente... reflexionamos precisamente sobre eso, sobre la escasa repercusión que tiene el trabajo desarrollado en los centros de adultos, mientras que en Tendències actuals en l'educació als centres d'adults se hace un breve balance sobre toda una serie de cambios que se están produciendo en la educación permanente.
Menudo autobombo. Ya paro. Si has llegado hasta aquí simplemente quisiera darte las gracias por tu interés. La verdad es que este blog ha crecido muchísimo en los casi once meses que tiene de vida. Y no me refiero al tráfico de visitantes (totalmente inesperado, por otra parte), sino al aprendizaje de su autor. De hecho creo que esa es la verdadera medida de un blog: el conocimiento o como le queráis llamar que de él extraen tanto sus creadores como la comunidad en la que se inscribe. Y el vuestro no sé, pero mi aprendizaje ha sido increible.
sábado, 20 de diciembre de 2014
¿Autoevaluqué?
Mira que dedicamos horas y horas a la corrección, evaluación y (maldita sea) calificación de los trabajos realizados por nuestro alumnado. Seguramente demasiadas. Fichas, exámenes, informes, trabajos y presentaciones varias son objeto de nuestra dedicación y se llevan gran parte de nuestro tiempo, especialmente en estas épocas de cierre de trimestre. Se habla y se escribe mucho sobre las diversas metodologías y estrategias de evaluación. En la última semana me han llegado mil artículos interesantísimos (o no) sobre el tema, así que uno empieza a saturarse y a volver al cuento de siempre (véase capítulo de Dudas docentes). Ahora bien, después de leer ríos de tinta sobre evaluación no estoy seguro que como profesionales de la educación dediquemos el tiempo necesario a evaluar nuestras propias estrategias de trabajo.
Y es que la autoevaluación no está presente en muchos claustros. En algunos, de hecho, ni está ni se la espera. Esa ausencia de análisis, en mi opinión, es un drama que lastra la práctica docente de muchos profesionales desconectándola de la realidad de su alumnado. Y si como profesor desconectas de tu alumnado estás educativamente muerto. Al menos así lo veo yo. Es cierto que el ritmo de trabajo y las múltiples funciones que desarrollamos en el día a día dificultan encontrar tiempo de calidad para realizar este trabajo de análisis. No obstante, resulta imprescindible echar un vistazo al trabajo realizado, recopilar evidencias y reflexionar sobre la práctica realizada.
Así pues, consultar directamente al alumnado puede y debe ser, seguramente, una estrategia elemental de ese trabajo de autoevaluación. Ya sea mediante encuestas de valoración o dedicando determinados momentos, o incluso alguna sesión, a pulsar la opinión del alumnado sobre las dinámicas de trabajo, los sistemas de evaluación, las actividades desarrolladas o cualquier otro aspecto de nuestro trabajo en el aula. Se trata, en definitiva, del mecanismo más directo y sencillo para recoger información de primera mano sobre nuestro trabajo. ¿Alguien se imagina una empresa que no quiera conocer la opinión de sus clientes? Sé perfectamente que el alumnado no es nuestra clientela, pero sí que es el receptor inmediato de nuestros planteamientos educativos así que, como mínimo, consultemos su opinión al respecto, ¿no?
Revisar los resultados del trabajo realizado también es una estrategia obvia de autoevaluación que no siempre se pone en práctica. Índices de absentismo (en el caso de la formación de adultos), número de aprobados, bajas, proyectos realizados o actividades de interacción con el entorno son algunos elementos (más o menos objetivos) que pueden proporcionarnos información sobre nuestra práctica. A veces ocurre que un módulo o asignatura se cierra con un porcentaje de suspensos aberrante y la reflexión del docente en cuestión brilla por su ausencia.
