lunes, 25 de abril de 2016

Qué es y qué no es la formación de personas adultas en 8 ideas

La semana pasada, por motivos varios, tuve la oportunidad de charlar un buen rato con compañeros  de otras etapas educativas, básicamente de infantil, primaria y secundaria. Siempre me resultan encuentros muy interesantes -es fantástico aprender de realidades que no son la propia- pero también un poco frustrantes. Y es que uno detecta como, en la gran mayoría de casos, todavía perduran muchos prejuicios sobre lo que representa la educación de personas adultas. Y que esos prejuicios los tengan mis amigos que trabajan en la construcción tiene un pase, pero cuando vienen de compañeros de profesión la cosa se vuelve un pelín más preocupante. Así pues, aquí van 8 puntos que pretenden aclarar qué es y qué no es la educación para personas adultas (modestia a parte, por supuesto).

La formación de personas adultas no es una etapa educativa estanca, sin relación con etapas educativas anteriores o posteriores. Nuestro alumnado procede (o no) de los centros de secundaria a los que vuelve (o no) para cursar otras formaciones. Muchos de ellos también acceden a la Universidad, tienen hijos que estudian y a los que echan un cable... En definitiva, no estamos aislados dentro del sistema educativo.

La formación de personas adultas es algo más que enseñar a leer y escribir a personas mayores, cosa que también nos ocupa (y nos encanta, por cierto). La educación permanente ha cambiado muchísimo en los últimos años y hoy en día realizamos formaciones muy diversas que contemplan perfiles de alumnado muy variados.

En los centros de adultos no se vive muy bien. O sí, pero no porque nos toquemos las narices y todo sea una balsa de aceite. También tenemos problemas muy serios. Como podéis imaginar, nos faltan personal, recursos humanos, económicos y materiales y, además, muchas veces tenemos la sensación de no ser comprendidos ni por la administración ni, como digo, por los compañeros de otras etapas educativas.

La formación de personas adultas es un espacio generador de segundas oportunidades para personas que por distintas circunstancias no han podido finalizar sus estudios. También es un espacio perfecto para la reorientación profesional, para el reciclaje. Gran parte de nuestro alumnado busca un giro profesional, complementar su formación o, simplemente, el placer de formarse para aprender cosas nuevas y relacionarse e integrarse en su comunidad.

La formación de personas adultas no es una etapa alejada de la innovación educativa. O, como mínimo, no más que el resto de etapas educativas del sistema. Existen una infinidad de proyectos que demuestran la creatividad, originalidad y esfuerzo desempeñados por el profesorado y alumnado de los centros de adultos. Que no se nos acostumbre a ver por los congresos y jornadas presentando nuestros proyectos no significa que no existamos.

Quizá como reacción ante este "olvido administrativo", los centros de adultos demuestran, cada vez más, muchas ganas de colaborar entre ellos, de tejer redes de intercambio y de promover una visibilización real de su práctica educativa. Existen numerosas muestras de ello en forma de jornadas específicas y de iniciativas individuales y colectivas que nos acercan y nos posicionan en un paradigma más colaborativo.  

Los centros de adultos no son (o no deberían ser) reproductores de modelos tradicionales de aprendizaje. Podemos (y debemos) afrontar el aprendizaje desde nuevas perspectivas que se adapten a las necesidades de nuestro alumnado. ¿Lo hacemos siempre? Ni mucho menos, pero me consta que se están moviendo muchas cosas en el ámbito de la educación permanente.

Los centros de adultos no son (o no deberían ser) cementerios de elefantes docentes (que se enfade quién quiera) donde reposar los últimos años antes de la ansiada jubilación. Si esa es tu idea te animo a que te vayas por donde has venido. De hecho, tenemos infinidad de compañeros y compañeras con mucha experiencia que demuestran con su ejemplo diario la fuerza y las ganas con las que necesitamos afrontar el trabajo en los centros de adultos. Lo dicho, si vienes de paseo, ¡Go Home!

Pues eso, que la cosa no es tan sencilla como parece. Si ejerces la docencia en esta etapa educativa seguro que tienes más ideas para definir lo que significa para ti la educación para personas adultas. En ese caso, te animo a que añadas tus propuestas en los comentarios. Por otra parte, puedes conocer más sobre el día a día de los centros de adultos visitando la Comunidad de docentes para la formación de personas adultas en Facebook o siguiéndonos en @fadultos. Echa un vistazo y nos cuentas.



miércoles, 20 de abril de 2016

Manifiesto contra la obsolescencia docente

Leo que Apple reconoce que los iPhones están pensados para funcionar correctamente un periodo de tres años. La compañía norteamericana admite también que la vida esperada para sus ordenadores es de cuatro años y de otros tres para sus relojes (ver artículo en el Diari Ara). Sé que la noticia no es ninguna sorpresa. Es de sobras conocido que muchas marcas, no solo Apple, elaboran sus productos dando la espalda a la durabilidad como criterio básico de producción. 

