domingo, 25 de enero de 2015

A tortas

El otro día un par de alumnos se liaron a tortas. De la manera más tonta. Que si "cállate la boca", que si "tú a mí no me mandas callar", que si "vas a ver si no", en cuestión de segundos aparecieron un par de bofetones rápidos, seguidos del consiguiente tumulto y alborozo de la chavalada. Este comportamiento no es habitual en los centros de adultos, aunque quizá en los últimos tiempos tampoco es tan extraño. Perfiles cada vez más jóvenes, especialmente en el curso de preparación para la prueba de acceso al grado medio y en el graduado escolar, están cambiando la manera de hacer en las escuelas de educación permanente. Pero sobre esto ya hablaremos otro día.

Hoy me interesa otro tema: la gestión del conflicto (en épocas pretéritas diríamos el castigo, la represalia). ¿Cómo gestionamos ahora la historia? Tenemos un par de chavales (chico y chica, aquí hay paridad) que han montado una buena movida.  Tenemos una normativa de funcionamiento un pelín arcaica. Tenemos un claustro quemado con un grupo con el que resulta muy difícil trabajar: chicos y chicas muy jóvenes, sin hábitos de estudio ni demasiado interés, todo sea dicho, que deben preparar a contrareloj una prueba oficial puramente memorística, con el estrés que eso supone para ellos y para nosotros. ¿Qué hacemos?, ¿Cómo afrontamos el asunto?

En nuestros años mozos nos habrían cascado un parte, fijo. Además, siendo reincidentes, como es el caso de uno de los protagonistas del suceso, el parte habría ido acompañado de expulsión. Una semanita o quince días en chirona (léase una quincena solo/a en casita en permanente fusión con la play). Sería bonito si funcionara, si tomando esa decisión el muchacho volviera concienciado y convencido de sus errores, redimido de sus faltas y presto a iniciar una impoluta y gloriosa andadura hasta final de curso. Pues va a ser que no.

Me temo o, mejor dicho, me alegro por ello, que no quedan demasiadas opciones más que el diálogo. No se trata de ponerse espléndido y pensar que el diálogo va a permitirnos solucionar todas las situaciones de este tipo que se nos planteen, ni mucho menos. Determinados contextos sociales y familiares son mucho más potentes que nuestra capacidad como centro y como equipo para generar diálogo y, sobre todo, para resolver determinadas problemáticas. No obstante, desconfío bastante de la sanción, el expediente y otras medidas de este tipo si no van acompañadas de una reflexión, de un acercamiento entre las partes, en definitiva, de un trabajo para tratar de ponerse en el lugar del otro.

Así pues, hablaremos. Con los alumnos implicados, en el claustro y los profesores de la etapa con el grupo. Trabajaremos la situación en la tutoría y trataremos de generar reflexión en los dos figuras y aprovechar el incidente para trabajar varios temas con el grupo. Porque incluso un buen par de tortas se pueden convertir en una oportunidad de aprender algo. O no.
 
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lunes, 19 de enero de 2015

Alumnos que te callan la boca

Hace ahora un par de años aterrizó en nuestro centro un alumno con la voluntad de matricularse en el curso de graduado en educación secundaria para personas adultas. Su expediente académico era un verdadero drama y la entrevista previa a su ingreso en el centro fue, por diversos motivos, un tanto desconcertante. A pesar de todo, el chico formalizó su matrícula y una semana después estaba puntualmente sentado en su pupitre presto a iniciar una andadura de dos años hacia la consecución de su graduado en ESO.

Los profesores, que en esto (¡!) somos como el común de los mortales, no esperamos demasiado para emitir un juicio sumarísimo sobre el futuro del chaval. Unos, más prudentes, quizá no llegamos a verbalizarlo. Otros, más expresivos, ocuparon varias jornadas a pronunciar su sentencia. Porque, independientemente de la prudencia o expresividad del profesor de turno, la opinión común del equipo era eso mismo, una sentencia, y no absolutoria precisamente. Según nuestros augurios el chico no tardaría en abandonar y, en caso que perseverara, difícilmente podría sacarse el graduado en educación secundaria. Pues eso, visto para sentencia.

El pasado viernes firmé el acta de módulos del GES que debemos remitir a inspección trimestralmente. En ella estaban las calificaciones de las últimas asignaturas que nuestro alumno en cuestión debía superar. No es necesario decir que, no solo no abandonó a los cuatro días como muchos esperábamos, sino que durante su itinerario en nuestro centro mostró una implicación, una perseverancia y una capacidad de superación que todos pusimos en duda desde un principio. Prejuicios se llaman, creo.