Por último, compartir con los compañeros del centro u otros colegas experiencias, dudas e inquietudes puede darnos una buena vara de medir para analizar nuestro trabajo. Ver qué y cómo trabajan otros compañeros de nuestra especialidad (o de otras) con grupos similares a los nuestros, analizar sus estrategias de evaluación, sus proyectos, o incluso sus visitas y excursiones, puede proporcionarnos una buena perspectiva para analizar con mayor rigor nuestra práctica docente. Se trata, pues, de radiografiar nuestro trabajo para adaptarlo a nuestro alumnado y permitirnos mejorar como profesionales. Yo no diría que se trate, precisamente, de una pérdida de tiempo...
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lunes, 15 de diciembre de 2014
Educación a la inversa
Leía el otro día en rEDUvolution sobre la presencia del monólogo (del profesor, se entiende) en la escuela. Señala María Acaso que es común que en los centros educativos predomine el conocimiento académico del docente sobre los conocimientos experienciales del alumnado, los cuales son obviados totalmente de la práctica en el aula. Así pues, dominar la ejecución de cientos de cócteles, reparar una moto o moverse brillantemente en una cancha de baloncesto son, normalmente, saberes considerados inútiles por los centros educativos.
Y es que, aunque nos pese, acostumbramos a funcionar de manera vertical. Se nos llena la boca de democracia, participación, de empoderar al alumno y nosécuántos eslóganes, frases hechas y lugares comunes y acabamos decidiendo nosotros los contenidos, el temario, los sistemas y tiempos de evaluación y las calificaciones. En definitiva, asumimos el mando absoluto de todo el tinglado. No obstante, hay docentes que ya están llevando a cabo prácticas basadas en la horizontalidad y en fomentar una participación real del alumnado en la toma de decisiones. Sin ser un talibán de la rEDUvolution, aprecio enormemente esa idea de comunidad educativa que rompe con la "educación de la trinchera" que separa el espacio de profesores y alumnos.
Acaso mantiene que romper las jerarquías implica romper con el patrón de educación tradicional para establecer nuevos patrones educativos "donde cualquier miembro de la comunidad aprende del otro". Se trata, pues, de una educación a la inversa donde se puede "aprender mutuamente, al mismo nivel, a la misma altura, de manera recíproca, uno del otro, de forma dialógica" generando nuevas vías para hacer circular el conocimiento. Un conocimiento, por otra parte, mucho más rico y variado que el establecido por el currículum de turno.
Y es aquí donde aparecen iniciativas espectaculares como el Banco Común de Conocimientos desarrollado por los colectivos Platoniq y Zemos98 cuya experiencia en el centro educativo Domínguez Ortiz del Polígono Sur en Sevilla queda recogida en el documental La Escuela Expandida. La idea es tan sencilla que resulta revolucionaria: los miembros de la comunidad exponen aquello que necesitan o quieren aprender y aquello que pueden enseñar. Y es que todos tenemos algo que enseñar. ¿Por qué no aprovechar las habilidades de todos los miembros de la comunidad educativa?, ¿Por qué solo quedarnos con las del docente? Os dejo con el documental en cuestión. Una puerta para "invertirnos", aunque sea un pelín...
Y es que, aunque nos pese, acostumbramos a funcionar de manera vertical. Se nos llena la boca de democracia, participación, de empoderar al alumno y nosécuántos eslóganes, frases hechas y lugares comunes y acabamos decidiendo nosotros los contenidos, el temario, los sistemas y tiempos de evaluación y las calificaciones. En definitiva, asumimos el mando absoluto de todo el tinglado. No obstante, hay docentes que ya están llevando a cabo prácticas basadas en la horizontalidad y en fomentar una participación real del alumnado en la toma de decisiones. Sin ser un talibán de la rEDUvolution, aprecio enormemente esa idea de comunidad educativa que rompe con la "educación de la trinchera" que separa el espacio de profesores y alumnos.