Así pues, compramos teléfonos, impresoras, lavadoras, bombillas y ordenadores con fecha de caducidad fijada de antemano. Objetos, herramientas y utensilios que sabemos que van a dejar de funcionar de manera correcta en un tiempo predeterminado. Y es aquí donde me pregunto, ¿puede pasar lo mismo con algunas profesiones?, ¿puede la profesión docente quedarse desfasada por los cambios educativos (y sociales) vividos en los últimos años?

Y es que el debate sobre el papel del profesorado en el contexto educativo actual está sobre la mesa. Parece evidente que el paradigma educativo ha cambiado de manera sustancial y que todos, especialmente los docentes (aunque también el resto de miembros de la comunidad educativa), debemos hacer un esfuerzo para no caer en la obsolescencia propia del sistema productivo imperante. ¿Cómo no volvernos prescindibles?, ¿cómo evitar no encallarnos en un modelo pedagógico que ha sido superado por las circunstancias? Aquí van algunas posibles ideas y propuestas. Alguno las leerá y dirá "qué fáciles de redactar y qué complicadas de ejecutar". Pues eso, que no le falta razón.
  • Superar la mera transmisión de conocimientos y promover la creación de contextos o situaciones de aprendizaje.
  • Abrir el aula a los recursos y posibilidades que nos ofrece el entorno con el objetivo de ligar aprendizaje y realidad.
  • Romper los roles tradicionales y acercarnos a los intereses y preocupaciones del alumnado: la empatía como prioridad.
  • Educar (y formarnos) también en lo emocional superando el modelo de enseñanza vertical.
  • Promover el trabajo colaborativo, en el aula y en el claustro a través de proyectos liderados desde los equipos directivos pero con la implicación de todo el profesorado.
  • Echar un vistazo "ahí fuera" para descubrir nuevos proyectos e ideas y compartir públicamente los nuestros: enredarse como una forma de crecer profesional y personalmente.
  • Buscar y encontrar tiempos y espacios donde compartir reflexiones y trabajo con los compañeros desde la autocrítica y el deseo de conocer nuevas fórmulas de enseñanza y aprendizaje.
  • Resaltar y compartir con el alumno aquello en lo que somos buenos: aficiones, conocimientos, valores…
  • Implicarse al cien por cien con los alumnos. Ellos deben ser la prioridad sobre todas las demás cosas pese a horarios, cambio de asignaturas o normativas, premios o cualquier otra cuestión no relacionada con el aula.
  • Mantener un alto nivel de autoexigencia profesional siendo consecuente con lo que exigimos a alumnos y compañeros.
La suerte que tenemos, a diferencia de las bombillas, es que los docentes podemos dejar de ser halógenos y convertirnos en bombillas solares con vida perpetua, depender de nosotros mismos y caducar tan sólo por dejadez propia. La obsolescencia docente no está prohibida por ley pero si debiera ser obligado tener junto a nosotros un “Pepito Grillo” que nos recuerde la necesidad de actualización constante. Eso sí, que los medios y la organización escolar también nos acompañen.

PD: Esta entrada ha sido redactado conjuntamente con el compañero Oscar Boluda, con quien de vez en cuando perpetramos algún que otro texto. Te recomiendo que visites su blog, Efepeando.



lunes, 11 de abril de 2016

Cosas que no funcionan en mi aula

Listado de cosas que, a menudo (más de lo que uno quisiera), no funcionan en mi aula y reflexiones y/o autoflagelaciones varias:
  • Los agrupamientos: cómo hacerlos; cómo conseguir grupos de trabajo cohesionados y que trabajen de modo más o menos equilibrado; cómo evitar la convivencia de los profesionales del escaqueo con perfiles más responsables y solidarios.
  • La evaluación: cómo adaptarla para ser justo; cómo fomentar la participación sin burocratizarlo todo (y sin volverme loco); cómo huir de los números con sus comas y tal y ofrecer espacios de evaluación más reales y eficaces. Es decir, cómo orientarla hacia lo verdaderamente importante, el aprendizaje. Todo ello sin tiempo, por supuesto.
  • Las estrategias de motivación: cómo generar interés, cómo vincular el currículum con la realidad del alumnado; cómo intentar romper sus prejuicios con respecto a mis materias; cómo activar el interés por el aprendizaje (sea el que sea); cómo motivarme a mí mismo ante la desmotivación.
  • Problemas TICnológicos varios: cómo puñetas conseguir una semana sin incidencias con las cosas de la red.
  • El trabajo transversal: cómo vincular a otros compañeros en proyectos transversales; cómo sacar tiempo para la reflexión conjunta; cómo concretar actuaciones entre los distintos ámbitos; cómo "enredar" a los "clásicos" y "enredarse" con los "liantes".
  • Ellos y sus cosas de alumnos: la queja perpetua, el "no tengo tiempo", el "prefiero un examen", el "profe, qué rollo", el "esto para qué sirve", el "prefiero no hacer un examen"...  Siempre ha sido así.
  • Y, sobre todo, yo mismo: cómo generar situaciones de aprendizaje que contemplen todos y cada uno de los perfiles presentes en el aula; cómo atender al alumnado de manera completa y justa; cómo evitar las (eternas) etiquetas y los prejuicios; cómo evitar la repetición, la comodidad de lo ya realizado...
En fin, paro ya. Recomiendo la lectura del post de Jordi Martí, "De ficciones educativas y otros cuentos". Porque no es oro todo lo que (en twitter y por ahí) reluce. Porque, al menos a mí me pasa, tengo la sensación de equivocarme más de lo que acierto. Porque, como uno ha leído por ahí, "unas veces se gana y otras se aprende". Pues eso, aprendiendo mucho, aunque a veces dé mucha rabia.