En mi opinión, cometimos dos grandes errores. El primero fue poner en duda nuestra propia capacidad de trabajo y de favorecer la generación de oportunidades para el aprendizaje. Cuestionando  sus posibilidades de éxito, demostramos (sin saberlo y sin pretenderlo) muy poca confianza en nuestra capacidad como profesores y, en definitiva, en nuestra profesión. El segundo error, sin duda el más importante, fue dudar de la capacidad de nuestro alumno simplemente por una serie de prejuicios basados en una opinión inicial totalmente superficial e incompleta. Ni un expediente académico, ni una entrevista (por detallada y profunda que sea), ni siquiera un mes de trabajo en el aula con un alumno puede permitir generar opiniones, juicios y sentencias como las señaladas más arriba.

Tenemos trabajo por delante: alfabetización emocional, empatía, colaboración, paciencia, comunicación... Todos ellos elementos que deben permitir acercarnos a nuestro alumnado para, trabajando conjuntamente, sacar lo mejor de todos nosotros. ¿Por qué encasillamos a nuestros  alumnos?, ¿Cuántas etiquetas repartimos a diario en nuestras aulas?, ¿Por qué tenemos alumnos de 6, de 0 y de 10? Recuerdo la junta de evaluación en la que cerramos el acta que generaba la tramitación del título de nuestro alumno. Alguien dijo: "Aquí hay alguien que nos ha callado a todos la boca". Bendito bofetón en todos los morros. ¡Gracias y felicidades, T.!

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miércoles, 14 de enero de 2015

rEDUvolution

Voy tardísimo, una vez más, pero es igual. El mes pasado leí rEDUvolution, de María Acaso (ver presentación de la autora aquí). No puedo decir que me pillara por sorpresa su contenido, ya que antes de su lectura había ido picoteando muchas de las ideas expuestas por aquí y por allá. No obstante, a pesar de conocer los planteamientos generales del libro, debo reconocer que ha sido una lectura de lo más estimulante y enriquecedora. En mi opinión, se trata de una obra que debería estar presente en todos los claustros a modo de guía para la reflexión y replanteamiento de nuestro trabajo en el aula. Una guía abierta y flexible, en absoluto dogmática, que puede enriquecer notablemente nuestra práctica. ¿Por qué? Aquí van algunos motivos:
  • Porque le da una vuelta de tuerca al proceso de aprendizaje, considerándolo (aunque algunos nos empeñemos en lo contrario) como un fenómeno abierto donde cada individuo aprende de manera distinta y donde, por tanto, no todo puede ser medido ni controlado.
  • Porque nos insta a promover la verdadera democracia en el aula, no la democracia aparente o formal con la que algunos "trampeamos" en nuestro día a día o la dictadura implacable del profesor de turno como representante de lo más rancio de la escuela tradicional.
  • Porque nos anima a ser creativos en nuestros planteamientos metodológicos y a insuflar esa creatividad a nuestro alumnado (aunque algunos nos contentaríamos con no entorpecerla demasiado).
  • Porque reflexiona sobre nuestra manera de habitar el aula y apunta nuevos caminos y formas para experimentar y vivir el espacio de aprendizaje.
  • Porque nos reta a descubrir el entorno de nuestros centros y a vincular el aprendizaje con la realidad de la comunidad educativa (y de la vida, en general).
  • Porque anima a buscar nuevos mecanismos de evaluación que sitúen el aprendizaje en el centro del proceso y pongan la calificación en el lugar (residual) que le corresponde.
  • Porque busca erradicar el simulacro de aprendizaje a partir del cual (mal)acostumbramos a trabajar para sustituirlo por auténticas experiencias de aprendizaje.
En definitiva, porque seguramente sin pretenderlo nos "pone en nuestro sitio" y nos invita a, de una vez por todas, ponernos las pilas e ir dando pequeños pasos hacia un aprendizaje verdadero, con ritmos sostenibles y, por tanto, mucho más humano. En fin, muchas ideas interesantes planteadas de una manera amena, gráfica y atractiva gracias a las ilustraciones y al diseño de Clara Megías. Totalmente recomendable.



jueves, 8 de enero de 2015

Abriendo el currículum

Empezamos, de nuevo. Nuevos módulos, nuevo alumnado y nuevos enfoques para tratar de acercar el currículum a la realidad y a los intereses del alumnado. Sobre la cuestión del currículum ya escribimos por aquí hace unos meses (véase El peso del currículum). Y es que el tema tiene miga, claro. Cómo desarrollar los contenidos definidos en el documento de marras de una manera atractiva, cercana y que genere interés e implicación por parte del alumno es uno de los grandes retos de todo docente que se precie. En ello estamos.