Acaso mantiene que romper las jerarquías implica romper con el patrón de educación tradicional para establecer nuevos patrones educativos "donde cualquier miembro de la comunidad aprende del otro". Se trata, pues, de una educación a la inversa donde se puede "aprender mutuamente, al mismo nivel, a la misma altura, de manera recíproca, uno del otro, de forma dialógica" generando nuevas vías para hacer circular el conocimiento. Un conocimiento, por otra parte, mucho más rico y variado que el establecido por el currículum de turno.
Y es aquí donde aparecen iniciativas espectaculares como el Banco Común de Conocimientos desarrollado por los colectivos Platoniq y Zemos98 cuya experiencia en el centro educativo Domínguez Ortiz del Polígono Sur en Sevilla queda recogida en el documental La Escuela Expandida. La idea es tan sencilla que resulta revolucionaria: los miembros de la comunidad exponen aquello que necesitan o quieren aprender y aquello que pueden enseñar. Y es que todos tenemos algo que enseñar. ¿Por qué no aprovechar las habilidades de todos los miembros de la comunidad educativa?, ¿Por qué solo quedarnos con las del docente? Os dejo con el documental en cuestión. Una puerta para "invertirnos", aunque sea un pelín...
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miércoles, 10 de diciembre de 2014
El punto de partida
Hace unos meses escribía por aquí el artículo Planificación estratégica: retos y oportunidades sobre las posibilidades que la planificación estratégica puede ofrecer en el día a día de los centros educativos. Pues bien, durante este curso en mi centro estamos trabajando en la elaboración de un plan estratégico para los próximos cuatro años. Poca broma, se trata de todo un trabajazo, y más siendo novatos en estas lides. Coordinar todo el proceso y ponerse manos a la obra no es fácil, pero confiamos en que nos dé buenos resultados. Todavía estamos en las fases iniciales, centrándonos en analizar quiénes somos, cuál es nuestra situación actual y dónde queremos vernos en los próximos años. Queda un largo recorrido, cierto, pero al menos hemos establecido la rutina periódica de sentarnos a hablar sobre el futuro a medio y largo plazo de la escuela para, de esta manera, intentar poner un ojo más allá del ajetreado y absorbente día a día.
Y es que definir el punto de partida de un plan estratégico (o de cualquier otra acción de gestión que implique un análisis exhaustivo de la realidad) no es poca cosa. Es curioso ver cómo trabajando en un mismo centro cada docente puede tener visiones tan diversas del mismo. Este hecho, que en principio pudiera parecer contradictorio o incluso un problema, puede transformarse en una oportunidad interesante para ofrecer más matices y una visión del centro más ajustada a la realidad. Hacer una buena foto colectiva de la situación de cada centro y de su entorno se revela como tarea fundamental para ir construyendo poco a poco un plan de trabajo para los próximos años. Para ello, en mi opinión, se requiere básicamente tres cosas: planificación, implicación y diálogo.
Planificación, para poder compaginar la elaboración del plan con el desarrollo de los mil y un quehaceres que tenemos en nuestro día a día. Si no se planifica bien el trabajo y se adopta un calendario flexible y realista que permita una participación efectiva del profesorado todo el trabajo se puede ir al traste en un abrir y cerrar de ojos. Así pues, el ajuste del calendario resultará fundamental en el correcto (o no) desarrollo del proceso. Por otro lado, seguramente cuanto más racional, práctica y útil sea la planificación y la estructura del propio plan más sencilla va a ser su ejecución. Así pues, gestión sencilla y sin florituras.
Implicación, porque sin el apoyo y el trabajo de una parte importante del claustro la elaboración de un plan estratégico no tiene sentido. Profesorado y equipo directivo deben ir de la mano en la conceptualización del plan y en su posterior ejecución. No tendría ningún sentido hacer un plan en el despacho de dirección y pretender luego aplicarlo con un profesorado que no lo sentirá como propio y que, probablemente, le dé la espalda a las primeras de cambio. La creación de un "núcleo duro" de profesionales implicados que representen un porcentaje considerable del equipo debe ser requisito imprescindible para tirar adelante el proyecto.