lunes, 4 de abril de 2016

Welcome to the jungle

Recuerdo mi primer día como profesor para el Departament d'Ensenyament de la Generalitat de Catalunya. Año 2007, eran los tiempos de la sexta hora. La escasez de maestros con los que cubrir de manera adecuada la ampliación horaria programada por el Departament nos permitió a muchos profesores de secundaria dar (o perpetrar, como gustéis) nuestros primeros pasos en el mundo de la educación.

El recuerdo, como digo, es muy nítido. Estaba citado a las 9 de la mañana de un lunes de febrero en un centro de infantil y primaria de la comarca del Baix Llobregat. Así pues, a las 9 menos cuarto allí estaba yo, limpito y aseado, con mi credencial en mano a punto para que alguien (quien fuera) me indicara cuál iba a ser mi cometido durante los quince días que iba a durar mi estancia en la escuela. Después de unos primeros instantes de desconcierto (al parecer nadie tenía claro qué narices hacía un licenciado en historia por allí a aquellas horas de la mañana de un frío día de febrero), a las 9 en punto apareció una maestra con un peluche y un cuento de la osita Bimba, me acompañó a la clase de "Les tortugues" de P-5 y me vino a decir, eso sí, con muy buenas palabras y un tonillo de lo más musical, que me buscara la vida hasta la hora del receso. Recuerdo que cuando se cerró la puerta del aula tras de mí me vino a la mente como un flechazo el tema de los Guns and Roses "Welcome to the jungle". Y es que no era para menos.

El caso es que este inicio se repitió, con alguna que otra variante, durante todos los meses que duró mi etapa como interino. En algunos casos topabas con algún maestro o maestra de lo más profesional que facilitaba enormemente tu trabajo dejando en su taquilla valiosas anotaciones con ejercicios, apuntes y/o materiales varios, mientras que en otros buscarse la vida y espabilar era requisito imprescindible para poder trabajar de manera mínimamente decente. En fin, una experiencia fantástica para aprender y coger tablas como docente pero, sobre todo, una chapuza de dimensiones siderales desde el punto de vista organizativo y académico.

Quizá sea esa experiencia como docente interino itinerante (y, por otra parte, infiltrado en una etapa educativa que no era la propia y para la que, evidentemente, no estaba preparado) la que ha hecho que como director dé una importancia notable al proceso de acogida del nuevo profesorado que llega a nuestro centro. Es cierto que el tamaño del mismo, muy pequeño, lo facilita, pero independienteme de esto último se trata de un aspecto que creo que cabe cuidar al detalle. Integrar de manera rápida y eficaz a los nuevos profesionales que forman el equipo me parece fundamental para poder trabajar de manera coordinada y dar respuestas y soluciones a las neccesidades del alumnado y del propio centro. Más todavía cuando el profesorado nuevo aterriza en una etapa educativa en la cual no tiene ninguna experiencia, como se da a menudo en los centros de adultos.

Es por ello por lo que nos hemos puesto a revisar nuestro plan de acogida al profesorado con la intención de crear una especie de "manual de instrucciones básicas" para esas primeras semanas y meses. Un documento útil y funcional que recoja la información elemental necesaria para afrontar la integración de los nuevos profesionales que llegan al centro, pero también un calendario de reuniones y entrevistas, su secuenciación, responsables, informaciones generales de etapa... En definitiva, un protocolo de actuación sencillo y funcional destinado a ejercer como malla de seguridad para esas primeras fechas en las que todo se nos hace un mundo y donde cualquier ayuda es poca. Y es que me parece que incluso lugares tan peligrosos como la jungla, con manual de instrucciones, resultan espacios más sencillos para vivir.