Existen cursos y formaciones de todo tipo y condición. Congresos, conferencias, seminarios, charlas y talleres. Cursos presenciales, semipresenciales y a distancia donde aprender desde infinidad de lenguas extranjeras hasta el manejo de herramientas TIC, pasando por el coaching, el marketing docente, la creatividad o la programación. Cursos caros, baratos e incluso gratuitos de e-learning, m-learning, b-learning y (pon la letra que quieras)-learning. En definitiva, mil y una opciones y posibilidades de formarte como docente. Y luego está el betacamp.
Seguro que os acordáis de aquella campaña de publicidad de Mastercard. "Hay cosas que no tienen precio -venían a decir desde la entidad financiera-, para todo lo demás puedes usarnos". Uno tiene la sensación de que con el betacamp pasa un poco lo mismo. Podríamos decir que hay cosas que no se pueden encontrar fácilmente en otras propuestas formativas, para las cuales el betacamp resulta una excelente opción. ¿Ejemplos?
Para convivir durante días con tu tribu docente.
Para sentirte... ¡Qué coño! Para ser un high teacher (aunque sea por unos días).
Para aprender jugando y jugar sin dejar
de aprender.
Para autoproclamarte un "docente salvaje"
y huir como de la peste de la rigidez organizativa.
Para estudiar (y divagar) sobre el
sentido de la educación en un camarote atestado de gente.
Para reflexionar (y divagar también)
sobre la evaluación y sus entresijos.
Para descubrir la relación entre sandías, huevos, preservativos y gravedad.
Para alcanzar la motivación extrema a
finales de agosto.
Para descubrir dónde se orina y
(sobre todo) dónde no debe hacerse.
Para disfrutar solo, con amigos, en
pareja o en familia. En litera, furgoneta o acampando.
Para escuchar historias de hamsters
asesinos y cohetes valientes.
Para ver/hacer música en/de todas
partes.
Para alucinar con narraciones
(infantiles o no).
Para equivocarse, aprender, dudar,
sentir nervios y, sobre todo, ponerse en el lado del alumnado.
Para sermonear y ser sermoneados (cómo
nos gusta dar la chapa, malditos).
Para ver Saturno (sí, ver Saturno) y
volver a la consulta de tu astrónomo de cabecera.
Para disolver los problemas en humor y jugar con la
literatura.
Para soñar con robots arqueólogos y tesoros escondidos.
Para encerrar a noventa personas en una carpa llena de puertas y ventanas.
Para aprender sobre proactividad y autonomía.
Para llevar a la iglesia a muchos ateos y sacar de fiesta a otros tantos muermos.
Para obligarnos a escuchar al otro y dejar de mirarnos el ombligo.
Para "hacer cosas", que diría aquél.
Para ilusionarte y emocionarte.
Para sufrir el lumbago en silencio (o casi).
Para cantar recetas (o casi) una vez más.
Para sólo ver horizonte y olvidarte del vértigo de las jerarquías.
Para compartir recursos, inquietudes, dudas y aprendizajes mil.
Para descubrir a excelentes profesionales que hacen cosas excepcionales en sus centros.
Así pues, recuerda: para todo esto y, sobre todo, para TODO LO QUE TÚ QUIERAS Y ESTÉS DISPUESTO A HACER, betacamp.
PD: Como siempre, mil gracias al grupo impulsor por vuestro trabajo. Algún día daremos el paso de agradeceros todo el esfuerzo a echaros un cable. I promise! ;)
PD2: Y, sobre todo, gracias también a ti, Sonia!