Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Estar la pelota en el tejado. fr. coloquial. Ser todavía dudoso el éxito de un negocio cualquiera.
Pues eso. Sin pretender ser alarmista, uno tiene la sensación de que determinadas tendencias que estan desarrollándose en los centros de adultos tienen, siendo generosos, dudosas probabilidades de éxito. Es cierto que existen datos para el optimismo (el incremento del número de jóvenes matriculados sería, sin duda, uno de los principales), pero no lo es menos que también existen toda una serie de situaciones que habría que afrontar urgentemente para afrontar el futuro con ciertas garantías de éxito. Son "pelotas" que las administraciones y el sistema educativo chutan, cual tuercebotas balompédicos, a los tejados de los centros de adultos, eso sí, sin dotarlos de los recursos necesarios para devolverlas a la cancha en condiciones óptimas.
Quizá la "pelota" más evidente esté relacionada, paradójicamente, con el incremento del alumnado joven señalado anteriormente. Se ha hablado mucho sobre el elevado porcentaje de fracaso escolar en nuestro país. Este abandono prematuro, sumado a las dificultades para encontrar trabajo, provoca que muchos de estos alumnos decidan reemprender sus estudios en las escuelas de adultos. Hasta aquí perfecto. Genial, de hecho. Para eso estamos. No obstante, es muy habitual recibir en nuestros centros a alumnos con, cuando menos, expedientes académicos raros, raros (que diría aquel). Promociones in eternum hasta cumplir los 16 años (con la consecuente expulsión del sistema educativo), adaptaciones incomprensibles, ámbitos curriculares aprobados "por la gracia de dios" viendo las pruebas de evaluación inicial, alumnado procedente de PCPI con módulos pendientes del segundo nivel (¡!) de GES....
Teniendo en cuenta las elevadas tasas de paro juvenil (55% en el cuarto trimestre de 2013), parece evidente que uno de los perfiles estratégicos de los centros de adultos radica en estos chicos y chicas que pretenden obtener el graduado en educación secundaria o preparar las pruebas de acceso a ciclos formativos. Pues bien, ¿cómo detectar aquellos casos de necesidades educativas especiales sin los recursos profesionales adecuados?, ¿cómo atender a grupos heterogéneos de hasta 35 alumnos con profesionales sin formación específica para perfiles de adultos?, ¿cómo adaptar las exigencias de un currículum totalmente alejado de las necesidades e intereses de perfiles tan específicos y concretos?, ¿cómo enfrentarse a todos estos retos con plantillas menguantes y jornadas crecientes?
Sabiendo que estas y otras problemáticas son comunes en centros de todas las etapas educativas, la especificidad de los retos que deben afrontar los centros de adultos hace necesario precisamente eso: medidas específicas con las que hacer frente a estas nuevas exigencias. Crear plantillas "completas" con los perfiles profesionales precisos para atender adecuadamente la variedad de situaciones presentes en los centros de adultos, flexibilizar y revisar los currículums para adecuarlos a las necesidades e intereses del alumnado y establecer planes de formación específicos para el profesorado pueden ser algunos ejes sobre los que trabajar.
En definitiva, se acepta el reto. Pero quizá sería conveniente una revisión de las condiciones de trabajo para tratar de no reproducir en nuestras aulas los patrones y entornos de trabajo que llevaron al abandono escolar a muchos de nuestros alumnos. Lo contrario solo nos llevará al "parchismo", a la improvisación y, en consecuencia, a la frustración constante. En fin, hay más "pelotas", pero ya si eso otro día...
Teniendo en cuenta las elevadas tasas de paro juvenil (55% en el cuarto trimestre de 2013), parece evidente que uno de los perfiles estratégicos de los centros de adultos radica en estos chicos y chicas que pretenden obtener el graduado en educación secundaria o preparar las pruebas de acceso a ciclos formativos. Pues bien, ¿cómo detectar aquellos casos de necesidades educativas especiales sin los recursos profesionales adecuados?, ¿cómo atender a grupos heterogéneos de hasta 35 alumnos con profesionales sin formación específica para perfiles de adultos?, ¿cómo adaptar las exigencias de un currículum totalmente alejado de las necesidades e intereses de perfiles tan específicos y concretos?, ¿cómo enfrentarse a todos estos retos con plantillas menguantes y jornadas crecientes?
Sabiendo que estas y otras problemáticas son comunes en centros de todas las etapas educativas, la especificidad de los retos que deben afrontar los centros de adultos hace necesario precisamente eso: medidas específicas con las que hacer frente a estas nuevas exigencias. Crear plantillas "completas" con los perfiles profesionales precisos para atender adecuadamente la variedad de situaciones presentes en los centros de adultos, flexibilizar y revisar los currículums para adecuarlos a las necesidades e intereses del alumnado y establecer planes de formación específicos para el profesorado pueden ser algunos ejes sobre los que trabajar.
En definitiva, se acepta el reto. Pero quizá sería conveniente una revisión de las condiciones de trabajo para tratar de no reproducir en nuestras aulas los patrones y entornos de trabajo que llevaron al abandono escolar a muchos de nuestros alumnos. Lo contrario solo nos llevará al "parchismo", a la improvisación y, en consecuencia, a la frustración constante. En fin, hay más "pelotas", pero ya si eso otro día...
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