Está tenso el (no) debate educativo en redes en los últimos tiempos. Lo categorizo de "(no) debate" porque, salvo contadas excepciones, no me parece que haya demasiado interés en escuchar las razones del otro y en comprender su punto de vista. Da igual lo que se (no) debata: el currículum del bachillerato, la estructura de la selectividad, la aplicación del trabajo por ámbitos, la evaluación por competencias, los procesos de formación y selección del profesorado, memoría sí o memoria no... Insisto, lo mismo da. El caso es cavar rápidamente la trinchera propia, cargar munición, buscar aliados y al lío.
Luego está la visión dogmática del asunto que impera en muchos docentes y profesionales del ámbito. A estas alturas de la película, negar que la educación es un mundo poliédrico donde tienen cabida distintos planteamientos, realidades y estrategias es acercarse a unos niveles de dogmatismo que considero que ningún profesional del ámbito se debería permitir. Cómo voy a cuestionar yo la profesionalidad de un/a director/a que lleva más de una década de trabajo en su centro con unos niveles de transparencia absolutos y con una mejora de resultados evidente. Cómo voy a cuestionar la labor de tantos centros con proyectos bien definidos y engrasados, aún en las antípodas de mis planteamientos profesionales, que están generando aprendizaje de calidad en su alumnado. Y es que de plantear dudas y/o cuestionar determinados planteamientos a echar por tierra el trabajo del "otro" va un trecho largo.
Servidor tiene la sensación de que nos empeñamos en hacernos fuertes en nuestra postura negándonos a escuchar las razones del otro. ¡Cómo si hubiera solo una senda hacia el aprendizaje! En nuestros centros, al menos en los que yo conozco, convivimos docentes de distinto pelaje y características. En mi propio departamento los perfiles docentes que habitamos somos tan dispares que cualquiera podría pensar que de esa escasa convergencia sería difícil generar situaciones de aprendizaje. Pues bien, obviamente se dan. Y lo mismo pasará en centros con departamentos más homogéneos y selección de personal "perfilada". El debate podría, debería a mi entender, extenderse hacia la política (de selección del personal, de formación del profesorado, de derechos laborales, de derechos del alumnado, de recursos asignados...) no hacia aspectos secundarios del mismo que lo único que hacen es reforzar las trincheras existentes y crear nuevas. Además de aburrir enormemente, dicho sea de paso.
Así pues, ¿cómo proponer alternativas para un diálogo constructivo? Viendo la deriva del debate en redes sociales se me antoja casi imposible pero, en cualquier caso, aquí van cuatro obviedades para conseguir destensar levemente el (no) diálogo:
- Asumir que el "otro" también enseña, ya sea competencial o magistralmente. Lo siento, amigo/a, no tienes el monopolio del aprendizaje.
- Restar agresividad al debate. Podemos tener puntos de vista distintos, incluso contrapuestos, pero no estaría de más exponer nuestras ideas de forma pacífica y constructiva. De hecho, deberíamos ser ejemplo de ello.
- Aceptar que mi experiencia personal es solo eso, MI experiencia. Más allá de ella está la de cientos de miles de profesionales que quizá, solo quizá, puede que también tenga algo de valor.
- Y, por último, poner el foco en lo importante, que en este caso diría que también es urgente, la POLÍTICA EDUCATIVA (recursos, plantillas, selección, formación, inversión... En definitiva, todo aquello que tiene que ver con la planificación estratégica).
Creo que con estas cuatro ideas básicas podría iniciarse un nuevo camino hacia un diálogo más interesante y, sobre todo, más productivo y enriquecedor para nuestro alumnado que el que impera en redes y foros educativos en la actualidad. Aunque me temo que quizá hoy me haya levantado demasiado optimista... 🙈