Varios profesores de mi centro nos hemos liado la manta la cabeza y estamos en proceso de "abrir el currículum" de varias de las propuestas didácticas desarrolladas durante este trimestre, concretamente en algunos módulos de graduado de educación secundaria para personas adultas. La propuesta es bien sencilla: durante estas primeras sesiones trabajaremos el currículum con el alumnado para, partiendo de su comprensión general, crear una serie de preguntas-guía que marcarán la evolución de los módulos en cuestión. Se trata de una adaptación de la propuesta de Azahara Casas explicada en su blog, Didàctium, que nos ha parecido enormemente atractiva por (entre otros) dos motivos. Primero, porque la propuesta de trabajo parte del propio alumnado, con lo cual facilitamos su implicación y participación en el proceso de aprendizaje. Y, segundo, porque contribuimos a fomentar un clima  ("realmente") democrático, donde el propio alumnado asume un rol activo en la toma de decisiones trascendentes en el aula.

Acabamos de empezar, pero ya hemos detectado los primeros "incovenientes". Quizá el más importante (o evidente) sea la inseguridad que nos genera el hecho de ceder la prerrogativa de decidir qué y cómo trabajar los contenidos de cada módulo. Fomentar una verdadera participación del alumnado nos va a sacar de nuestra zona de confort y, claro, eso genera dudas y miedos que tendremos que afrontar para no atascarnos en el desarrollo de las propuestas. Por otro lado, la planificación va a desarrollarse, por fuerza, sobre la marcha, hecho que contribuye al vértigo generado por el propio planteamiento de los módulos.

En cualquier caso, nos anima enormemente (al menos a mí) el hecho de ser varios los profesores implicados en el proceso de experimentación e innovación. Al final los resultados mejorarán notablemente si trabajamos en equipo sumando esfuerzos y compartiendo experiencias, dudas, alegrías (y seguro que también alguna que otra pequeña frustración). Pues eso, en ello estamos... Continuará, pues.

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domingo, 4 de enero de 2015

Visibilizando(nos)

Empezamos el año con fuerza y con ganas de reivindicar, una vez más, el papel de los centros de adultos en el desarrollo personal y profesional de un número cada vez mayor de personas que finalizan o complementan sus estudios en nuestras aulas. Es por ello que me alegra un montón que se dé visibilidad en los medios a distintas iniciativas y propuestas didácticas desarrolladas por los centros de adultos y especialmente, claro está, a las que tienen lugar en nuestra escuela, que para eso nos deslomamos en buscar alternativas y enfoques diversos... ;-)

Y es que hoy, Escuelas en red, el blog de educación del diario El País, tiene a bien publicar una pequeña experiencia de socialización didáctica que implementamos en nuestro centro durante el año pasado. El proyecto, llamado "Fent un tomb pel Penedès" (Dando una vuelta por el Penedés), pretendía hacer hincapié en la importancia de conocer la historia, la comunidad y el territorio a través del contacto con las personas que lo habitan y que lo trabajan. Un proyecto que se inició como una suerte de experimento y que acabó transformado en realidad gracias a la gran implicación y energía empeñada por el alumnado.

Me haría mucha ilusión que leyeras y compartieras el relato elaborado sobre el módulo "Fent un tomb pel Penedès" (aquí) por Rodrigo J. García para Escuelas en red. Quisiera también agradecer al autor su interés y la difusión del trabajo desarrollado en los centros educativos de titularidad pública y, en este caso en concreto, en los centros de adultos. Uno cree que la mejor manera de reivindicar la importancia de los centros de adultos es trabajar y trabajar para reforzar su presencia en la comunidad y para eso resulta fundamental ser cercanos, abiertos y visibles. En definitiva, debemos "aparecer" (que no aparentar). Pues aquí estamos, visibilizándonos... De hecho, amenazamos con nuevos proyectos para este año... ;-)

¡Un saludo y gracias por la difusión!