Pues ya ha empezado el debate sobre las vacaciones docentes. Este es un tema que cada curso escolar aparece en la agenda mediática pero, en esta ocasión, el coronavirus de marras ha tenido la gentileza de servírnoslo antes de finalizar el primer trimestre del año. Sí, señores y señoras, estamos en marzo y ya se habla de las vacaciones escolares de verano.
Es cierto que el calendario escolar de este año ha saltado por los aires. Hace más de medio mes que estamos readaptando el modelo a una situación totalmente nueva. Además, el panorama no tiene pinta de volver a la normalidad en el corto y medio plazo, por lo que resulta normal (hasta sano, diría) que debatamos sobre cómo queda el calendario final y cómo nos adaptamos organizativa y temporalmente a esta situación.
No obstante, surgen voces (aquí un ejemplo) que proponen una extensión del curso escolar hasta el mes de agosto. Incluso se plantea la vuelta al curso siguiente para el 1 de septiembre. También se plantea el trabajo voluntario para hacer frente a esa ampliación del calendario. El argumento es, en este caso, que como hay sanitarios voluntarios haciendo frente a la crisis, cuando llegue verano estaría "bien que hubiera docentes voluntarios para poder aplaudirlos". 🙈
Con todo el respeto del mundo, aquí van 6 consideraciones por las cuales me parece que la simple idea de alargar el curso escolar es un absurdo y un sinsentido:
- Recuerdo que durante esta crisis los docentes estamos trabajando: no sé si trabajamos más (piensen, eso sí, lo que supone cambiar de un modelo de atención presencial a la situación que tenemos ahora), pero seguro que menos no. Como en todos los gremios, habrá figuras que no estén dando un palo al agua pero, como no podría ser de otra manera, la mayoría del cuerpo docente está cumpliendo su jornada laboral para atender de la mejor manera a su alumnado. Otra cosa es que a veces nos equivoquemos, pero eso es otro cantar y otro debate que ya hemos tenido por aquí.
- Recuerdo que durante esta crisis los docentes tambén estamos confinados: como todo el mundo, por supuesto. También nos contagiamos, así como nuestros familiares y sufrimos el mismo estrés por la situación que el resto de los mortales. Así pues, esta crisis también tiene un impacto en nosotros como en el resto de la población. Y es que uno tiene la sensación de que flota en el aire la idea de que estamos en casa tranquilamente y que cuando todo esto acabe, estaremos frescos como una rosa para afrontar un curso hasta agosto.
- Recuerdo que los centros donde trabajamos no están adaptados al clima de los meses de verano: he leído por ahí que eso no es una excusa, que con un buen ventilador y actividades al aire libre tema solucionado. Quiero ver yo esos "buenos ventiladores" instalados y esas actividades al aire libre (serán en la sombra) en los meses de verano. Sinceramente, todo aquel que se haya puesto delante de 30 alumnos (soy generoso) una sexta hora de cualquier día del mes de junio a intentar trabajar entenderá perfectamente lo que pasa por mi cabeza cuano leo según que cosas.
- Recuerdo que los cursos no se preparan solos: que a los centros públicos llegan profesores nuevos, que no conocen el funcionamientos de los centros, ni al alumnado ni siquiera, en muchos casos, las materias y o cursos con los que van a trabajar. Pensar que se puede abrir un curso escolar al alumnado el día 1 de septiembre sin el necesario trabajo organizativo previo es una clara demostración de desconocimiento de la profesión.
- Recuerdo que el trabajo debe ser remunerado (y de manera óptima y justa): la reflexión sobre lo que estamos viviendo con el coronavirus y nuestro sistema sanitario, a mi modo de ver, no es que tengamos que celebrar el heroismo de nuestras doctoras, enfermeras y personal sanitario, en general. Lo que tenemos que denunciar son las pésimas condiciones de trabajo de muchos de ellos y la necesidad de una mejor remuneración, tanto en el presente como en el futuro. No quiero aplausos para los sanitarios, quiero que mejoren sus condiciones de trabajo y sueldos. Igual con otros colectivos, por supuesto. Entre ellos el docente. Por aquí lo he dicho, también.
- Recuerdo que las administraciones no demuestran tener un plan de acción: hasta ahora, en mi opinión, la mayoría de administraciones se han visto superadas por la situación. Y que conste que me parece hasta cierto punto normal. Vivimos una situación excepcional. Sin saber cómo vamos a estar en quince días, ¿qué se supone que vamos a hacer durante los meses de verano en las escuelas e institutos?, ¿cómo va a cerrarse el curso?, ¿deberemos hacer tareas curriculares o actividades de dinamización? En fin, sin pautas ni criterios al respecto, la solución de alargarnos hasta agosto huele a parche que tira para atrás.