Si los IES se limitan a ver a los centros de educación de personas adultas como un espacio donde colocar a los alumnos más problemáticos o con necesidades educativas especiales que no han cumplido objetivos tenemos un problema serio #fadultos— Ramón Paraíso (@monparaiso) 25 de enero de 2018
Y es que quizá habrá que hacer un pensamiento. Es un hecho constatado que muchos centros de formación de personas adultas están recibiendo un desembarco masivo de chicos y chicas, cada vez más jóvenes, que vienen (en principio) a retomar sus estudios y a continuar con su formación. Es cierto, también, que esto siempre ha sido así; los centros de adultos siempre han asumido parte del fracaso escolar de la enseñanza secundaria, aunque intuyo que de un tiempo a esta parte esta tendencia se ha intensificado de manera significativa. De hecho, nuestro centro es, en este sentido, claramente representativo. A día de hoy, contamos con aproximadamente un 50 por ciento de alumnado menor de 25 años, del cual un 20 por cierto es, directamente, menor de edad. Se trata, además, de una tendencia que parece que se va a prolongar en los próximos años, así que habrá que ir acostumbrándose.
Ahora bien, no podemos permitir que este trasvase de alumnado se convierta en una simple manera de trasladar un problema de una etapa educativa a otra. No digo con esto que los institutos de educación secundaria lo estén haciendo de este modo, aunque de todo habrá, pero sí que si no existe una red de trabajo conjunta y coordinada entre ambas etapas educativas esta tendencia puede llegar a colapsar, si no lo está haciendo ya, algunas formaciones de los centros de adultos. Pienso sobre todo en la educación secundaria obligatoria y los cursos de preparación de pruebas de acceso a ciclos formativos. Así pues, aquí van cinco motivos por los cuales considero que haremos bien en empezar a trabajar de manera coordinada con los institutos de educación secundaria de nuestra área de influencia.
En primer lugar, para informarnos del alumnado que nos llega. Seguro que gran parte de nuestro alumnado más joven viene derivado de los institutos de educación secundaria de la zona. Y lo más probable es que si no han podido culminar con éxito la educación secundaria existan toda una serie de condicionantes (personales, académicos, etc.) que seguro que nos conviene conocer. Es cierto que en muchas ocasiones un simple cambio de ambiente puede desencallar determinadas problemáticas de aprendizaje pero, en cualquier caso, conocer el historial académico y personal de este alumnado más joven puede ser enormemente interesante y, en este sentido, en los IES podemos hallar información valiosísima. Nos conviene, pues, coordinarnos con los institutos y establecer reuniones para conseguir hacer este traspaso de información que nos permitirá atender mejor a nuestro alumnado.
En segundo lugar, para dar a conocer nuestra oferta formativa y nuestros servicios. Ya que tenemos esta oferta desplegada y que contamos con atender a este alumnado, vamos a trabajar para ofrecerla y promocionarla in situ en los centros de secundaria. Los centros de adultos, además, desplegamos toda una serie de programas y de servicios complementarios que pueden ser enormemente útiles y atractivos para este tipo de alumnado. De hecho, la educación permanente se convierte en una nueva puerta de acceso para estos chicos y chicas que salen quemados de la secundaria o incluso de etapas superiores. Así pues, parece interesante acudir a los institutos a explicar qué hacemos y cómo trabajamos.
Además, los centros de adultos son fuente también de importante información para los institutos de educación secundaria. Muchos de los estudiantes que abandonan los IES acuden luego a los centros de adultos e incian una nueva etapa formativa, a menudo, exitosa. Esta comunicación bidireccional puede ofrecer importante información a los IES sobre la evolución futura de su alumnado para analizar su práctica y reconducir determinadas prácticas (si fuera el caso).
En cuarto lugar, conviene que los institutos de educación secundaria sepan cómo trabajamos, cuáles son nuestras principales problemáticas y necesidades, cuáles nuestros puntos fuertes. Conviene también, que sepan que no somos un aparca-alumnos, que en los centros de educación para adultos no se producen milagros (bueno, a veces casi 😎) y que son espacios que pueden ser enormemente válidos para recuperar a gran parte del alumnado, pero que no todo el mundo puede ser derivado a un centro de educación para personas adultas. Para ello conviene, pues, que nos conozcamos mutuamente y que nos ayudemos a trabajar de manera coordinada. Me consta que de estas colaboraciones surgen iniciativas e intercambios de enorme valor académico y organizativo.
Y, por último, porque el trabajo en red siempre funciona. Si compartimos, en algunas etapas y formaciones, el mismo perfil de alumnado parece mucho más inteligente sumar esfuerzos que no ir cada uno por su lado. Así pues, podemos buscar estrategias de trabajo colaborativas, crear proyectos conjuntos o contribuir a la orientación académica de distintos perfiles de estudiantes.
Se trata, en definitiva, de ofrecer respuestas a nuestro alumnado apoyándonos en todos los agentes de nuestro entorno y, en este sentido, los institutos de educación secundaria, nos guste o no, constituyen una de las instituciones de referencia para la educación permanente por la relación directa que existe entre nuestra oferta académica y la suya. Pues venga, ¡manos a la obra!