Y, por último, diálogo para debatir, discutir, reflexionar, participar... La elaboración de un plan estratégico, y quizá especialmente esta fase inicial de análisis del contexto, se trata de una ocasión excepcional para poner sobre la mesa cuestiones estructurales para el funcionamiento del centro educativo y para el desarrollo de nuestra actividad como profesionales. Así pues, el desarrollo del plan estratégico debe ser, sin duda, una ocasión única para compartir, comunicarse y reflexionar junto con los compañeros sobre nuestro centro, nuestro alumnos y, en definitiva, sobre nuestra profesión. Solo por esto ya merece la pena ponerse manos a la obra.
Pues eso, estamos en el punto de partida... ¡A ver dónde acabamos!
PD: Para el desarrollo de nuestro trabajo contamos con el apoyo del equipo de profesionales del curso de verano "Liderazgo y autonomía para el éxito educativo de todo el alumnado". Para más información sobre planificación estratégica podéis consultar la "Guia per elaborar i aplicar un pla estratègic" elaborada por el Departament d'Educació de la Generalitat de Catalunya.
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sábado, 6 de diciembre de 2014
Dudas docentes
A veces uno coincide con profesionales o lee blogs de otros compañeros y se asombra de la aplastante seguridad con la que unos y otros ejercen su profesión. Ni un atisbo de duda, al revés: confianza y seguridad absolutas en sus propuestas metodológicas. Hay casos en los que la profesionalidad y experiencia del docente en cuestión es garantía de buenos resultados. No hace falta decir que es un placer ver, compartir y poder aprender de sus propuestas. Aprendizaje total, de hecho.
No obstante, en otros casos, esa supuesta seguridad se debe más a la ceguera profesional que a otra cosa. Normalmente coincide con perfiles muy definidos instalados en la queja permanente o en el pasotismo perpetuo (véase Sobre rehenes, apóstoles, mercenarios y terroristas docentes). Se trata, en definitiva, de perfiles docentes que se escudan en las incapacidades del alumnado, del sistema, de la sociedad o incluso del universo para justificar su inmovilismo y su desgana. Conozco, conocemos todos, auténticos "muros" incapaces de replantearse su trabajo y su papel como docentes.
Y luego están los que, como un servidor, dudamos mucho. No sé si demasiado, incluso. Metodologías, agrupamientos, sistemas de evaluación, temarios, objetivos o indicadores, todo es cuestionado curso tras curso debido (seguro) a las propias incapacidades docentes, pero también para tratar de ajustar la práctica a las necesidades del grupo y de cada alumno. A veces pienso que no compensa tanto análisis y tanta revisión. Pero luego se me pasa y lo tengo claro: la duda mejora la práctica en el aula (o al menos yo me lo creo y todos contentos).
Leía el otro día en rEDUvolution, el genial libro de María Acaso, una propuesta muy interesante para revisar nuestras pedagogías invisibles. Es el llamado método DAT (detectar, analizar y transformar). Se centra, básicamente, en mantener la sospecha constante sobre nuestra práctica docente para detectar posibles incoherencias, las cuales mediante un posterior análisis y revisión puedan ser finalmente transformadas en mejoras significativas. Bueno, pues al final se trata de eso: poner en duda nuestro trabajo para mantener la atención y tratar de ubicarnos en la mejora constante. Quizá no sea tan malo dudar, pues, siempre que tras la incertidumbre vengan el análisis y la transformación. ¿Alguna duda?
Para más entradas sobre profesorado clica en los siguientes enlaces:
- ¿De qué se habla en los claustros?
- Las puertas de la educación... ¡Que corra el aire!
- 8 mantras para la mejora de la práctica docente (II)
- 8 mantras para la mejora de la práctica docente (I)
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- Cuántos talentos docentes ha matado la escuela
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